Hace rato que quedó en claro que las próximas elecciones en Argentina, a diferencia de la mayor parte de su historia, no se dirimirá en dos bandos que se beneficien por la polarización. En este 2023 todo parece indicar que habrán tres tercios: el universo de Juntos por el Cambio, el oficialismo y la novedad de La Libertad Avanza de un Javier Milei que viene creciendo en las encuestas. Mientras que continúa el misterio de las candidaturas finales de JxC y el Frente de Todos, que seguramente se decidirán en las primarias de agosto, el diputado libertario sigue ganando espacio en la opinión pública. Muchos encuestadores coinciden que ya no le «muerde» votos al macrismo solamente, sino que también se nutre desde hace un tiempo de los desencantados del kirchnerismo.
Como el fenómeno Milei ya no puede ser menospreciado por el periodismo mainstream, que cada vez que se aleja demasiado de la realidad es «corregido» por el repudio de las redes sociales, los comunicadores no siempre utilizan operaciones serias para limarlo. Eduardo Feinmann, uno de los conductores más representativos del antikirchnerismo y preferido por la platea de Juntos por el Cambio, elaboró una teoría un tanto disparatada sobre el eventual comportamiento del votante libertario en un balotaje donde no juegue Milei.
Sin nombrar la encuesta ni la fuente, Feimann aseguró que, sin Mauricio Macri en la escena, sus votantes irían en un 60% al caudal de la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Cuando su interlocutor, Pablo Rossi, le advirtió que era necesario analizar también el comportamiento del votante de Milei, Eduardo Feinmann respondió con una tesis bastante descabellada. Haciendo uso del viejo «me decían», que debería desaparecer del periodismo, el conductor afirmaba lo siguiente:
«Supongamos que en la primera vuelta quedan Juntos por el Cambio, el Frente de Todos, segundo y Milei, tercero. ¿A dónde van los votos de Milei?».
Rossi, teniendo en cuenta lo evidente (que los votantes de Milei podrían apoyar en su mayoría a Patricia Bullrich, pero nunca a Horacio Rodríguez Larreta), le respondió que todo dependía del resultado de la paso cambiemita. Pero Feinmann dijo que eso no importaba y le repitió una pregunta que se contestó solo.
Para el conductor, la preferencia de todos los votantes del diputado libertario irían para el kirchnerismo, para que el país se termine de arruinar y luego poder votar por Milei en las próximas elecciones.
Claro que es posible que algún votante pueda terminar votando como dice el conductor, pero lo cierto es que su tesis, en términos generales, no tiene demasiado fundamento. Que los más de veinte puntos de Javier Milei vayan en su totalidad hacia el kirchnerismo, es algo que no tiene el más mínimo sentido.
Desafortunadamente, muchos periodistas prestigiosos terminan exponiendo sus preferencias de una forma explícita antes de las elecciones, lastimando nada más que su propio prestigio. Como se ve por estos días en Argentina, el problema ya no afecta solamente al «periodismo militante» del campo kirchnerista.