Ibéyise Pacheco,
El relato construido con ingentes recursos, desde el poder y sin escrúpulos, así como la estrategia que corroe a locales y extranjeros, que no se detiene en fabricar mentiras descaradas, reveladoras de cinismo y sin atisbo de la realidad, evidencian la inocultable preocupación del régimen de Nicolás Maduro por la información que maneja el barranquillero Alex Saab, procesado en Estados Unidos por lavado de dinero con la inevitable consecuencia de que trascienda la gigantesca trama de corrupción que involucra a la élite de Miraflores.
La decisión a finales del año pasado del juez Robert M. Scola de declarar que Alex Saab no tiene inmunidad diplomática, descartó los alegatos utilizados por el oficialismo -que paga su defensa- y que forjó los documentos para tratar de sostener esa mentira. El camino irremediable al juicio donde se ventilarán decenas de delitos multiplica el gasto del régimen en presionar por todas las vías para procurar que Alex Saab salga en libertad.
No importa de qué tamaño sea la mentira. Ni cuánto se gaste para tratar de imponerla. Recientemente desde África, una miembro de la Liga Tunecina para la Defensa de los derechos humanos, Najat Zemmouri, ha propuesto a Alex Saab para el premio Nobel de la Paz. El alegato es bastante descarado e inverosímil, pero parece que cualquier cosa vale, así signifique hacer perder tiempo a la gente de Noruega. Dice la señora Zemmouri: “Se deduce de su expediente (que solo considera el invento narrado a favor de Saab), que es una persona que intentó pacíficamente como ciudadano mantener la paz social e incluso la paz mundial”. Y como todo está dentro del guion, Alex Saab grabó un audio declarándose prisionero político haciendo un llamado a la paz y la reconciliación; “es la hora de estrechar las manos”.
Una propuesta agresiva y descarada. El alegato de Zemmouri ofende el precedente del premio Nobel de la Paz otorgado en el 2015 al Cuarteto del Diálogo Nacional de Túnez, las cuatro organizaciones clave en la sociedad civil entre las que estuvo la Liga que Zemmouri dice representar. Bueno recordar, que la Primavera Árabe se originó en Túnez entre 2010-2011 para luego extenderse hacia el norte de África y Oriente Medio. Esa revolución culminó para Túnez en elecciones pacíficas y democráticas lo que significó la caída del régimen autoritario.
Periodistas como el colombiano Gerardo Reyes o el venezolano Roberto Deniz han publicado extensa y profundamente el imbricado esquema delictivo puesto en marcha en Venezuela desde el 2015 y que encabezó Alex Saab cuando, introducido en Miraflores por Piedad Córdoba, causó de inmediato grata impresión a Cilia Flores, esposa de Maduro. Saab reunía las características necesarias: audaz, creativo para los delitos, ambicioso y carente por completo de escrúpulos.
Saab servía para ejecutar cualquier delito en un momento en que Venezuela resentía el efecto de las sanciones de Estados Unidos. Se movía intrépido para conseguir divisas o comida. Para trasladar lingotes de oro o depositar en el banco ruso-venezolano. Surfeaba sobre la condición privilegiada que le daba el régimen de no tener que pasar por ninguna licitación para apropiarse de cualquier contrato. Firmaba para construir viviendas, no importaba si no las terminaba. También intercambiaba petróleo, carbón, medicinas, leche. No había límites. Igual era el emisario ante el ayatolá o en Moscú. Así, en tiempo récord amasó una fortuna personal calculada en mil 500 millones de dólares. Y lógicamente entró en el radar de Estados Unidos al tiempo que se dio inicio al escarceo en el 2016 cuando Saab consideró el rol de posible soplón, aunque finalmente en el 2018 se arrepintió “por temor a represalias”, según opinión del colega Gerardo Reyes que escribió el libro: “Alex Saab: la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro”. Para Reyes cobra mucho peso la situación de su esposa Camilla Fabri y sus dos pequeñas hijas quienes viven bajo la vigilancia “protectora” del régimen.
La hipótesis de delación cobró fuerza cuando la DEA admitió que Saab había detallado el pago de sobornos de parte del círculo de poder de Irán, del intercambio de petróleo y las coordenadas de la relación de Venezuela con Turquía, Rusia, e Irán (incluidos los tratos militares con los dos últimos).
Alex Saab irremisiblemente irá a juicio. Habiéndose declarado no culpable tendrá que enfrentar cargos por sobornar a funcionarios venezolanos y canalizar cientos de millones de dólares a cuentas en el extranjero bajo la apariencia de un programa alimentario destinado a beneficiar a los venezolanos. Y es solo la punta de un iceberg.
La verdad tendrá que explotar aún con la desesperación del régimen tratándola de ocultar.