Dos modelos políticos totalmente antagónicos se medirán en la segunda vuelta presidencial de este 30 de octubre en Brasil. La contienda será reñida, porque si algo ha dejado ver la campaña es la polarización que existe entre el electorado que finalmente se decidirá por el conservadurismo del actual presidente Jair Bolsonaro o el socialismo que la prensa maquilla como «progresismo» del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Y aunque los indicadores económicos de los últimos cuatro años demuestran cuál modelo de gobierno es más próspero, analistas advierten lo estrecha que será la diferencia de votos en el resultado. Las encuestas coinciden luego de su mal desempeño antes de la primera vuelta.
Así, tanto Lula da Silva como Bolsonaro llegan al balotaje con marcadas diferencias y la posibilidad para ambos de conseguir la victoria. El primero carece del impulso de sus candidatos a diputados (muchos derrotados el pasado 2 de octubre). El segundo, mira de cerca el desempeño del Tribunal Superior Electoral (TSE) —por acusaciones de censura— mientras moviliza su maquinaria en zona populares. Busca recordar a los brasileños que el comunismo está lejos de traer soluciones.
En medio de la polarización, algo está claro: el próximo presidente de Brasil deberá gobernar con un Congreso mayoritariamente de derecha, luego de que el Partido Liberal (PL) —de Bolsonaro— lograra 99 escaños de 513 de la Cámara de Representantes y 14 de las 27 bancas que se disputaron al Senado, convirtiéndose con sus aliados en la principal fuerza política en ambas cámaras. Teniendo esto cuenta, así se configura el panorama que garantizaría un gobierno tranquilo en un eventual segundo mandato de Bolsonaro y complicado en caso de Lula da Silva llegar a la Presidencia.
Las alianzas internas
Tres estados posiblemente definirán los resultados de la segunda vuelta en Brasil: Sao Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro. Juntos acumulan unos 63 millones de electores, sobre un total de 156 millones en todo el país.
El dato relevante es que el 2 de octubre en Minas Gerais y Río de Janeiro ganaron gobernadores que están a favor de Bolsonaro. Es decir, el electorado de ambos estados votó masivamente por los conservadores, aunque en el primero de estos Lula consiguió una estrecha victoria. No solo es un indicador, sino que dichas alianzas podrían mover aún más votos. Eso vaticinan los expertos. Sin duda, Minas Gerais será decisivo.
La maquinaria de Bolsonaro continúa moviéndose. Por ejemplo, Tarcisio Gomes de Freitas, candidato a gobernador en Sao Paulo, se medirá en el balotaje contra Fernando Haddad, el apadrinado por Lula. En consecuencia, su campaña también busca capitalizar votos para el mandatario que aspira a la reelección.
En cuanto a Lula, prefirió resguardarse en Sao Paulo, donde salió derrotado en la primera vuelta. Sobre sus espaldas pesa el riesgo de que su electorado no acuda masivamente a la urnas. El motivo es que en muchos sectores del nordeste (su músculo político) la dificultad de transporte de los electores hasta los centros de votación es mayor y Lula no tendrá en esta oportunidad a los candidatos a diputados que el 2 de octubre movilizaban votantes por interés propio. Su performance final lo dejó en manos de aliados. Como por ejemplo, con la senadora Simone Tebet, que viajó hasta Minas Gerais para contrarrestar las apariciones de Bolsonaro. Geraldo Alckmin, exgobernador de Sao Paulo, se dedicó a buscar votos en ese estado. Y Marina Silva, exministra de Medio Ambiente, realizó actos en Río de Janeiro a favor de Lula.
Los apoyos internacionales
Bolsonaro cuenta con el apoyo del expresidente de EE. UU., Donald Trump, quien lo bautizó como «el Trump tropical». Se suma a la lista el líder de Vox en España, Santiago Abascal, así como distintas organizaciones y voceros de derecha que se reunieron en la II Cumbre de la Iberoesfera. El apoyo al presidente brasileño fue uno de los ejes de ese evento.
Donald Trump Jr. publicó un video en el que asegura que Jair Bolsonaro «es la única persona que puede detener la propagación del socialismo y del comunismo». En el mundo de los deportes, cuenta con el respaldo de los astros del fútbol Rivaldo, Thiago Silva, Daniel Alves y Neymar.
En la otra acera, Lula da Silva tiene el apoyo de personajes como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su vicepresidente, Yolanda Díaz. Estos hablan de supuesto «progreso» en caso de que el país quede en manos del exmandatario socialista. A ellos se unió el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
También es conocida su cercanía con los dictadores de América Latina, algo que el presidente Bolsonaro se ha encargado de recordar en los debates televisados. Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Migue Díaz-Canel, forman parte de esta lista.
Las polémicas y el ventajismo
Las polémicas en torno al Tribunal Superior Electoral (TSE) han robado protagonismo en la campaña. Hace pocos días aprobó la ampliación de sus poderes para vigilar y silenciar publicaciones en redes sociales y eso cayó mal en los sectores de derecha. Después de todo, han sido figuras del PL las que más escrutinio han sufrido por esta instancia, al ordenarles eliminar contenidos que no favorecían a Lula.
Lo más reciente es el escándalo que se desató a raíz de la destitución de un empleado. El TSE dijo que se debía a «cambios que el presidente de la Corte, Alexandre de Moraes, ha impulsado en su equipo luego de asumir el cargo». Lo que hace ruido es que dicho empleado, llamado Alexandre Gomes Machado, denunció que horas antes había remitido a sus superiores un correo electrónico de una emisora de radio de Minas Gerais. Esta informaba que entre el 7 y el 10 de octubre dejó de mostrar 100 spots de propaganda electoral de Bolsonaro. Posterior a sus palabras, el TSE cambió la razón de la destitución por «prácticas reiteradas de hostigamiento moral, incluso por motivos políticos».
Este caso coincide con la reciente denuncia del presidente sobre 154.000 inserciones radiales menos que Lula da Silva en las últimas dos semanas. Recurso que por cierto fue desestimado por el TSE. Las críticas entorno a este tema apuntan a que la instancia electoral está dando ventajismo al exmandatario socialista frente a Bolsonaro.
En resumen, son elecciones altamente polarizadas con un estrecho margen de diferencia. Las urnas hablarán este 30 de octubre.