El partido del expresidente Donald Trump ha tenido que contemplar, impotente y desde una oposición sumamente marginada, a su líder defenderse durante años de investigaciones y falsas acusaciones en la peor cacería contra un presidente y expresidente de EEUU, con el único objetivo de aniquilarlo políticamente.El partido del expresidente Donald Trump ha tenido que contemplar, impotente y desde una oposición sumamente marginada, a su líder defenderse durante años de investigaciones y falsas acusaciones en la peor cacería contra un presidente y expresidente de EEUU, con el único objetivo de aniquilarlo políticamente.
El expresidente Trump se enfrentó desde su primer día de mandato a intereses globalistas de élites de extrema izquierda en el mundo, lideradas por el magnate George Soros y otros grandes empresarios e instituciones favorables a la reducción de la supremacía de EEUU y beneficios al régimen autoritario de China.
Los republicanos esperan retomar el control de la Cámara de Representantes en noviembre y planean restituir los derechos del expresidente Trump y su familia.
Trump ha sido el único presidente en la historia política del país que ha tenido que soportar el allanamiento por parte del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de su residencia privada de Mar-a-Lago, Florida, y la confiscación incluso de los pasaportes de la familia, como si fuera el peor delincuente del país. Un bochorno para esa institución que en décadas atrás era símbolo de respeto, integridad y vigilancia de la seguridad de los estadounidenses, a diferencia de ahora que se ha prestado para servir a intereses partidistas de la izquierda y una extrema izquierda que a toda costa quiere implantar el socialismo en la nación más democrática del planeta.
Sin embargo, tenemos casos como Hillary Clinton que mediante un servidor del gobierno en su propiedad, borró decenas de miles de mensajes recibidos y transmitidos desde ese servidor. Tenemos además el «célebre historial de peligrosas relaciones para la seguridad nacional y ganancias oscuras del hijo de Joe Biden, Hunter Biden. Ambos investigados, pero con la tónica de que hasta ahora siempre salen ilesos de cargos. Ahora supuestamente se buscan delitos fiscales del hijo de Biden para encubrir los verdaderos delitos de Hunter, que salpican o vinculan directamente al actual presidente y vicepresidente durante el gobierno de Barack Obama. Ambos con grandes intereses desde principios de la década del 2000 en Ucrania.
La masacre de Bengasi, Libia, aún posee más dudas que soluciones de justicia, y cero responsables por la muerte del embajador estadounidense John Christopher Stevens y de otros tres estadounidenses, debiodo a que los refuerzos militares en una base cercana fueron desautorizados.
Uno de los principales objetivos de los republicanos podría ser el propio Joe Biden, que se ha tomado el poder con un estilo autoritario que dista mucho de la unidad que prometió y menos de un gobierno bipartidista y democrático. Basta con el anuncio que hizo durante la primera semana de mandato al firmar más de 65 órdenes ejecutivas, algo sin precedentes en la historia presidencial de EEUU y que denotó su enorme desprecio no sólo por su predecesor, sino por su encomiable trabajo en el Casa Blanca en beneficio de EEUU y de los estadounidenses. Y esa fue una de las tantas razones que disgustan y a las que se aferran los extremistas de izquierda.
Por su lado, a Biden le sobran los dedos de sus manos para enumerar sus éxitos. Actualmente es el presidente con menor respaldo popular en la historia y el que más rápido a hundido la poderosa economía estadounidense en una recesión y en la peor inflación (9,1%) de las últimas cinco décadas por sus fallidas medidas sobre cambio climático y prioridades internacionales, con un gigantesco gasto federal. Por menos que eso, Trump hubiera enfrentado la destitución definitiva, de hecho tuvo que pasar por un proceso de «impeachmente» y le prepararon otro que no fructificó.
El trabajo hasta ahora de Biden ha puesto a prueba innumerables veces la tolerancia del pueblo estadounidense ante los continuados fracasos del jefe de la Casa Blanca. El caos en la salida de Afganistán y la catástrofe creada por su gobierno en la frontera sur son apenas dos grandes crisis en su lista de errores.
Trump desenmascaró al llamado Estado Profundo y los denominados «grupos verdes», parásitos casi todos de los fondos de los contribuyentes e influenciadores políticos de izquierda en cada país; entregó la independencia energética a EEUU y convirtió a Norteamérica en el mayor productor y exportador de crudo en el mundo. Trump cerró su mandato con una inflación de 2,5% y una economía en plena y sorprendente recuparación, tras el fuerte impacto de la pandemia china de COVID-19. Su plataforma principal se basó en hacer grande la economía y la política de la primera potencia del planeta e impulsó el regreso al país de cientos de empresas que se radicaron en China y en otras partes de Asia y el Medio Oriente, llevándose cientos de miles de empleos.
Y aunque la poderosa prensa de izquierda y los demócratas han intentado elimnar los formidables logros de Trump, la mayoría de los estadounidenses los extraña y los reconoció y aplaudió en noviembre del 2020 cuando más de 74 millones (oficialmente) eligieron otra vez al presidente.
Las elecciones del 2020 dejaron mucho que desear en transparencia y varios estados como Arizona, Georgia, Texas, Michigan y Pennsylvania han reconocido los graves errores en esos comicios. En el 2021, estos y otros estados implementaron reformas a sus sistemas electorales.
Según la congresista republicana Nancy Mace, ya existen voces en el Congreso que se pronuncian a favor de un impeachmente (destitución) a Joe Biden, claramente incapacitado para ese cargo y dominado por las fuerzas extremistas de izquierda (socialistas) en ambas Cámaras, que desde un principio han implantado una agenda socialista denunciada por varios legisladores, entre ellos Ted Cruz, Marco Rubio, Mario Díaz-Balart, entre otros.
«Hay presiones sobre los republicanos para que lo llevan a cabo y lo voten», dijo a la cadena NBC en septiembre. «Creo que eso es lo que algunos están considerando».
La prioridad del Comité de Investigación de la Cámara de Representantes sin embargo consistirá en intensificar el escrutinio al hijo del presidente, Hunter Biden, cuyos negocios ya son investigados por el FBI.
La batalla por los 100 escaños del Senado, actualmente dividido en partes iguales, ha sido descrita como un «tiro al aire» por el líder republicano Mitch McConnell.
Pero una ganancia de tan solo seis asientos entregaría al «Grand Old Party», como se conoce a los republicanos, el control de la Cámara Alta, allanando el camino para dos años de intenso enfrentamiento contra la administración Biden.
Las solicitudes e investigaciones que respaldarían la destitución de Joe Biden
Los líderes del partido se han negado hasta ahora a respaldar públicamente el proceso de destitución. Pero han prometido «realizar una rigurosa supervisión para frenar los abusos de poder y la corrupción gubernamental», entre otras prioridades políticas reveladas en las últimas semanas de la campaña.
«Los republicanos en la Cámara han puesto sobre aviso a la administración de Biden con más de 500 solicitudes de información y documentos», según su comunicado.
Varios congresistas republicanos y figuras de la administración Trump han desafiado las citaciones a comparecer en investigaciones lideradas por los demócratas, incluyendo las del asalto al Capitolio de 2021, una comisión creada de forma ilegítima por Nancy Pelosi, la acérrima enemiga política de Trump.
Entre las investigaciones previstas se encuentran el manejo por la Casa Blanca del retiro de las tropas estadouniodenses de Afganistán, la inmigración ilegal en la frontera mexicana y los orígenes del coronavirus.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, a cargo de la inmigración, es uno de los principales objetivos del Partido Republicano.
También han prometido investigar a Anthony Fauci, quien fuera el principal asesor médico de Joe Biden sobre las vacunas contra el COVID-19, las regulaciones obligatorias y otros temas de salud relacionados con la pandemia. Fauci ha sido emplazado en múltples ocasiones por congresistas republicanos, incluso han solicitado su renuncia directamente por sus directos nexos con China y otras élites de poder, enemigas de EEUU.
«El Dr. Fauci fue advertido por los principales científicos desde un inicio de que el virus parecía genéticamente manipulado y probablemente filtrado desde un laboratorio de Wuhan», aseguró en un comunicado el republicano James Comer, que espera dirigir el comité de investigación el año próximo.
«Pese a estos hechos, el Dr. Fauci descartó esas ideas en público como teorías de la conspiración».
La versión de Comer es rechazada por la Universidad Johns Hopkins, según la cual ubica el origen de la pandemia en un mercado de mariscos en China, la misma teoría que afirma el régimen asiático.
El inaceptable allanamiento a la propiedad de Trump
Otro objetivo de los republicanos podría ser el allanamiento realizado por el FBI a la casa de Trump en Florida para recuperar documentos clasificados e ilegalmente retenidos por el expresidente.
«Fiscal general (Merrick) Garland: conserve sus documentos y despeje su agenda», tuiteó el día de la operación el líder republicano de la Cámara Kevin McCarthy, al acusar a los demócratas de «instrumentalizar» el Departamento de Justicia.
También revisarán la investigación del consejero especial Robert Mueller sobre la injerencia rusa en la elección estadounidense de 2016, una gran farsa instrumentada por los demócratas con la complicidad de los grandes medios de izquierda en EEUU para desprestigiar a Trump.
Las noticias sobre las investigaciones por venir han provocado -por supuesto- la respuesta y el gran temor de los demócratas, que consideran el escrutinio a Hunter Biden como una «obsesión» de los republicanos. Pero la verdadera obsesión es la de los demócratas contra Donald Trump, sus asesores cercanos y sus millones de seguidores, calificados por el propio Biden como «extremistas peligrosos para la seguridad y democracia del país».
lmorales@diariolasamericas.com