MIAMI — El régimen de Daniel Ortega se encamina a consolidar en 2023 su modelo autoritario, “perfeccionar el control social a través de las estructuras del Estado en localidades y barrios, y aumentar la política paternalista para crear dependencia y mantener su base cautiva”, valoró el académico y exembajador de Nicaragua en Suecia y Alemania José Dávila.
El 2022 fue el año de la radicalización del gobierno en Nicaragua. Ortega logró imponer el control de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en los 153 municipios del país, tras adjudicarse las alcaldías en los comicios de noviembre.
Acto seguido, el fortificado régimen inició juicios y aplicó condenas a sacerdotes y seminaristas de la Iglesia católica, además dictó largas sentencias a políticos de la oposición, ilegalizó agrupaciones políticas opositoras, y provocó con sus políticas el éxodo de decenas de miles de nicaragüenses hacia Estados Unidos que huyen de la pobreza y la represión.
Aún está pendiente la condena de una de las voces más respetadas de la Conferencia Episcopal, el obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez.
Para José Dávila, la estrategia de Ortega está dirigida en cinco puntos: “Perfeccionar el control social” que ha alcanzado desde que llegó al poder. “Lo hará”, señaló, “por medio de las estructuras estatales en los barrios, comisarios políticos a todo nivel en el Estado, y de los favores populistas”, que beneficia a unas 150.000 personas con la ayuda de pagos de los servicios de agua y luz.
“El propósito es constituirlas en su base social cautiva, y llamarla ‘pueblo’. [Pero] Nicaragua tiene seis millones de habitantes”, acotó.
Una eventual reorganización y unificación de la oposición en el 2023 sería, para el exdiplomático, “el factor impulsor para que Ortega se incline a radicalizar aún más su dictadura”.
Tras casi cinco años de las protestas de abril de 2018, la oposición no ha logrado la unidad debido a la desconfianza que genera el sandinismo disidente, que gobernó con Ortega durante el primer régimen (1979-1990), hoy separados del caudillo sandinista.
“La segunda estrategia”, aseguró Dávila, “es la consolidación de la lealtad, hasta ahora firme, del Ejército y la Policía. Ambas instituciones han mantenido un apoyo duro e incondicional en la represión contra la población desde las protestas de abril de 2018, gracias a las prebendas otorgadas por Ortega”.
Dictadura dinástica
La intención de establecer una dictadura dinástica, o sea la continuidad del poder en manos de su familia para seguir gobernando, es otra de las estrategias de Ortega.
Dávila estimó que Daniel Ortega y su esposa y vicepresidente Rosario Murillo trabajan en la definición de su delfín que podría asumir el mando en cuatro años.
“Descartada la dictadura de partido, será dinástica”, afirmó el académico.
El principal obstáculo al que no se pueden enfrentar Ortega y Murillo es la avanzada edad de ambos. Ortega, de 77 años, concluiría el periodo presidencial que se adjudicó en 2027, con 81 años. Algunos analistas estiman que podría entregar el poder a su esposa, que para entonces tendría 75 años, pero otro obstáculo al que ella se enfrenta es que no goza del apoyo del partido.
En ese sentido, Dávila cree que el “delfín” será Laureano Ortega Murillo, de 40 años, quien ha vivido toda su vida al amparo de sus padres y ha asumido cargos de representación de Estado sin tener nombramiento oficial.
Un cuarto planeamiento estaría enfocado a nivel internacional. Se trata de lo que Dávila define como el “anclaje” total de Ortega contra Estados Unidos y sumido “al bloque mundial dictatorial encabezado por China y Rusia, como peón de la geopolítica mundial”.
La ubicación geográfica de Nicaragua con Estados Unidos es empleada para “provocar y concentrar la atención en Nicaragua”, aseguró Dávila, lo que convierte al país en un eje de hostilidad contra Estados Unidos, el principal socio comercial de Nicaragua.
En el plano de las finanzas, la quinta estrategia a la que se refiere Dávila es la economía, que califica de “hibrida”.
Sostiene que, a nivel de la macroeconomía y sus variables, Ortega continuará cumpliendo los lineamientos del Fondo Monetario Internacional y otros organismos financieros internacionales, que le siguen otorgando créditos al país.
Mientras tanto, la microeconomía “sustento familiar seguirá a través de las remesas” desde el exterior, lo que significa un rubro que va en aumento, a medida que incrementa la migración de nicaragüenses a destinos como Estados Unidos, Costa Rica y España.
Durante el último periodo fiscal que concluyó el 30 septiembre, un total de 164.600 nicaragüenses ingresaron a Estados Unidos. Durante los meses de octubre y noviembre ingresaron 55,279 nicaragüenses, que representa más de un 40% del total que ingresó en el pasado periodo fiscal.
Es a través de las remesas y la implementación de medidas “asistencialistas”que Ortega buscará fortalecer la economía popular, sostuvo el experto.
Por ahora, no se visualiza una solución negociada a la crisis sociopolítica en Nicaragua, que en abril cumplirá cinco años. En este tiempo Ortega desmanteló a la oposición a sangre y fuego, y mantiene en la cárcel al menos a 235 opositores a su régimen.