Un artículo de Luis Cino para Cubanet denominado «Vienen tiempos difíciles para el periodismo independiente» analiza la realidad de los comunicadores no vinculados al régimen. Reproducimos el texto:
El periodismo independiente, desde sus inicios en 1995, nunca la ha tenido fácil en Cuba. Pero se avecinan tiempos todavía más difíciles. Probablemente serán más difíciles aún de lo que han sido en los casi 20 años posteriores a la ola represiva de la Primavera Negra de 2003, en la que 22 de los 75 opositores encarcelados y condenados a largas penas de prisión se desempeñaban como periodistas.
La dictadura, revolviéndose en la peor crisis que ha tenido que enfrentar en sus 63 años de existencia, asustada por las protestas populares, está recurriendo a un blindaje legalista de muy grueso espesor.
El nuevo Código Penal de tufo nazi aprobado en mayo por la dócil e invariablemente unánime y aplaudidora Asamblea Nacional del Poder Popular —y que todavía no está en vigor, pero que luego de publicado en la Gaceta Oficial es como si ya lo estuviese— criminaliza las libertades de expresión, reunión, asociación y manifestación pacífica.
En dicha ley, que establece la pena de muerte para 24 delitos, aparecen tipificados 32 que amenazan la libertad de expresión, aun en el ciberespacio.
Por si no bastase con la infame Ley 88, vigente desde hace un cuarto de siglo, ahora, en virtud del nuevo Código Penal, los periodistas independientes podrían ser condenados hasta a diez años de cárcel por recibir recursos financieros o materiales de organizaciones no gubernamentales o instituciones internacionales o para lo que el régimen quiera considerar “actividades contra el Estado y su orden constitucional”.
En los últimos meses, la represión y el hostigamiento contra los opositores, pero en particular contra los periodistas independientes, se han redoblado. Decenas de ellos han sido forzados a irse de Cuba. La mayoría son comunicadores, de los más nuevos en el gremio.
Recientemente, nueve jóvenes reporteros del medio independiente El Toque, luego de ser presionados por la Seguridad del Estado, aceptaron renunciar públicamente al periodismo independiente. Alegaron que no querían seguir poniendo en riesgo sus vidas y las de sus familias. Lo más probable es que pronto muchos de ellos, si no todos, se marchen de Cuba.
No pretendo juzgar las decisiones personales de esos colegas, cada cual administra sus temores a su modo y escoge su futuro, pero a muchos nos han decepcionado por lo rápido que se dieron por vencidos. No sabemos qué les hizo pensar que su tarea sería fácil y gratificante. Bastó el primer ladrido de los represores para que desistieran.
Parece que estaban hechos de otro material mucho más resistente los que crearon y nutrieron las primeras agencias de prensa independiente (Raúl Rivero, Manuel Vázquez Portal, Jorge Olivera, Tania Quintero, Mercedes Moreno, Tania Díaz Castro, Ricardo González) y los que nos fuimos sumando después.
Siempre hubo arrestos, interrogatorios, amenazas, chantajes, decomiso de los medios de trabajo, actos de repudio, golpizas, condenados a prisión. Pero no cejamos, y por eso el periodismo independiente, a pesar de los pesares, pudo llegar hasta hoy.
Gracias a los iniciadores y a los que los sucedimos pudieron surgir esas nuevas hornadas de comunicadores al margen del control estatal, que luego, en la mayoría de los casos, se mostraban altaneramente renuentes a reconocer esa deuda por considerarnos a los más viejos en el oficio demasiado estridentes, conservadores y faltos de glamour.
El periodismo independiente, que ha demostrado ser duro de roer, sobrevivirá. No importa los golpes que reciba de la dictadura.
En toda empresa humana hay gente que comete errores y no sabe cómo rectificarlos y personajes que visten tallas que les quedan grandes. Y oportunistas, miedosos, incapaces, timadores. Los hubo entre los periodistas independientes de la primera época, los hubo después y los hay hoy. Y también chivatos. Separando el trigo de la paja, el tiempo lo pondrá todo en su lugar. Máxime si es un tiempo de definiciones, como el que estamos viviendo hoy en Cuba.