El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva fue elegido este domingo presidente de Brasil por tercera vez, tras imponerse en segunda vuelta al mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro por un estrecho margen, durante un conteo agónico.
Con el 99.31% de los votos escrutados, Lula obtuvo 50,86% y Bolsonaro 49,14%, una diferencia sumamente ajustada en un país de 215 millones de habitantes, según datos oficiales.
La velada electoral fue agónica pues ambos candidatos se mantuvieron codo a codo durante todo el escrutinio.
La diferencia en votos es de 1,9 millones a favor de Lula, para un total de 156 millones de electores.
Bolsonaro ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: «El que tenga más votos, gana». «Es la democracia».
Lula, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, cuenta con el apoyo de los más pobres y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos de Bolsonaro, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.
Lula no lo tendrá fácil en el Congreso, donde los conservadores son mayoría.
Lula volvió al ruedo político el año pasado, después de que sus condenas por corrupción fueran anuladas por motivos procesales. Había estado preso 19 meses salpicado especialmente por el escándalo «Lava Jato» sobre una red de sobornos en la estatal Petrobras.
La campaña acentuó la polarización en el país, dividido entre un movimiento conservador y aquellos con una visión progresista, acorde con la diversidad social de Brasil.
«Para nosotros, el regreso de Lula es muy importante, trató de demarcar nuestras tierras, tenía proyectos», dijo a la AFP el chamán Saha da Silva, del grupo indígena sateré-mawé, que votó en su comunidad de Iranduba, a 80 km de Manaos, capital de la Amazonía.
Bolsonaro, un excapitán del ejército, buscó la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación y caída del desempleo-, al tiempo que siguió insuflando un discurso nacionalista.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado y sigue ampliándose en todo el país.
El nuevo presidente de Brasil asumirá las riendas de Brasil el 1 de enero.
Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly, previó un «gobierno débil» de Lula: «Estará bajo la lupa desde el primer día y hará frente a un Congreso en contral», dijo.
Los fantasmas de la corrupción
Lula coronó su doble mandato consiguiendo la sede del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos de Rio-2016.
Su trayectoria política se vio empañada por escándalos de corrupción.
Fue reelegido pese al caso del «Mensalao», una millonaria contabilidad ilegal montada por el Partido de los Trabajadores (PT), que Lula cofundó en 1980, para comprar el apoyo de congresistas.
Terminó igualmente envuelto en el «Lava Jato», la mayor operación anticorrupción de la historia del país, enfocada en una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras.
Fue condenado en 2017 a nueve años y medio de prisión por la obtención de un apartamento de una constructora a cambio de contratos públicos, aunque siempre proclamó su inocencia.
Estuvo 19 meses en prisión. En marzo de 2021 recuperó sus derechos políticos con la anulación de su sentencia por irregularidades procesales.