Arturo McFields Yescas
El papa Francisco ha sido criticado por su actuar omiso y sumiso ante los feroces ataques de Daniel Ortega, quien desde 2018 totaliza 396 agresiones brutales contra la Iglesia de Nicaragua. Durante una reciente entrevista publicada por ABC España, el papa Francisco destacó que la Iglesia católica enfrenta los ataques de regímenes autoritarios con las armas de la diplomacia y el diálogo. «La Santa Sede nunca se va. La echan. Siempre trata de salvar las relaciones diplomáticas y salvar lo que se pueda salvar con paciencia y diálogo», indicó el Santo Padre.
Mientras la diplomacia del Vaticano sigue sus tiempos y sus trámites, el dictador de Nicaragua no da tregua a su cacería sádica contra los líderes eclesiales. Este año se ha arrestado a 12 religiosos, se han profanado templos y cerrado una veintena de radios y televisoras católicas. Ortega ha llamado a los clérigos vándalos, golpistas y terroristas y al Vaticano le ha denominado «la dictadura perfecta».
Por primera vez en la historia de Nicaragua se arrestó a un obispo. Monseñor Rolando Álvarez, desató la furia de la dictadura por cuestionar los abusos del poder y reclamar la liberación de 230 presos políticos. El obispo de la Diócesis de Matagalpa lleva cuatro meses bajo arresto policial, pero fue hace una semana que se confirmó una acusación por supuesto “menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas a través de tecnologías de la información”.
Ortega está en lista negra de ataques a libertad religiosa
En diciembre de este año, el gobierno de Estados Unidos informó que los regímenes de Nicaragua y Cuba fueron anexados a la lista negra de países que violentan las libertades religiosas. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, manifestó que las violaciones a la libertad religiosa “siembran división, socavan la seguridad económica y amenazan la estabilidad política y la paz. Estados Unidos no se quedará de brazos cruzados ante estos abusos”.
La orfandad de la Iglesia nicaragüense
La estrategia del papa, aunque bien intencionada, ha dejado a la Iglesia de Nicaragua huérfana ante el hostigamiento permanente de la dictadura, la que ha prohibido todas las procesiones litúrgicas de la Iglesia. Algo nunca visto en la historia de Nicaragua.
El pasado 13 de diciembre, un grupo de religiosos nicaragüenses en condición de anonimato, envió una carta al cardenal Leopoldo Brenes, máxima autoridad de la Iglesia católica en Nicaragua, pidiendo alzar su voz ante los abusos de Ortega. “Mientras cientos de miles de nicaragüenses están sufriendo el drama de la pobreza, el desempleo, la migración forzada, encarcelamientos injustos, exilio doloroso, o la pérdida de miembros queridos de sus familias, usted hace todo lo posible para evitar conflicto con la dictadura sangrienta”, señala la misiva.
Conferencia Episcopal de Estados Unidos se pronuncia
El obispo David J. Malloy, miembro de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, ha levantado su voz ante la persecución que sufre la Iglesia nicaragüense. “El régimen y sus aliados han estado implementando una política de severas y sistemáticas agresiones e intimidaciones físicas, retóricas e institucionales contra la Iglesia católica de Nicaragua. Esto ha incluido detenciones injustas, violencia, prohibición del regreso de sacerdotes a Nicaragua, profanaciones de imágenes sagradas e incluso del Santísimo Sacramento”, señala el pronunciamiento.
El religioso hizo un urgente llamado “al gobierno de los Estados Unidos y a la comunidad internacional para que busquen la liberación inmediata del obispo Álvarez, la restauración de la libertad religiosa y las garantías de los derechos humanos, e inicien un proceso de restauración del orden democrático y el Estado de derecho en Nicaragua”.
La grandeza de monseñor ante sus pequeños carceleros
Tras cuatro meses de secuestro policial, monseñor Rolando sigue presente en el corazón de los nicaragüenses. Lo persiguieron, lo proscribieron, lo acosaron y lo encarcelaron, pero el obispo sigue siendo gigante frente a sus pequeños y cobardes carceleros.
“Porque somos dignos, somos libres, porque somos libres no tenemos miedo y porque no tenemos miedo seguiremos creyendo, esperando, trabajando por nuestra paz y por nuestra libertad. Porque para ser libres nos liberó Cristo y no para ser esclavos”, dijo el obispo Rolando, cuya voz valiente no ha podido, ni podrá, ser acallada por la brutalidad y la ferocidad de la dictadura.