A mediados de este año, el panorama iberoamericano se mostraba sombrío. El Foro de Sao Paulo venía ganando elecciones sistemáticamente, primero en el Perú, luego en Honduras, posteriormente en Chile, después en Colombia, y finalmente en el Brasil. El avance una marea roja indetenible.
Sin embargo, el 4 de septiembre una luz se encendió en el panorama: la Constitución progresista de Gabriel Boric fue rechazada de manera apabullante por los chilenos que no aceptaron cambiar sus valores tradicionales por una Carta Magna que promovía el indigenismo, el ecologismo, el aborto y la ideología de género.
El 6 de diciembre el Foro de Sao Paulo sufrió otro golpe cuando Cristina Fernández de Kirchner, fue condenada por un tribunal federal argentino a seis años de cárcel e inhabilitación política de por vida por haber defraudado al Fisco, a pesar de la campaña internacional de la izquierda respecto a que la vicepresidenta era víctima de una operación de guerra jurídica o lawfare.
La tercera debacle del Foro de Sao Paulo se produjo el día siguiente, el 7 de diciembre, cuando el presidente peruano Pedro Castillo fue destituido constitucionalmente por haber pretendido dar un golpe de Estado, decretando la disolución del Congreso. De nada sirvió la injerencia indebida de los cuatro gobiernos progresistas de Argentina, Bolivia, Colombia y México. La destitución de Castillo se mantuvo firme y su reemplazo, Dina Boluarte, sigue gobernando desde la Casa de Pizarro.
En el ínterin, otra noticia preocupante para el Foro de Sao Paulo fue el hecho que el Partido Demócrata norteamericano perdiera el control de la Cámara de Representantes del Congreso a manos de Partido Republicano, en las denominadas elecciones de medio término. No es un secreto que los demócratas son mucho más tolerantes con la izquierda iberoamericana, como lo demuestra el comportamiento cómplice de la administración Biden con la dictadura de Maduro.
En las tres derrotas mencionadas hay un factor común: el pueblo no salió a la calle a defender las banderas de la izquierda, todo lo contrario, hubo manifestaciones multitudinarias de alegría por el rechazo a la Constitución chilena, la condena de Kirchner y el impeachment de Castillo. Es decir, el Foro de Sao Paulo en realidad no cuenta con apoyo popular.
Esta falta de respaldo se debe a que los candidatos del Foro no llegan al poder por su liderazgo, sino como resultado del voto castigo a los partidos tradicionales en ocasiones, pero otras, por financiamiento ilegal y la instalación de fraude electoral que cada vez se hace más evidente. Los triunfos de apenas uno o dos puntos porcentuales de ventaja, como ocurrió en Perú, Colombia y Brasil han dejado una percepción de opacidad en el sistema electoral.
Con todo lo descrito no queremos decir que el Foro de Sao Paulo dejó de ser una amenaza. Por el contrario, sus miembros son más peligrosos que nunca, porque se saben débiles y vulnerables, por lo que intentarán mantenerse en el poder mediante el uso de violencia y el desmantelamiento de nuestras democracias.
Sin duda, el año 2023 nos presenta un escenario pleno de esperanzas y de oportunidades, siempre y cuando se aprovechen las fragilidades del Foro de Sao Paulo y se dejen atrás los enfrentamientos estériles dentro de los sectores democráticos, lo cual permitirá construir un movimiento continental sólido en defensa de las libertades y el desarrollo económico.