Chile parece un país sin rumbo. La nación está a la deriva después del estallido social de hace tres años. Ni la constituyente, ni el cambio de gobierno de derecha a izquierda, rescataron a la nación de la incertidumbre que dejó la violencia. Al contrario, en cada aniversario la acrecienta y detona nuevas protestas.
La conmemoración de este año lo demuestra. Los desórdenes persisten en las calles. Hay saqueos, desvíos del tránsito y las operaciones del Metro de Santiago son intermitentes, ante la presencia de manifestantes en los alrededores de las estaciones.
La Plaza Baquedano —epicentro de las concentraciones en octubre de 2019— repitió las escenas de desmanes protagonizadas por grupos que ahora son difíciles de distinguir a cuál sector representan. Incluso, hay registros de ataques a la prensa. Nadie sabe con certeza si son estudiantes hostiles o redes organizadas que insisten en prolongar la crisis política con Gabriel Boric en la presidencia.
Los daños colaterales que dejó un octubre plagado de saqueos en 2019
Sin embargo, el costo del estallido en Chile es alto. En estos tres años la Unidad de Fomento (UF) registra un aumento de 22,82 %, considerando que el 18 de octubre de 2019 rondaba los 28065 pesos, un equivalente a 28,91 dólares, y ahora su promedio es de 34470 pesos, es decir, al menos 35,50 dólares.
La incertidumbre que dejó la violencia agrietó las condiciones financieras del país. No hay indicador que diga lo contrario. La Tercera revela que las tasas nominales en el mercado secundario arrojan un aumento de 400 puntos básicos, lo cual ha impactado las tasas de los créditos hipotecarios.
En este caso particular, en octubre de 2019 las tasas de los préstamos para la vivienda estaban en 1,99 %, según datos del Banco Central, para septiembre de este año se ubica en 4,32%. Según el medio “mientras el alza de las tasas impacta en los gastos financieros de los hogares que hoy en día adquieren una vivienda, para quienes ya la compraron la inflación ha sido un dolor de cabeza”.
No es exageración. La inflación acumula un alza de 10,8 % en lo que va del año, y una variación de 13,7 %, la cifra más alta en los últimos 30 años.
La cotización del dólar es otra tragedia después del estallido en Chile. Para aquel momento se cotizaba en 712 pesos y hoy transa en 971, lo que implica una subida de 36,3 %. El panorama se explica solo: el impacto de la incertidumbre política deterioró el mercado de capitales y las finanzas de todos.
“El octubrismo y su violencia han paralizado Chile”, afirma María José Hoffmann, vocera de la Unión Demócrata Independiente, tras destacar que entre el 18 de octubre de 2019 al 31 de marzo de 2020 ocurrieron 19284 hechos de violencia y atentados contra el orden público. De ellos, 15203 fueron delitos contra el orden público, 2051 con maltrato de obra a carabineros y 1329 saqueos a la propiedad privada. Cifras que siguen sumando, lamentablemente.
Una válvula sin oxígeno
La descompresión del estallido en Chile, que propició el acuerdo por una nueva constitución, poco abonó para reducir la intranquilidad de los inversionistas, al originar una fuerte salida de capitales del país. El último Informe de Estabilidad Financiera (IEF) del Banco Central reveló una salida de capitales anualizada por 19200 millones de dólares asociada a hogares y empresas a marzo de este año.
Además, las polémicas y escándalos que rodearon al proceso hundieron al proyecto elaborado en el plebiscito. Quienes están en las calles parecen no comprenderlo. Tampoco aquellos que ocupan La Moneda.
“No se entiende si el presidente quiere entablar una lucha fehaciente contra la delincuencia o apoyarla en algunos contextos. Con una mano dice que “luchará como perro contra los delincuentes” y con la otra le da “pensiones de gracia a víctimas del estallido”, destaca Kenneth Bunker, académico de la Universidad Central en ExAnte. Con esa ambigüedad ni Chile ni el gobierno lograrán consenso alguno.