MIAMI– Los grandes bancos y los gigantes de la tecnología en Estados Unidos se preparan desde hace meses para enfrentar en 2023 una agudización de las consecuencias provocadas por las políticas económicas del gobierno de Joe Biden.
Cada semana que transcurre las señales son más claras de lo que será el 2023 para los estadounidenses. Si el 2021 y 2022 fueron difíciles, el presente se dibuja peor, según los indicadores económicos y las previsiones del sector empresarial y financiero.
El impacto de las subidas de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, para contener la mayor inflación en Estados Unidos (EEUU) en las últimas cinco décadas, se debe sentir con mayor fuerza en los próximos meses.
Un 2022 de preámbulo
Desde noviembre, la resistencia que había mostrado la economía por sus bases sólidas comenzó a dar indicios de un resquebrajamiento general.
Los despidos masivos de los grandes consorcios de tecnología, que en sólo un mes han dejado sin trabajo a 50.000 personas; la caída de la producción industrial y la contracción desde hace meses de la manufacturera; la reducción de las ventas minoristas en noviembre y diciembre (la época dorada del año) por un visible menor consumo en casi todos los sectores, conforman lo que parece la cúspide de la crítica situación que sufre la mayoría de los estadounidenses, desde la llegada a Washington de la administración Biden.
Como se esperaba, a pesar de las celebraciones de fin de año y de las promociones, las ventas minoristas bajaron más de un 8%, respecto a igual lapso del año anterior.
La Federación Nacional de Minoristas dijo que las ventas navideñas en noviembre y diciembre apenas despuntaron un 5,3%, una cifra muy inferior a la esperada y una dramática caída comparada con la temporada navideña del 2021, cuando el crecimiento fue de 13,5%.
El monto total de gastos ascendió a 677.100 millones de dólares en diciembre, 1,1% menos que en noviembre, cuyos datos también fueron negativos.
Y aunque el precio de la gasolina, de los autos y de las viviendas en venta bajaron, el resto de los productos -como los alimentos- continuaron su imparable ascenso.
El precio de los alimentos creció 0,4% en diciembre, mientras que el de la gasolina caía 4,5%, un factor que incidió directamente en que la inflación se ubicara ahora en 6,5% desde el 9,1% en junio, según la Reserva Federal.
Las carnes, embutidos y huevos tuvieron el mayor incremento en diciembre.
Las visibles grietas
Por eso, algunos economistas discrepan del actual nivel inflacionario y consideran que el dato no concuerda con la realidad. Y es precisamente eso lo que observan los principales bancos estadounidenses, frente a un fuerte desgaste financiero [durante dos años] de millones de familias estadounidenses.
“Aparecen las grietas en la resiliencia que los consumidores demostraron en 2022, a medida que los precios son más elevados y tasas de interés más altas. La incertidumbre del ambiente macroeconómico finalmente está pasando factura”, dijo Mickey Chadha, vicepresidente de Moody’s.
La agencia Moody’s pronostica que los consumidores serán cada vez más “selectivos” en sus gastos durante el primer semestre del año.
Loretta Mester, funcionaria del Banco Central estadounidense, dijo que se necesitan más alzas de tasas en 2023 para derrotar definitivamente la mayor inflación vista en Estados Unidos en cinco décadas. Sus comentarios se mantienen en la misma línea del presidente de la Fed, Jerome Powell.
En cuánto y por cuánto tiempo aumentará el Banco su tasa referencial dependerá del efecto que la medida tenga en la economía de EEUU. Actualmente, la tasa referencial es 4,25% y 4,50%, su mayor nivel en 15 años.
Medidas de urgencia
A todo lo anterior se unen los despidos masivos de empleados por parte de las compañías de tecnología en EEUU entre ellas, Intel (+20.000), Tesla (10% de su plantilla), Amazon (+18.000), Microsoft (+10.000), Meta (+12.000) Salesforce (casi 8.000), Lyft (13% de su personal administrativo), Twitter (casi 4.000). Alfhabet (matriz de Google, +12.000, el 6%). Apple frenó todas las contrataciones, sin descartar cesantías en el primer o segundo trimestre.
La lista agrega más de 18 grandes empresas, sin sumar las proyecciones de las cadenas minoristas, farmacias y supermercados.
Por su parte, el sector inmobiliario ha experimentado un desplome de las ventas durante 11 meses consecutivos, con el 17,8% de descenso en 2022 (el peor registro desde 2014).
El sector automotriz no sale de la crisis de escasez de piezas y empleados en la fabricación y la reducción de ventas. Los analistas coinciden en que será muy difícil que la situación cambie en 2023.
Al anticipar un fuerte deterioro de la economía estadounidense y una posible ola de impago de deudas, los grandes bancos en el país incrementaron sus reservas y estudian las facilidades de préstamos que permitieron en el pasado el acceso rápido y directo de millones de clientes.
Los bancos preparan el terreno para enfrentar la eventualidad de que sus clientes no puedan pagar sus deudas. Por eso, JPMorgan Chase separó 1.400 millones de dólares, Citigroup $640 millones, Bank of America, $403 millones y $397 millones tiene listo Wells Fargo.
En el último cuarto del año, los grandes bancos estadounidenses obtuvieron jugosas ganancias, beneficiándose en parte del encarecimiento de los préstamos por las siete subidas de tasas de interés del Banco Central para contener la inflación. En algunos casos, los ingresos netos fueron mucho menores que en igual período de 2021.
El beneficio neto aumentó en el cuarto trimestre 6% a 11.000 millones de dólares para JPMorgan, y 2% con $6.900 millones para Bank of America.
En cambio, cayó 21% (2.500 millones de dólares) para Citigroup y 50% ($2.900 millones) para Wells Fargo.
Un panorama irreversible
El banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs registró un declive sin precedentes de 69% de sus ganancias en el cuarto trimestre de 2022 respecto a igual período de 2021, principalmente por la caída de su negocio de asesoramiento y gestión de patrimonios.
La facturación bajó un 16% hasta los 10.600 millones de dólares y su beneficio neto se situó en apenas 1.200 millones de dólares en el trimestre. El banco triplicó sus provisiones de dinero con el objetivo de prevenir inminente ola de impagos.
La disminución de los índices de consumo en EEUU, debido en gran medida a la escalada de precios en 2021 y 2022, ha provocado también una ralentización de la actividad manufacturera y de la producción industrial, además de la escasez de mano de obra que afecta todavía a buena parte de las empresas a nivel nacional.
La actividad manufacturera de la región de Nueva York, referencia para el país, sufrió una fuerte caída en enero, otra señal de la desaceleración económica en la primera potencia del mundo. Desde agosto, la actividad manufacturera comenzó a descender, incluso en ese mes tuvo el declive más pronunciado de su historia.
El índice cedió 22 puntos respecto a diciembre, hasta situarse en -32,9 puntos, según la encuesta mensual Empire State, publicada por la Reserva Federal de Nueva York y realizada entre los fabricantes de la región. Un dato por debajo del 50% representa una contracción, así que el registro actual ha disparado las alarmas.
Por su parte, la producción industrial en EEUU volvió a descender 0,7% en diciembre más de lo previsto por los expertos, de acuerdo con los datos de la Reserva Federal en Washington D.C. Los analistas esperaban 0,1%.
«La industria enfrenta muchos vientos en contra, en particular una demanda débil, a pesar de que los problemas de suministro se moderaron», indicó Rubeela Farooqi, economista jefa para Estados Unidos de High Frequency Economics (HFE).
«La actividad en las fábricas comenzó a mermar en respuesta a menos demanda en un contexto de aumento significativo de las tasas de interés», matizó Farooqi.
Las actuales estadísticas de la economía estadounidense “ponen el consumo en una compleja posición a comienzos de 2023″, expresó Kieran Clancy, economista de Pantheon Macroeconomics. «Los consumidores han continuado reduciendo sus gastos no esenciales por causa de un contexto económico verdaderamente incierto», añadió.
Esta es la realidad que divisaron desde hace meses las grandes empresas estadounidense y los principales bancos, un camino que empeora con las disparatadas políticas económicas del actual gobierno en Washington.