Jeffrey Kihien
Voy a dividir arbitrariamente la historia política de Hispanoamérica en tres periodos. El primero pre-hispánico; el segundo hispánico monárquico, y el tercero, el periodo republicano. Para iniciar, hablemos del periodo político pre hispánico, que no estuvo libre de conjuras políticas para obtener y conservar el poder. Sacrificios humanos, esclavitud extendida al igual que el canibalismo, prácticas de antropomorfismo y animismo. Era una sociedad en guerra constante y constante temor.
El periodo hispánico monárquico, que duró tres siglos, no extinguió a las monarquías que la antecedieron, más bien las reconoció, protegió y asimiló, entroncándolas con la nobleza europea. El rey de España se convirtió en el Inca por derecho reconocido y la nobleza india se conservó, adquiriendo poder y riqueza nunca antes vista en el planeta. Fue un periodo de paz, comercio, propiedad privada y espiritualidad; capitalismo en pocas palabras, un sistema de valores morales, cristiano, basado en el orden natural; libertad suprema de circulación de ideas, bienes y personas. Libertad del hombre dentro del orden natural y valores cristianos, sin confundir con la libertad moderna imposible de conceptualizar.
El indio americano, luego mestizo, se desarrolló con valores morales cristianos capitalistas de la alta Edad Media, es por eso que las nuevas Españas americanas se desarrollaron y prosperaron rápidamente; industria, iglesias, escuelas, universidades, hospitales, caminos, gobierno, leyes, familia y fiesta católica en libertad, cada villa y cabildo autónomos. La vida se desenvolvía dentro de la moral cristiana, incluyendo la caridad.
Francisco de Vitoria pregona, “los comerciantes llevan a cabo un servicio importante para el bien común de la cristiandad,” esa era la orden de Dios, y agrega, sobre la propiedad comunal; “si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad.”
La iglesia es capitalista, o al menos lo era, pues el capitalismo es un sistema de valores cristianos, incluyendo la caridad. Esa tradición comercial hispana se conserva en los andes de Perú, que es lo más hispano tradicional que se puede encontrar en Iberoamérica.
Con las erradamente llamadas guerras de independencia, que en realidad fueron guerras de secesión de España, se inicia el periodo republicano, que ya ha cumplido 200 años. Con la republica llegó también el estado centralista y secular y democrático. Un cambio violento y traumático para todos los virreinatos de las Españas, que se sumieron en décadas de guerras civiles intentando establecer el nuevo concepto de estado. La republica trajo también nuevas fronteras, la nacionalidad, destrucción de la economía, el concepto moderno de raza, y el inicio del desplazamiento de la moral católica, por la moral del estado.
Se quebró el sistema de valores, el compás moral del ciudadano que le había permitido crear una nación que abarcaba la casi la mitad del planeta. Sin un sistema de valores el ser humano se pierde, los valores son el norte en la vida. No quiero especular si el secularismo fue un plan macabro y preconcebido, para destruir la cristiandad, pero si, ha funcionado para el mal.
La nuevas republiquetas hispanas y seculares viven en revolución constante, probando toda ideología que viene de afuera porque la considera mejor, es que precisamente la pérdida del compás moral desencadena en la formación de sentimiento de inferioridad y de búsqueda constante. La hispanidad mestiza busca en el malvado indigenismo, creación del anglo sajón según dicen, su razón de ser, cito como ejemplo. En las Américas no hay indios, todos somos mestizos y católicos. A menos que se refieran a las tribus de no contactados dentro de la selva, aislados inhumanamente para ser objetos de estudio con la prohibición expresa del estado, de no ser evangelizados.
La República introdujo también la democracia, con la constante preocupación de elegir gobernantes en un concurso de popularidad, antes, eso lo hacia la monarquía, y las autoridades eran los nobles, sin poder absoluto, sin otro control que el de la moral, la ética y las buenas costumbres. Solo estaban limitados en su actuar por sus valores, y la necesidad de obrar bien para entrar en el cielo. Y el peligro de ser ajusticiados, Fuenteovejuna todos a una.
El centralismo es la mejor definición del Estado republicano, del Estado moderno, todas las decisiones se toman desde un edificio y se irradian al resto de las células estatales, con la incomodidad que generan. Esta es la principal causa del fracaso del Estado moderno en Hispanoamérica, el centralismo. Durante la monarquía, el Estado era pequeño y el centralismo no podía existir. Los poblados eran autónomos, con libertad para comerciar y practicar la fe cristiana, cuyo principal componente es su moral, esto último, en el estado moderno no existe, la moral tradicional cristiana es penada como delito de odio.
Los Andes del Perú son un caso de estudio. De ser las pujantes y autónomas ciudades virreinales, tradicionales, católicas, hispanas, pasaron con la independencia y el estado moderno a ser ciudades descritas con el concepto moderno ideológico del indigenismo. Ahora son indígenas, de la periferia, de las provincias, anti modernos, atrasados, lugares sin oportunidades que se resisten al avance del tiempo, al progreso.
Lo más peculiar, es que sus tradiciones pasaron de ser hispanas a Incas. La pollera; Inca, la música; Inca. El Carnaval; Inca. Se habla también, que a los andes de Perú no llega el estado, pero si el estado significa burocracia pagada, impuestos y menos libertad para comerciar y producir dinero, no se necesita el estado. Es por ese motivo la informalidad es la norma allí, y en todo el Perú, para ser más exacto.
Doscientos años de república, doscientos años de estado moderno nos hace pensar que el modelo de gobierno no funciona, y volver a las raíces cristianas, a la tradición, es la solución en Hispanoamérica, una sola nación en el concepto tradicional; idioma, costumbres, tradición, comercio.