Una nueva central flotante llegó a costas de Cuba en un intento de la dictadura de Miguel Díaz-Canel por tapar la crisis eléctrica producto de la falta de mantenimiento e inversión. Esta se une a otras siete embarcaciones similares de la empresa Karpowership que están sirviendo de soporte a la isla.
El Ministerio de Energía y Minas lo expone como un logro, pero no es más que la reiteración del modelo cubano dependiente de países amigos. Lo aplica a través de la importación de alimentos, de internet (de la mano de China) y todo lo que no puede satisfacer el régimen. Por fuera de los argumentos del «bloqueo» estadounidense, el país padece una dictadura de seis décadas que no ha permitido su desarrollo, y por el contrario, continúa violando derechos humanos luego de mermar cualquier indicio de capacidad productiva.
Por parte de la dictadura, se excusan asegurando que este tipo de embarcaciones «permiten dar mantenimiento a otras centrales termoeléctricas, contribuyen a incrementar la reserva nacional y sustituyen el uso de diésel, uno de los combustibles más caros en la generación».
De mal en peor
Cuba viene de sufrir varios reveses que empeoraron la crisis eléctrica evidenciada con constantes apagones y racionamientos. Uno de los más recientes fue en agosto de 2022 con la explosión en un depósito de combustible en la localidad de la Matanza que servía a la termoeléctrica Antonio Guiteras, la cual provocó que varias zonas estuvieran hasta 12 horas sin luz.
Hasta ese momento la capacidad de generación del sistema cubano se ubicaba en 2500 megawatts, cuando la demanda era de 2900, según información difundida por el régimen. Por eso, ante la incapacidad de generación, acuden a aliados internacionales como la dictadura chavista en Venezuela lo ha hecho con Irán, recibiendo de la república islámica combustible, alimentos y medicinas.
Pero sin importar los amiguismos, recibir tales recursos implica millones de dólares. Como indicó el portal 14 y Medio en noviembre pasado, cuando llegaba otra de las centrales, la única referencia pública del importe por contratos similares data de 2011 entre Pakistán y Karkey (perteneciente, como Karpowership, a Karadeniz Holding) para llevar un barco que debía aportar 231 megawatts. «El país realizó un pago adelantado de nueve millones de dólares solo como cargos por potencia eléctrica, algo que acabó en los tribunales por incumplir la generación pactada».
Como todo lo que tiene que ver con la dictadura cubana, se desconoce el monto de la transacción y cómo efectuará los pagos.