El miércoles se definieron los nuevos presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado Federal de Brasil. Arthur Lira (PP-AL) fue elegido presidente de la Cámara con el mayor número de votos de la historia, alcanzando la impresionante cifra de 464 votos de 513, es decir, el 90% de los votos. Su arco de alianzas abarcó desde el partido de Lula da Silva (PT) hasta el partido de Bolsonaro (PL). Y seguramente apoyará al Gobierno entrante en algunos temas, pero esta victoria fue mucho más personal que del propio Lula da Silva.
El presidente del Senado electo fue Rodrigo Pacheco (PSD-MG). Pacheco obtuvo 49 votos contra 31 de su oponente Rodrigo Marinho (que representa a las fuerzas de derecha y el resto del espectro bolsonarista). Su victoria fue mucho más reñida y solo se produjo gracias a una intensa acción del Gobierno brasileño para convencer a los senadores (incluyendo el reparto de cargos a los políticos).
La base gobernante, ante la disputa, esperaba un resultado más elástico y eso no sucedió. La votación obtenida por el senador Marinho ya permite, por ejemplo, la instalación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI), que es uno de los principales instrumentos para hacer oposición.
Rodrigo Pacheco pronunció el discurso de victoria y destacó algunos puntos: “La pacificación es, finalmente, estar del lado correcto de la historia, del lado que defiende a Brasil y al pueblo brasileño. Para eso, es necesario erradicar definitivamente la polarización tóxica de nuestro país. Es decir, hace un discurso contradictorio en el que habla de “pacificación” al mismo tiempo que se sitúa como parte del lado «correcto» de la historia y define al otro lado como el «equivocado». ¿Sería esta pacificación la ausencia de Fuerzas políticas contradictorias en la noción de democracia del reelegido presidente de la Cámara Alta?. El senador aún quería posicionarse como defensor de la democracia y ubicar apenas a la oposición como “golpista” y al bolsonarismo como amenaza democrática.
El derrotado senador Rogério Marinho, por su parte, dijo: “En nuestro papel de oposición al gobierno estaremos vigilantes, pero defendiendo la institución”.
El reelegido vicepresidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, pronunció un discurso buscando mostrar la independencia de la casa legislativa al tiempo que señaló que no obstruiría las directrices gubernamentales. Lira habló de flexibilizar las relaciones entre los poderes y respetar el espacio de cada uno: “Es hora de desinflar Brasil. Relajar las relaciones. Y los poderes de la República, pilares de nuestra democracia, deben dar ejemplo. Es hora de ver a cada uno en su propio cuadrado constitucional, para que podamos ver nuevamente a los poderes articulando, interactuando con la claridad exacta de donde termina el espacio de uno y comienza el del otro».
También criticó con vehemencia los episodios del “8 de enero”. Por otro lado, criticó la excesiva judicialización de las decisiones del Poder Legislativo. El presidente de la Cámara también señaló la necesidad de una reforma tributaria.
Entonces, ¿qué representa cada uno de los líderes reelegidos en el Congreso brasileño?
Rodrigo Pacheco representa los intereses de una alianza entre el PT, el STF y una coalición de centroizquierda en el Senado. La reelección del senador como presidente de la Cámara es la garantía de que el Senado no actuará frente a los desmanes cometidos por el máximo Poder Judicial. El Senado mantendrá una postura de sumisión ante el Judicial y el Ejecutivo. Seguirá la lógica en Brasil de hablar de “defender la democracia” mientras se persigue a los periodistas y políticos de derecha como si esto no fuera exactamente lo contrario de ser democrático.
La victoria de Artur Lira en el Congreso, por su parte, no significa necesariamente un Parlamento dócil al Ejecutivo. Lira, durante el gobierno de Bolsonaro, se destacó por ser un líder aliado en algunos temas, pero que no fue una alineación automática o servil al expresidente conservador. La Cámara de Diputados está bien dividida políticamente y las discusiones legislativas serán intensas y sin garantía de victoria para el Partido de los Trabajadores.
Por lo tanto, aunque ambas fueron victorias para el gobierno de Lula, es importante recordar que no fueron victorias aplastantes para el Partido de los Trabajadores. Varias voces del antilulismo también se posicionaron diciendo que harán una fuerte oposición al gobierno de Lula da Silva.