Los negocios de la estatal petrolera PDVSA con otros países continúan viento en popa y evidencian que las sanciones estadounidenses ya no son un problema para la dictadura chavista. Esta afirmación llega tras darse a conocer que la empresa venezolana entregará este mes a la italiana Eni un cargamento de crudo pesado programado para transferirlo barco a barco en aguas del país caribeño.
Restablecer negocios con muchas compañías extranjeras era solo un sueño para el chavismo, sancionado económicamente por Washington desde 2017 para frenar el desfalco de la principal industria venezolana. Sin embargo, paulatinamente el cerco va quedando atrás con Joe Biden en la Casa Blanca y eso provoca que desde Caracas estén cerrando negocios a con otros países, aunque con algunas condiciones (como el intercambio por deuda), según la información oficial.
La carga de crudo para la estatal Eni será la primera luego de una suspensión temporal del contrato por parte de la nueva directiva de PDVSA, apuntó Reuters. Previo a eso, la empresa italiana ya había recibido cuatro cargamentos desde que obtuvo en mayo de 2022 la autorización del Departamento de Estado de EE. UU., los cuales entregó a las refinerías de petróleo de Repsol en España. No hay comentarios de las ambas partes respecto al próximo envío, pero los reportes que trascienden demuestran que la dictadura de Maduro está parcialmente de regreso en el mercado petrolero.
Más negocios del chavismo
Miraflores aprovechó la fisura creada por Biden en medio de las sanciones para exigir más que un intercambio de petróleo por deudas que mantiene con socios extranjeros. El pedido en agosto pasado fue que le suministraran el tan necesitado combustible al recibir próximos cargamentos de crudo.
Tal parece que no lo logró, porque hace menos de un mes se dio a conocer que España recibió en noviembre de 2022 un total de 152.000 toneladas de petróleo venezolano, de acuerdo con informes de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores). Fue una batalla perdida, pero EE. UU. se encargó de salir de nuevo en favor de PDVSA, permitiendo la llegada de barcos de Chevron a Venezuela por primera vez en cuatro años.
A esto se suma que Maduro entregó al régimen islámico de Irán la reparación del Centro de Refinación Paraguaná —el más grande del país y el segundo de todo el mundo— en la urgencia por aumentar la producción petrolera, tras años de nula inversión y robos multimillonarios, algunos reconocidos por el exministro chavista Rafael Ramírez.
En consecuencia, puede que la industria petrolera venezolana esté viendo cierta luz en manos del chavismo. Sin embargo, las circunstancias que la rodean pasan por la necesidad de petróleo que tienen EE. UU. y otros países, así como el empeño del aparato productivo a regímenes totalitarios sin que se garantice algún tipo de mejora en el escenario político y social del país caribeño.