martes, noviembre 26, 2024
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El «capitalismo de Estado» en China no es lo que dicen

MIAMI– Por más que China quiera seguir con la prédica de que el capitalismo de Estado es el responsable de su creciente y altamente diversificada economía, lo cierto es que ha sido el sector privado y no el estatal el verdadero motor del avance económico experimentado, sobre todo en la época más reciente.

En 2019, un reporte del Foro Económico Mundial (FEM) así lo dejó establecido: “El sector privado de China, que se ha acelerado desde la crisis financiera mundial, ahora actúa como el principal impulsor de su crecimiento económico”.

Según el FEM, tal situación obedece a que “las empresas estatales chinas están muy sobreapalancadas y son menos eficientes que sus pares privados”. Es decir, las empresas públicas abusan de su acceso preferencial a los préstamos, al tiempo que cabildean a favor de leyes en contra de las firmas privadas competitivas.

«Se argumenta que las empresas estatales no sobrevivirían en un entorno de mercado impulsado por la innovación sin las ventajas de las que disfrutan actualmente”, a juzgar por el mismo reporte. También se habla de la gestión ineficiente de tales compañías, debido a la alta tasa de rotación de sus ejecutivos como resultado de la campaña anticorrupción del presidente chino, Xi Jinping.

Con ese quita y pon de ejecutivos, no es de extrañar que las empresas [gubernamentales chinas] se liberen de ejecutivos corruptos, [pero] terminan en muchos casos con una administración que carece de una estrategia coherente”, según el texto.

Mientras, el sector privado sigue su crecimiento, convirtiéndose en el principal motor del desarrollo económico nacional, por más que muchos le concedan el mérito al Estado chino y a sus instituciones.

El proceso de reforma económica de China

De acuerdo con un informe presentado por University of California Press (UC Press), durante mucho tiempo, China fue presentada como un paradigma de capitalismo de Estado, “concepto destinado a explicar las economías mixtas en las que el Estado conserva un papel dominante en medio de la presencia de mercados y empresas privadas”.

Sin embargo, “cambios recientes en su modelo de desarrollo lo hacen menos comparable a los sistemas capitalistas de Estado [tradicionales], ya que las herramientas de intervención estatal y su lógica subyacente son diferentes”. O sea, el proceso de reforma económica de China ha sido, además de multifacético, bastante cuestionado y muy peculiar.

El reporte de UC Press señaló que, desde la década de los 70 hasta principios de los años 90, las firmas privadas chinas fueron alentadas de manera informal, al tiempo que las empresas estatales seguían siendo dominantes y el Estado continuaba su control de los insumos económicos clave, como la tierra y el capital.

A finales de la década de 1990, el Partido Comunista Chino (PCCh) comenzó a privatizar y reducir significativamente el tamaño del sector estatal. Y a mediados de la década de 2000, el capitalismo de Estado chino emergió con la administración de “grandes empresas estatales para contribuir al crecimiento económico, crear riqueza para el Estado-partido, y velar por sus intereses económicos y estratégicos a nivel nacional e internacional”, según reseña el texto.

Dicen que cuando Xi asumió el poder, en 2013, parecía posible que introdujera reformas audaces para romper con el esquema vigente; sin embargo, aunque el sector público era importante (y lo sigue siendo del modo en que se observa a continuación), la realidad es que la economía de mercado comenzó a desempeñar un papel decisivo.

El rol de las empresas privadas chinas

Expertos en el tema de la economía China sostienen que el sector empresarial privado del gigante asiático constituye una fuente importante del desarrollo alcanzado por el país en los últimos años. De hecho, los propios autores del reporte de UC Press dijeron que la rama privada ha superado las contribuciones del sector estatal en la mayoría de los casos.

Ahora conviene recordar la fórmula que se ha usado para describir el valor económico de este sector; es decir, 60/70/80/90, que significa que las empresas privadas chinas aportan el 60% del Producto Interno Bruto, al tiempo que generan el 70% de la innovación, el 80% del empleo urbano y el 90% de los nuevos puestos de trabajo.

Bajo esa misma fórmula, el propio informe puntualizó que la riqueza privada también es responsable del 70% de la inversión y del 90% de las exportaciones. Unido a eso, el sector privado igualmente influye en casi dos tercios del crecimiento de la nación, según datos de la Federación de Industria y Comercio de China.

El informe del Foro Económico Mundial mencionó el éxito que han logrado las firmas tecnológicas privadas, entre ellas, Huawei, que lidera hoy la revolución 5G por ser el mayor proveedor mundial de equipos de red y el segundo mayor fabricante de teléfonos inteligentes a escala global.

Ese mismo reporte señala que, a fin de mejorar el trabajo de las empresas gubernamentales, China ha reorganizado y reestructurado algunas de ellas, como China Unicom, firma de telecomunicaciones que pasó de estatal a mixta luego de que el Gobierno decidiera vender una parte de sus acciones por 11.000 millones de dólares a 14 inversionistas privados.

“Estos esfuerzos para hacer que las empresas estatales sean competitivas, mientras mantienen el control absoluto sobre su toma final de decisiones, reafirma el compromiso del Gobierno chino de consolidar el control estatal y, al mismo tiempo, permitir que el mercado sea el máximo asignador de recursos. En otras palabras, el Gobierno quiere vigilar de cerca las fuerzas del mercado mientras se reserva la opción de intervención en situaciones críticas”, remarcó el texto del FEM.

Paralelamente, refiere que el Gobierno chino ha demostrado su compromiso con las reformas orientadas a la economía de mercado, al apoyar el espíritu empresarial mediante recortes de impuestos valorados en unos 300.000 millones de dólares.

Sector privado chino en la seguridad nacional

Mientras las compañías privadas chinas impulsan el desarrollo del gigante asiático, muchas corporaciones estatales acumulan pérdidas y sufren caídas en la productividad, de ahí que el sector privado se haya convertido en un actor clave de cara a los objetivos de seguridad nacional del Estado, aparte de los económicos.

A fin de vigilar y monitorear a sus ciudadanos, el Gobierno chino sabe que depende en gran medida de las herramientas de vigilancia que mayormente pueden ofrecerle las empresas tecnológicas. Las firmas privadas son las que dominan ese espectro: desde el hardware hasta las innovaciones tecnológicas y de infraestructura de la información.

En este sentido, el reporte de University of California Press recuerda que los fabricantes de videovigilancia más grandes de China, Hikvision y Dahua, fueron fundados por empresarios privados. Asimismo, destaca que el programa de monitoreo conocido como “sistema de crédito social”, implementado desde 2014 para registrar las actividades sociales y económicas de la población, ha sido posible gracias al trabajo o la colaboración de firmas privadas.

A todas estas, según el reporte de UC Press, ciertas teorías fascistas también se han vuelto populares en China, como la de Carl Schmitt, jurista y teórico alemán, quien además fue un militante nazi. Pues bien, según esta fuente, hay una cierta analogía entre el pensamiento de Schmitt y el capitalismo de Estado que promueve la nación asiática.

Identificado por muchos teóricos sociales de mediados de siglo como capitalismo de Estado, el fascismo fue promovido como una solución política a los problemas del capitalismo de mercado al fusionar los intereses del Estado y la sociedad. Con una lógica similar, remarcó el texto, el PCCh ha demostrado que sus imperativos de seguridad interna y nacional son la fuerza fundamental que impulsa el surgimiento de su cacareado modelo económico.

El concepto engañoso tras el capitalismo de Estado

Un artículo de Forbes, que aborda el tema del supuesto capitalismo de Estado chino, define este término como absurdo y engañoso. Para empezar apunta que el capitalismo se basa en los principios del libre mercado y la empresa privada; por tanto, es incompatible con una economía estatal en la que las autoridades de planificación determinan lo que se produce.

“En verdad, prosigue el reporte, China es un sistema mixto que combina capitalismo y socialismo, como cualquier otro país del mundo. El factor clave es cómo la proporción de esos dos componentes cambia con el tiempo. En lugar de ser la razón del milagro económico de China, el hecho de que la mano rectora del Estado siga siendo tan fuerte se debe a que hace sólo cuatro décadas China era una economía puramente estatal”.

Para discernir mejor esta temática, el artículo cita a Zhang Weiying, economista chino y autor del libro «La lógica del mercado». Según este experto, la razón por la que China pudo sostener un crecimiento económico durante el proceso de reforma fue mediante la disminución de la cantidad de empresas estatales y no al revés.

“Precisamente fue la relajación del control gubernamental lo que provocó los precios de mercado; las empresas de propiedad única, de pueblos y aldeas; las empresas privadas, las empresas extranjeras y otras entidades no estatales”, apuntó Weiying.

En los últimos años, desde el punto de vista de este especialista, en su país ha cobrado vigencia una interpretación peligrosa del éxito económico; interpretación a la que él llama “Escuela Modelo de China” y que ha ganado terreno en la nación y hasta en los círculos políticos.

¿Qué es lo que preconiza esa teoría? Pues que el éxito de China es el resultado de su sistema único, el mismo que le permitió conseguir en pocas décadas lo que Occidente tardó 200 años en lograr. Obviamente, tal interpretación es completamente errónea, y así lo afirma el propio Zhang Weiying.

De acuerdo con Forbes, este experto “está convencido de que el rápido crecimiento económico de China en los últimos 40 años es el resultado de su ventaja de llegada tardía”. Para él, y para cualquiera con un mínimo de claridad mental, “Occidente construyó el camino; China simplemente lo siguió”.

Otro dato que desmonta el supuesto modelo chino es el relacionado con el motivo de su éxito económico. Para el régimen comunista de China, la economía planificada es la razón del triunfo; sin embargo, las estadísticas revelan lo contrario. Cuando el país asiático apenas tenía empresas privadas y cuando prevalecía la planificación por parte del Estado, el 88% de la población vivía en la extrema pobreza.

“La razón por la que esa cifra ha caído por debajo del 1% no se debe a una «tercera vía» exclusivamente china entre el capitalismo y el comunismo, sino a que China introdujo los derechos de propiedad privada y el papel una vez omnipotente del Estado fue rechazándose de forma sucesiva”.

Desde luego, el gigante asiático ha sabido vender bien su “milagro” que muchos líderes políticos se lo han comprado. Para esos confundidos, los logros de China demuestran la superioridad del socialismo sobre el capitalismo, cuando es al revés. Para esos engañados, China es ‘un modelo a seguir’. ¡Y vaya qué clase de modelo!

Intervención del Partido Comunista en la economía

La discusión sobre el sistema económico preponderante en China no deja de ser polémica hasta entre los expertos más avezados del tema. Y es que mientras Pekín permite el auge de firmas privadas —de las que depende el 60% del PIB nacional— también las utiliza para misiones estatales y las vigila como se le antoja.

Como ya mencionamos antes, el Gobierno chino acude a las empresas privadas cada vez que necesita concretar objetivos gubernamentales que las firmas estatales no pueden cumplir. En ese caso está la vigilancia nacional para la que son muy necesarias las compañías tecnológicas y de big data, fundamentalmente.

Otro ejemplo de este proceder es la participación de corporaciones del sector privado en tareas orientadas a expandir el comercio rural bajo la campaña antipobreza de Xi. Con más de 500 millones de habitantes, la China campestre constituye otro de los objetivos fundamentales para los planes de reforma del mandatario comunista.

Por otro lado, aunque el número de firmas privadas chinas se cuatriplicó en la última década y de 11 millones pasó a casi 45 millones, según datos de la agencia de noticias Xinhua, lo cierto es que eso no basta para hablar de capitalismo.

Según Joseph Sternber, de The Wall Street Journal (WSJ), “el capitalismo real es más que la presencia de empresas privadas; es un sistema en el que los accionistas pueden controlar la gestión de sus empresas”.

En este sentido, el artículo del WSJ sobre el tema dejó bien claro que “China está lejos de tener una economía capitalista, ya que el capitalismo de Estado chino es un sistema en el que el propósito de las empresas es cumplir los objetivos del Partido Comunista”.

Tanto es así que “los funcionarios del partido forman parte de las empresas chinas para asegurarse de que estas cumplan con la ley, un eufemismo para seguir los dictados del [propio] Partido”, resaltó el reporte. A las firmas extranjeras que operan en China junto a empresas locales, también se les exige contar con un comité del PCCh en su seno para cumplir con los lineamientos partidistas.

En suma, que por más que China alardee sobre el rol de su capitalismo de Estado, lo verdaderamente cierto es que allí no existe el capitalismo, ni es el Estado el protagonista del avance económico. Más bien hay una superioridad del sector privado que crece e impulsa junto a una intromisión directa del sector estatal que vigila y manda. Allá los que creen en el “milagro” chino frente al Capitalismo Occidental.

Sobre el Dr. Rafael Marrero

Multipremiado economista graduado de las universidades de Stanford y Cornell. Empresario, consultor, y analista sénior de noticias sobre geoestrategia, geopolítica y economía. Autor del bestseller de Amazon América 2.0: la guerra de independencia de EE. UU. contra China y presentador del popular podcast “La amenaza china”, transmitido semanalmente en las plataformas de Diario Las Américas. #LaAmenazaChinaPodcast.

Fuente: Diario las Américas

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