MIAMI.– Tras un año de invasión fallida, ni Ucrania ni Rusia se dan por vencidas y China parece aprovechar el momento para fortalecer su presencia en Occidente.
Con la mala estampa de esparcir la COVID-19 por el mundo y un récord ilimitado de violaciones a la libertad, China quiere limpiar su imagen y hacerse del galardón de haber hecho algo para aliviar la agresión de Vladimir Putin al vecino ucraniano.
Con un crecimiento económico ‘estimado’ en 5% para 2023, o sea dos puntos más de lo previsto para el mundo por el Fondo Monetario Internacional, China inicia su sesión ‘legislativa’ con una serie de ‘propuestas’ que dan de antemano por adoptadas.
Entre ellas destacan precisamente aumentar su presupuesto militar en un 7,2% con respecto al 2022, y que no renunciará a la unificación con Taiwán. En otras palabras, el gigante asiático no aceptará que el pequeño vecino isla declare independencia.
El gobierno de Recep Tayyip Erdoan en Turquía parece haber agotado sus cartas para disminuir la guerra ruso-ucraniana, más ahora que se encuentra enfrascado en la reconstrucción tras el devastador terremoto del 6 de febrero, que acabó con la vida de unos 53.000 seres humanos.
Neutralidad
China asegura ser ‘neutral’ al conflicto bélico en Ucrania y entra formalmente en el escenario de las ‘negociaciones’.
Mao Ning, portavoz del régimen chino, declaró: “La posición de China sobre la crisis de Ucrania es consistente y clara. Hemos mantenido comunicación con todas las partes involucradas, incluida Ucrania”.
Eso es cierto, pero es sólo una parte de la verdad. La comunicación de China con Rusia se realiza al más alto nivel, con múltiples contactos entre el gobernante chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Putin, en los últimos 12 meses.
Por el contrario, Xi no ha hablado ni una sola vez con Volodímir Zelenski, el mandatario ucraniano.
Múltiples comentaristas internacionales opinan que la llamada neutralidad de China carece de credibilidad. La posición de Pekín no es de neutralidad, es claramente prorrusa.
Comercio
Si tenemos en cuenta las múltiples sanciones comerciales y económicas de Occidente a Moscú, vemos el aumento de las relaciones comerciales de China con Rusia.
El comercio entre China y Rusia aumentó un 34,3 % en 2022 a un récord de 190.000 millones de dólares, ya que China absorbió las exportaciones de energía rusa boicoteadas por Canadá, Estados Unidos, Europa y otras naciones.
Para reforzar la supuesta neutralidad de China y su dudosa intensión de lograr el acto al fuego en Ucrania, a más tardar en el verano, el gobernante chino plantea una serie de puntos, en la que destaca “respetar la soberanía de todos los países y un alto el fuego”.
¿Quiere decir que Rusia debe retirarse de todos los territorios ocupados, incluidos los de 2014? No se sabe, pero lo que sí sabemos es que China otorga importancia a la “integridad territorial”, que es un importante asunto para Pekín, en su larga gestión por mantener el territorio del Tibet y “recuperar” la isla de Taiwán.
Vale recordar que China no reconoció, al menos públicamente, la anexión de Crimea.
Por otra parte, es difícil creer que Putin acepte dar marcha atrás a su plan de ocupación y retirarse sin lograr algo grande a cambio.
En otras palabras, tanto China como Rusia y Ucrania serán cautos en las negociaciones, mientras Occidente mira atento sin poder hacer mucho por la paz, mientras sanciona a Moscú y arma a los ucranianos.
La encrucijada está dada: Rusia apuesta por recuperar parte del territorio que tuvo durante el imperio zarista y la extinta Unión Soviética, mientras Europa, Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte tratan de defender sus fronteras sin tener que llegar a una confrontación militar directa.