Una nueva decisión del gobierno estadounidense respecto a las sanciones sobre la dictadura venezolana de Nicolás Maduro se dio a conocer hacer pocas horas. Y es que EE. UU. concedió a Trinidad y Tobago el permiso para desarrollar actividades en un importante yacimiento de gas conocido como el campo Dragón, con 4,2 billones de pies cúbicos de reservas en el lado venezolano. Sin embargo, otro punto llamativo del anuncio es que el país insular pagará con alimentos y medicinas.
La autorización llegó directamente desde la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC, en inglés) y se suma a un ya largo listado de flexibilizaciones comerciales en comparación con las restricciones impuestas durante la presidencia de Donald Trump, quien buscó cortar el flujo de recursos a la dictadura chavista. El enfoque cambió con el gobierno demócrata de Joe Biden, desesperado por aliados para cubrir la demanda de petróleo ante la interrupción del suministro que llegaba desde Rusia.
Así, las cosas se han ido configurando hasta llegar a este momento, en el que tras el visto bueno de la OFAC, Puerto Príncipe podrá reanudar sus negocios en materia gasífera con Caracas, pero esta vez pagando con comida y medicinas a cambio del gas venezolano. Fue el primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, quien anunció el método de pago que su país pone sobre la mesa. «Las restricciones impuestas al desarrollo del yacimiento de gas Dragón han quedado eliminadas y que todas las partes implicadas pueden avanzar en los planes para que el gas natural de Venezuela fluya por primera vez desde estas reservas», declaró.
Entre la espada y la pared
«Ya hemos hecho eso antes. Así que compramos la gasolina y la pagamos de varias maneras», aclaró el primer ministro a los medios, dejando claro que este tipo de trueque no es nuevo. Venezuela, ante las continuas expropiaciones que aniquilaron a la empresa privada en la era de Hugo Chávez y un aparato productivo destruido, ha tenido que recurrir a este tipo de negocios en el pasado.
Para 2016 trascendía cómo el chavismo importaba 68 toneladas de alimentos y otros productos básicos desde Trinidad y Tobago a raíz de «un acuerdo comercial suscrito por ambos gobiernos» por un total de 600 toneladas de mercancías. Años después, el patrón continúa repitiéndose a pesar de las supuestas mejoras económicas que pregona el chavismo.
Respecto al proyecto de gas Dragón, el control y la operación de este yacimiento está en manos de la estatal petrolera venezolana PDVSA. Para el experto en energía latinoamericana, Francisco Monaldi, entrevistado por Reuters, PDVSA «no tiene mejores opciones en este momento para vender ese gas bajo sanciones».
La tibieza de Biden
Puede que la urgencia por crudo, gas y sus derivados haya apresurado la posición tibia de Biden respecto al régimen venezolano, pero lo cierto es que desde que asumió la presidencia, comenzó a relajar sanciones al chavismo.
Favoreció Carlos Erik Malpica-Flores, sobrino de Cilia Flores, esposa de Maduro, sacándolo de la lista de sancionados del Departamento del Tesoro; permitió la llegada de barcos de Chevron a Venezuela por primera vez en cuatro años; levantó la prohibición para que la italiana Eni y la española Repsol recibieran barriles venezolanos y así la lista continúa. Todo esto desemboca en respiros económicos para el chavismo y, por ende, garantiza su permanencia en el poder. Lejos están las medidas tomadas por Washington en la anterior administración para recuperar la democracia y mejorar realmente la calidad de vida de los venezolanos.
Desde la Casa Blanca han ratificado que las «sanciones al régimen de Maduro siguen vigentes». Pero en la práctica la realidad es otra. La nueva decisión respecto al gas venezolano y el pago con productos como comida y medicina por parte de Trinidad y Tobago lo confirman.