Absurdo, insólito y ridículo. Estos son los adjetivos más generosos que se pueden usar para calificar el último planteamiento descabellado del presidente de Colombia, Gustavo Petro, en el marco de su utópica promesa de «paz total». Y es que para reducir los índices de criminalidad propuso dejar de considerar como un crimen una serie de actividades delictivas. Se trata de una propuesta tan irrisoria como desaparecer los termómetros para que baje la fiebre. Sin embargo, esta irracional iniciativa no queda en lo anecdótico, ya que detrás hay más perversidad que ingenuidad.
«Si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen más adelante, pues habrá por definición menos crimen en Colombia», dijo Petro para defender un proyecto de ley del Gobierno con el que se pretende eliminar del ordenamiento jurídico delitos como el incesto, la injuria y la calumnia, así como también el concierto para delinquir por actos violentos durante manifestaciones en la vía pública.
Lo que para algunos pudo haber quedado como un disparate para alimentar los memes en las redes sociales, preocupa a muchos por la intención de afectar el Código Penal con una propuesta que aún no se ha radicado en el Congreso pero que ya el mandatario defiende sin sonrojarse. «Un asesinato o un secuestro o un hurto lo son aunque hubiese imbéciles que los eliminaran del Código Penal», replicó el exviceministro de Justicia, Rafael Nieto Loaiza.
¿Qué hay detrás de la propuesta de Petro?
Por su parte, la senador del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, calificó la disparatada propuesta de Petro como una «perversión» y apeló a la historia para alertar sobre el peligro que significa el hecho de que existan delitos que no se consideren como tal, pues esto fue lo que permitió «el holocausto, la esclavitud y el apartheid».
A esto habría que agregar otra perversión, la de utilizar eufemismos para evitar llamar a las cosas por su nombre. Así, por ejemplo, al aborto se le llama «interrupción voluntaria del embarazo» y al secuestro ahora se le llama «retención de personas». Por ello despierta mayor inquietud este tipo de planteamientos en medio de un nuevo intento de negociación con la narcoguerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que se lleva a cabo en Venezuela, que además coincide con declaraciones de Petro en las que muestra estar alineado con esta tendencia de evitar calificar a los secuestros como lo que son.
Con este planteamiento de reducir el crimen sacando del ordenamiento jurídico una lista de delitos, Gustavo Petro no hace más que seguir el libreto de regímenes autoritarios como el cubano y el venezolano, donde simplemente se dejaron de publicar estadísticas oficiales para que no salgan a la luz cifras alarmantes en materia sanitaria y de inseguridad. En Venezuela incluso se modificó el método de cálculo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para reducir la inflación. El chiste se cuenta solo.