El presidente de China, Xi Jinping, apenas se conocieron los resultados de las elecciones presidenciales del Brasil, felicitó a Luiz Inácio “Lula” da Silva por su triunfo y aseguró estar listo para trabajar junto al recién electo “por una cooperación más fortalecida”. El mandatario chino enfatizó además, “la alta importancia que concede al desarrollo de los vínculos con Brasil y ratificó su voluntad de unir fuerzas con Lula para elevar la asociación estratégica integral a nuevos niveles”.
Sin duda, Lula necesita de esa “asociación estratégica” para mantenerse en el poder durante los difíciles años de gobierno que le esperan; porque, a diferencia de su primer mandato, el cual obtuvo con el 61% de los votos, en esta oportunidad Lula llega al poder con apenas 1.8 puntos de ventaja, endeble y desacreditado.
El líder sindical de izquierda fue capaz de ganar las elecciones por haber recibido el apoyo de sus antiguos adversarios, entre ellos el expresidente Fernando Henrique Cardoso. La derecha, por su parte, obtuvo mayoría en el Congreso y en las gobernaciones. Así las cosas, Da Silva comienza su mandato con una imagen internacional debilitada y desprestigiada por corrupto. Y es que el nuevo mandatario, no fue declarado inocente, sino que fue liberado por formalismos meramente procedimentales.
La relación entre China y el Partido de los Trabajadores del Brasil es intensa y creciente. Prueba de ello son las reuniones periódicas que sostiene el Foro de Sao Paulo, -cuya secretaria ejecutiva es Mónica Valente, integrante del Partido de los Trabajadores (PT)- con el Partido Comunista de China (PCCh), las cuales son periódicamente reseñadas en la página electrónica del FSP.
Con motivo de la realización del XX Congreso del PCCh, en octubre pasado, Mónica Valente en su condición de secretaria ejecutiva del Foro, envió una carta al Comité Central del partido chino expresando la satisfacción del organismo latinoamericano de izquierda, por la reelección como secretario general, del “camarada Xi Jinping”. En la misiva se alabó el trabajo que “durante todo este período al frente del gobierno chino, el PCCh y el camarada Xi Jinping han realizado para mejorar las condiciones de vida de su pueblo, combatiendo el hambre y la pobreza extremas que aún aquejan a muchas personas”.
En mayo de este año, escribí en este mismo espacio una nota titulada “El Foro de Sao Paulo y el Partido Comunista Chino profundizan su cooperación partidista”. Y es que, en ese mes, el FSP comenzó un “ciclo de debates” con más de 15 países y 70 participantes sobre el rumbo de “las relaciones entre China y América Latina en la Nueva Era”, donde la viceministra del Departamento Internacional del Comité Central del PCCh, Shen Beili, y Mónica Valente, coincidieron en la necesidad de fortalecer los vínculos en Latinoamérica.
La propuesta ganó respaldos, entre otros, “el de Roy Daza, directivo de la Comisión de Asuntos Internacionales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y representante de la región Andino-Amazónica del Foro de Sao Paulo, quien insistió en la necesidad de fortalecer un bloque común en medio de la aguda contracción entre la humanidad y las fuerzas retrógradas del imperialismo y las guerras que afectan a puntos específicos del planeta”.
Lo que realmente significan estas palabas rimbombantes es la clara intención de entregar el continente Americano a China, como mecanismo para garantizar que el Foro de Sao Paulo se mantenga en el poder, fungiendo como procónsul del Partido Comunista chino en la región.
Lula, como fundador del Foro de Sao Paulo, avala y promueve este plan en su totalidad. El mandatario brasileño electo y el Foro de Sao Paulo ya se lanzaron a los brazos de Xi Jinping. En enero próximo cuando Lula tome posesión del cargo, se verá esta afirmación con mayor claridad.