miércoles, noviembre 20, 2024
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Cuba 2022: protestas ciudadanas, represión y estampida migratoria

LA HABANA. – Mientras en el Palacio de las Convenciones de La Habana el ministro de Economía, Alejandro Gil intentaba explicar a los aburridos delegados del Parlamento nacional los planes económicos del gobierno para el próximo año, a menos de un kilómetro del lugar, Zaida, vecina del Romerillo, barrio del municipio Playa, al oeste de La Habana, se liaba a golpes con dos mujeres en la cola donde iban a vender pollo y aceite.

El ambiente daba grima. Mujeres repartiéndose trompones y vociferando palabrotas, algunas contra el régimen, y curiosos grabando la pelea con sus teléfonos móviles para luego subirla a las redes sociales. La policía nunca llegó. “Los policías están descontentos, el gobierno los quitó de las brigadas de lucha contra coleros y ahora no se buscan ni un peso. Los llamas por teléfono y es por gusto. No vienen”, dice la administradora del punto de venta.

La pérdida de valores en la sociedad cubana es alarmante. Por cualquier motivo se suceden discusiones y se forman broncas. A una cuadra de la cola del pollo, en una cafetería privada, desde un televisor de pantalla plana adosado a la pared, Alejandro Gil seguía ‘vendiendo humo’. “En 2023 las ventas de bienes servicios y bienes en el exterior deben reportar ingresos, como mínimo, en el orden de los 9. 755 millones de dólares, 1.037 más que en 2022”, vaticinaba Gil. También afirmaba que en 2021 la economía creció un 2% y que en 2023 el PIB aumentaría en un 3%.

“Apaga esa mierda, socio. No aguantó más mentiras”, le pide al dependiente un joven que bebe cerveza. El tema genera una tertulia entre los usuarios de la cafetería. Todos insultan a Díaz-Canel y sus ministros. El premio gordo se lo reparten el ministro de economía Alejandro Gil y Ulises Guilarte, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba. “Ese ‘man’ es un sangrón”, comenta un señor. Los chistes se suceden.

Hace tiempo, los cubanos de a pie comenzaron a criticar en voz alta el estado de cosas en el país, pero nunca como ahora. El debate contra la ineficiencia del régimen traspasó el sofá de la sala y se instaló en las paradas de ómnibus, en los taxis colectivos y en las colas. Gente bien informada o sin mucho bagaje cultural zarandean a los gobernantes. El descontento es general, de Pinar del Río (occidente) a Guantánamo (oriente).

Mujeres negras, pobres y olvidadas como Zaida, culpan de la escasez y las carencias materiales a Díaz-Canel, presidente designado por Raúl Castro. Y coinciden en que el 11 de julio de 2021 fue un parteaguas. Miles de cubanos se tiraron a las calles en más de 50 poblados. Además de reclamar mejores servicios básicos, pedían libertad y democracia. El régimen tomó nota de los incidentes. Pero hizo una lectura superficial de las causas que originaron las protestas ciudadanas.

Ovidio, profesor de historia, asegura que «muchas personas han ido ganando en conciencia política y reclaman por el respeto de sus derechos. Ya no se les puede engañar tan fácil. Creyeron que reparando las aceras y pintando las bodegas apaciguarían el malestar de la gente. El pueblo quiere mejorar su vida y tener un sistema democrático. Los más inconformes y apáticos son los adolescentes y jóvenes. En las clases, cuando menciono a Fidel, Raúl o el Che, los alumnos se burlan. Menos respeto le tienen a los actuales dirigentes. Muy pocos quieren ser de la Unión de Jóvenes Comunistas. La participación en actividades políticas es baja. Ocho de cada diez alumnos quieren irse del país, igual que muchos maestros».

Melisa, estudiante universitaria, coincide que el malestar contra el gobierno y el deseo de emigrar es grande. “En la Universidad de La Habana la mayoría de los estudiantes queremos cambios democráticos y que se respeten las diferencias políticas y la libertad de expresión”.

A finales del mes de mayo, el deteriorado sistema electro energético nacional colapsó. Los apagones fuera de la capital se extendieron como promedio entre ocho y catorce horas. Con la disminución de las altas temperaturas en diciembre, los cortes de electricidad han disminuido.

Hugo, ingeniero, explica que “la inestabilidad del sistema eléctrico se mantiene. En las termoeléctricas se están generando 2300 o 2400 MW porque la obsolescencia tecnológica, falta de financiación y piezas de repuesto, unido a la agresividad del petróleo nuestro, provocan mayor cantidad de roturas en las centrales eléctricas. Pero al bajar el calor, baja el consumo. A disminuir los apagones ha contribuido el alquiler de patanas móviles de generación a Turquía. Ya contamos con siete, pero cuestan millones de dólares rentarlas. Se repararon varios grupos electrógeno y en estos momentos disponemos de más combustible. Pero este modelo energético es insostenible. Se necesitan inversiones en las energías limpias y construir al menos cuatro termoeléctricas con más generación cada una. Para esas inversiones se necesitan dos mil quinientos o tres mil millones de dólares. Y no hay dinero».

En 2021, el Observatorio Cubano de Conflictos reportó que en la Isla se habían producido 3.300 protestas ciudadanas. Se calcula que en 2022 la cifra casi se duplique, si tenemos en cuenta que en octubre de 2021 hubo 345 protestas y en octubre de 2022 se contabilizaron 589 en todas las provincias, en particular La Habana, a pesar de que “por un asunto de seguridad nacional se intenta no afectar a la población capitalina más de cuatro horas dos veces a la semana. La Habana se ha convertido en la más ‘contrarrevolucionaria’ de las provincias. En las elecciones del 27 de noviembre, para elegir a los delegados municipales al poder popular, entre los que no fueron a votar o anularon las boletas, alcanzó un 57% en la capital. Y en los estados de opinión del partido se ratifica que la mayoría de los habaneros está en contra del gobierno, aunque no se manifiesten. Eso es preocupante. Por eso a La Habana le dan un tratamiento especial”, manifiesta un funcionario partidista.

Sin casas pero con hoteles

Recientemente, el ministro del Transporte, Eduardo Rodríguez, informó que solo el 42% de los ómnibus se encontraban funcionando en todo el país, en algunas provincias menos que en otras. Los datos tampoco son alentadores en la construcción de viviendas, donde solamente lograron terminar 21.229 casas, lo que representa el 58% del plan previsto, dijo Vivian Rodríguez, directora general de la Vivienda.

Una situación que contrasta con la imparable construcción de hoteles a lo largo del territorio nacional. Dos acaban de ser inaugurados, el cinco estrellas Gran Muthu Cayo Santa María, en Villa Clara, y el Tribe Caribe Cayo Hueso, en Aramburu y Neptuno, en el corazón de Centro Habana, uno de los municipios que al igual que otros de la capital, se destaca por sus viviendas en mal estado y en peligro de derrumbe.

Pese al gran número de habitaciones hoteleras y de rentas particulares, el turismo sigue sin despegar en Cuba. Hasta octubre de 2022, habían arribado 1,198 402 visitantes, en su mayor parte procedentes de Canadá, Estados Unidos, España, Alemania y Rusia, muchos de los cuales eran cubanos residentes en el exterior. El Ministerio de Turismo espera recibir unos 3,5 millones de turistas internacionales en 2023.

Represión

El año que está a punto de terminar, se caracterizó por la represión contra la oposición, los activistas, los periodistas independientes y los ciudadanos que se manifestaron el 11J o que posteriormente salieron a protestar. Según Prisioners Defenders, ya son 1,034 los presos políticos en Cuba. En noviembre de 2021, en las cárceles había 805 reos políticos o de conciencia. Desde esa fecha y hasta el 30 de noviembre de 2022, se han sumado 576 nuevos presos políticos. En esa lista hay 34 menores de edad: 29 varones y 5 hembras que están cumpliendo sentencias o están siendo procesados penalmente. Y al menos 122 mujeres son prisioneras políticas.

Ninguno de los 1,034 ha cometido delitos de acuerdo con la jurisprudencia en una sociedad democrática. La mayoría salió a protestar pacíficamente en las calles reclamando libertad y mejores servicios públicos. Luis Robles, un joven informático guantanamero, está recluido en la cárcel de máxima seguridad Combinado del Este, en las afueras de La Habana, y fue condenado a cinco años por salir el 4 de diciembre de 2020 con un cartel en el boulevard de San Rafael pidiendo la libertad del músico urbano disidente Denis Solís.

El activista José Daniel Ferrer, los artistas contestatarios Luis Manuel Otero y Maykel ‘Osorbo’ Castillo y el periodista sin mordaza Lázaro Yuri Valle Roca cumplen injustas sanciones por oponerse al régimen. La dictadura intenta chantajearlos proponiéndoles el exilio para salir de la cárcel. Ellos se han negado a marcharse del país.

El hostigamiento sistemático de la Seguridad del Estado a opositores y periodistas independientes es una auténtica cacería. El mensaje es escueto y siniestro: o se marchan del país o los encarcelan. Se calcula en 200 el número de activistas y reporteros que han emigrado en 2022 debido a las amenazas de la policía política. Con la entrada en vigor el 1 de diciembre de un nuevo Código Penal, que se une a la Ley 88 o ley mordaza, vigente desde febrero de 1999, que puede sancionar hasta treinta años a un opositor al régimen, se refrendan un conjunto de leyes que permiten procesar a disidentes y periodistas con penas de tres a diez años e incluso la pena de muerte.

La orden dada por el mandatario Díaz-Canel, de emplear la fuerza contra los manifestantes el 11 y 12 de julio de 2021, ha superado con creces la Primavera Negra, la oleada represiva orquestada por Fidel Castro en marzo de 2003.

La torpeza política, el desabastecimiento generalizado y la pésima gestión de los servicios públicos, son las claves para que más de 250 mil compatriotas, el dos por ciento de la población, en 2022 haya decidido abandonar su patria.

El éxodo no va a parar. La crisis sistémica, el surrealista discurso ideológico y la miseria socializada presagian que para 2023 la cifra de emigrados pudiera crecer. El castrismo aún mantiene el control de la sociedad y el poder político. Pero las estructuras empresariales y productivas colapsaron.

Cada año la cosecha agrícola, cañera, tabacalera y ganadera decrece. Se produce un 50 por ciento menos de frijoles y viandas, comer carne de cerdo y pescado es un lujo y la naranja se ha convertido en una fruta exótica. Lo que parecía improbable, arruinar una boyante economía azucarera, agropecuaria y mercantil como la existente en Cuba antes 1959, lo lograron Fidel Castro, su hermano Raúl y Miguel Díaz-Canel. Peor imposible.

Fuente: Diario las Américas

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