OMAR ESTACIO Z.,
“Corrupto que se Respete” no mata la gallina de los huevos oro. Si en la Tesorería Pública Nacional o de Pdvsa hay, digamos, $3.000 millones, “Corrupto que se Respete” no arrasa con todo. Se roba “nada más” que el 10%, que es la tarifa máxima que respeta “Corrupto que se Respete”. “Corrupto que se Respete” está orgulloso de no ser un vulgar saqueador, ratero, ni cobrador de vacunas, ni militante o dirigente del PSUV.
“Corrupto que se Respete” -“CQSR”, para resumir, en lo adelante, porque la retahíla es larga- si tiene hijos no los educa en la corrupción. Trata de lavar su apellido. Les consigue a los muchachos cupo en alguna universidad nacional, seria, la UCV, la UCAB, la UC, LUZ, UDO, ULA, entre otras, para que se puedan ganar la vida con un empleo de verdad, aunque no estoy seguro que el ADN de la familia se los permita.
“CQSR” no coloca a su “bebé” al frente del expolio del Arco Minero, para que se crea, el muy imbécil, que es la regeneración, depravada y más aumentada, del gordito de Norcorea. Ni para que lo incluyan en la lista de OFAC ni en las alertas rojas de Interpol. «CQSR» no manda un hijo a Madrid a cerrar tascas y puticlubs cada vez que se emborrache o agarre una trona, todo a cuenta de su «apá», un general muy Madrino él. «CQSR» tampoco envía a uno o varios hijos a holgazanear a Ciudad de México, para que huyan despavoridos y dejen a su mismísima agüela a merced del primer compatriota que les haga escrache. “CQSR” no manda a una hija, fementida, “mamita”, a que cante, baile o ejerza de supuesta modelo, a todo trapo, en París, Mónaco o Luxemburgo.
“CQSR” no se mezcla con las chusmas del narcotráfico, ni se involucra en desfalcos menores de $100 millones.
No es cierto que todo criminal vuelve a la escena del crimen. “CQSR, por redomado que sea, después de una sus megafechoría, no regresa a la Urbanización “Las Mercedes”, Caracas, a derrochar físico con el producto de lo mal habido. Se oculta lo más lejos posible. Si la cosa es muy seria -o demasiado descarada- se marcha al extranjero, se modifica el nombre, la nacionalidad, de cara con una cirugía plástica. Hasta para la categoría de transexual, previa la ablación o implante.
“CQSR” que goce de impunidad, porque cuente con la complicidad, encubrimiento o la protección, guapo y apoyado del Primero, el Segundo, Tercero, Cuarto de a bordo de la RoboLución, sabe que todo es mentira y que nada es verdad. Aún así, cumple la palabra empeñada. No “pica”, ni deja a nadie por fuera, como las guayaberas, no por honra ni convicción, sino porque, de hacerlo, sabe que quedará, ipso facto, “renunciado”, desaparecido, preso o hecho cadáver.
Los lectores se habrán percatado que no hemos aludido con su nombre y apellido ni a uno solo de los protagonistas del más reciente escándalo en perjuicio de nuestro Patrimonio Público. No hace falta. Miren, ustedes, quiénes figuran en el reparto de la tragicomedia, como ladrones o como justicieros, con el convencimiento pleno, que los integrantes de ambos bandos son saqueadores, vulgares por igual, no llegan a la categoría de «CQSR».
La disputa entre dichos saqueadores, que ha copado centimetraje en la prensa los últimos días, no ha sido por razones ideológicas. Ni por cuotas de Poder. Ni por la higienización de la supuesta RoboLución ¿Higienizaciones? ¡Qué va, oh! Esa palabreja no va con ellos.
La riña tumultuaria ha sido por un “tumbe” para emplear sus propias germanías. Creo tenerlo escrito en estas mismas páginas. Siglos atrás, Marco Tulio Cicerón, De Officis, II, 40, advertía “Si un ladrón toma algo por la fuerza o por fraude a otro miembro de la banda -todo o parte del botín- peligra su posición en la pandilla de ladrones y hasta su propio pellejo”.
No hay nada nuevo bajo el Sol. Menos todavía en la corrupción administrativa, que es, desde la prehistoria, la verdadera profesión más antigua del Mundo.
Exigimos pena máxima de 30 años de cárcel, sin misericordia, ni derecho a pataleo, para los “CQSR” por menos indecentes que sean comparados con los saqueadores que, en la actualidad, usurpan el Poder en mi amada Venezuela. En cuanto a estos últimos están enfrascados en una refriega tumultuaria para aniquilarse, matarse, asesinarse entre ellos. Hacemos votos porque muy pronto se exterminen y se achicharren en la Quinta Paila, donde les espera el llamado “Comandante Eterno”.
La “Burbuja” de la RoboLución no era de prosperidad, ni de jabón. Fue otra pompa de excremento de quienes no llegan ni a «CQSR».