Andrés Villota Gómez,
“Silicon Valley Bank (SVB) se compromete con 5000 millones de dólares en finanzas sostenibles y operaciones neutrales en carbono para apoyar un planeta más saludable”, dijo Greg Becker, CEO de SVB, el pasado 10 de enero de 2022, el presidente del mismo banco que tan solo unos días después de ese anuncio, se quebró.
La promesa de valor del SVB era ayudar a las empresas innovadoras y a sus inversores a impulsar ideas audaces rápidamente. Dicho de otra manera, ese banco captaba el ahorro del público para ser colocado en entes de muy dudosa productividad que, obvio, jamás iban a tener la capacidad para pagar las obligaciones contraídas con SVB.
Ese microcosmos de empresas tecnológicas y startups, se parece más a oenegés decadentes que a empresas productivas porque la actividad de su CEO se limita a convencer a inversionistas que financien una idea con el argumento que es algo único, novedoso, innovador, incluyente, sostenible, que va a cambiar el rumbo del mundo, va a generar equidad, empoderamiento femenino de los travestis y, lo más importante, va a evitar que los polos se derritan y que nos ahoguemos todos.
Asesinos en serie de fortunas que, sin pudor alguno, van buscando a nuevos incautos que desconocen su palmarés de fracasos, para que le crean su perorata que rematan diciendo que sus dos o tres quiebras anteriores, le han servido para aprender, y esta vez, fijo, de verdad, no van a dilapidar los millones de dólares que le den.
Siempre están buscando millones de dólares para la primera etapa del desarrollo de una aplicación, por ejemplo, que sirva para pedir pizzas veganas con masa sin gluten, desde el teléfono móvil. Y siempre están comprando mansiones, un Rolex y autos deportivos pero, jamás, invierten un solo dólar en el desarrollo real del supuesto proyecto.
Generan admiración entre sus semejantes que no entienden las dinámicas productivas y, menos, la lógica de la economía porque, también, han sido parásitos sociales que viven de la conmiseración de los miembros de su familia que sí trabajan y producen.
SVB, por el contrario, sospechosamente, no le prestaba plata a los empresarios que sí hacen algo real, como un agricultor, un panadero, un zapatero, un carpintero, un orfebre, un talabartero o un sastre. Lo único que financiaba ese banco, era la narrativa de la agenda woke que es una versión superlativa de la Agenda 2030 de la ONU y de los dogmas del World Economic Forum (WEF) que promueven no trabajar, no producir, “porque el clima”.
Además, SVB, aparte de prestarle plata a petimetres improductivos que nunca iban a devolver la plata, usaba el ahorro de las personas y se lo regalaba a grupos terroristas como Black Lives Matter (BLM), al igual que realizaba jugosas donaciones a los más altos jerarcas del Partido Demócrata, cómo Hillary Clinton, Barack Obama, Joe Biden, y los senadores, Nancy Pelosi, Mark Warner y Chuck Schumer.
SBV, al parecer, era la caja menor del Partido Demócrata, el partido de gobierno estadounidense. Según el venerable diario New York Post, la Junta Directiva del SVB estaba repleta de donantes fanáticos del Partido Demócrata como Kate Mitchell, Garen K. Staglin, Elizabeth “Busy” Burr y Tom King, el único con algo de experiencia en la actividad bancaria. Y ex funcionarios del gobierno de Barack Obama como Mary J. Miller.
En medio del colapso del SVB, Bloomberg anunció que los préstamos verdes superan a los préstamos hechos a la industria de oil & gas por primera vez, es decir, se recaudó más dinero en los mercados de deuda para proyectos amigables con el clima que para empresas dedicadas a la explotación de combustibles fósiles, beneficiando a los países productores de petróleo porque se reafirma la restricción a la oferta de petróleo que mantiene el precio en su máximos históricos. Si no existiera el mito de los fósiles derretidos y la estafa del cambio climático, el precio del petróleo sería cercano a un dólar.
El riesgo de impago de los créditos aumenta y, por ende, aumenta el riesgo de quiebra de más bancos. Los dogmas de esa secta woke apuntan a no volver a producir, a no volver a comer, a no volver a trabajar porque es la única forma de salvar al planeta. Prefieren que todos se mueran de hambre, antes que ahogados cuando se derritan los polos.
Ya no importa producir, trabajar o generar valor porque lo importante es un “like” o un etéreo e incuantificable “impacto social”, no importa la plata para devolvérsela al banco y el banco a sus ahorradores.
Evitar una crisis financiera es el argumento extorsivo utilizado por el Estado para poder quitarle la plata a los contribuyentes y, con esa plata, pagar todo lo que el banquero dilapida, financiando proyectos improductivos y regalando plata a los políticos y a grupos terroristas.
El Estado tiene que pagar todos los depósitos a los ahorradores para evitar que la desconfianza se apodere del sistema. Si la sociedad desconfía del sistema bancario, va a retirar toda la plata de los bancos que, no tienen la totalidad de la plata en sus arcas, e incumple con sus obligaciones y se quiebra.
El ahorrador que tiene su dinero en el banco, siente que lo va a perder todo, por eso lo retira. Si todos los ahorradores piensan igual y retiran su dinero, se produce una corrida bancaria que hace que colapse el sistema bancario. Crisis de confianza generalizada.
No es una coincidencia que varios salgan a decir que confíen en sus bancos, que no hay problema. Tampoco es una coincidencia que varios bancos depositen sus recursos en otros bancos para poder dar señales de confianza, al mercado.
La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que estaba trabajando con los reguladores para responder al colapso de SVB y proteger a los depositantes, pero que no se estaba considerando un rescate con la plata de los estadounidenses.
El seguro de depósitos cubre los depósitos de los ahorradores hasta por 250.000 dólares por ahorrador. La Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) es una agencia independiente creada por el Congreso estadounidense para mantener la estabilidad y la confianza pública en el sistema financiero.
Lo más aberrante de esta tragedia financiera-política-económica parasitaria, es que a los ahorradores del SVB le va a pagar el Estado a través de seguro del depósito. No es necesario el salvamento inyectándole recursos.
Al banquero no le importa ser eficiente y diligente, puede seguir regalando el ahorro de sus clientes porque, al final, el Estado paga. Materialización del Riesgo Moral. A los ahorradores, no les importa la actividad del banquero, ni su experiencia, ni lo que hace con su plata porque el Estado paga. El ahorrador no necesita tener una disciplina de mercado.
Recuperar la confianza en el sistema financiero es la prioridad y eso solo se logra, retornando al Patrón Oro e implementado las monedas nacionales digitales que reemplacen el dinero en efectivo.
La función de los bancos, se va a limitar a realizar los pagos y financiar a las personas naturales y las PYMES, a costos ínfimos. Los depósitos de efectivo no van a necesitar de lugares físicos para hacerlo porque las monedas digitales no lo necesitan. Con el Patrón Oro, la inflación desaparece y, por lo tanto, deja de ser necesario el rendimiento financiero como incentivo para que la gente guarde sus ahorros en los bancos y preserve el valor del dinero en el tiempo.
Los precios de los bienes y servicios se van a mantener en el tiempo porque desaparece la inflación. El tamaño de la masa monetaria se va a limitar al tamaño del respaldo en oro. La inflación existe porque la masa monetaria crece de manera desproporcionada al respaldo en oro de la emisión de los billetes.
Las bolsas de valores van a volver a su actividad de convertir al ahorro en inversión y los grandes empresarios van a recurrir a la emisión de acciones como la forma de financiar sus proyectos productivos. La emisión de bonos deja de ser una opción financiera porque el costo del dinero tiende a cero. Desaparecen los mercados de deuda pública y privada.
La danza de los millones de los políticos, de los incompetentes, de los vagos, de los fundamentalistas, de los staruperos, de las oenegés, de los inútiles, de los improductivos, de los burócratas, de los saltimbanquis, de los peleles, de los académicos, de los petimetres, de los mequetrefes, de los badulaques, se quedó sin música.