jueves, noviembre 28, 2024
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Trump contra DeSantis, ¿el duelo por la Casa Blanca?

MIAMI– Gracias a que el Partido Republicano cuenta con diversas figuras prominentes, la lista de candidatos a la presidencia podría ser mayor, a diferencia del Partido Demócrata con una visible crisis de liderazgo en sus filas. De ahí que acudiran a un opaco Joe Biden en 2020, muy lejos de ser un líder y mucho menos carismático y popular.

El odio propagado por la mayoría de los grandes medios de izquierda contra el expresidente Donald Trump, le dio un realce inmerecido a Biden y se tradujo en votos contra el expresidente, además de las graves irregularidades detectadas en varios estados clave durante las elecciones presidenciales del 2020 como Arizona, Pennsylvania y Georgia, que fueron rechazadas por fiscales federales y estatales.

Los tentáculos de George Soros

Casi dos años después, el consagrado comunista George Soros reconoció haber pagado millones de dólares mediante organizaciones y comités para financiar campañas electores a fiscales progresistas (socialistas) en EEUU. También lo reiteró el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien se vio obligado a destituir a un fiscal de distrito.

El gobernador floridano destituyó de su cargo en 2022 al fiscal de distrito del condado Hillsborough, Andrew Warren, por afirmar que no procesaría determinados delitos, muchos de ellos considerados graves.

“Warren, financiado como otros, degradó más del 50% de los delitos graves a delitos menores. Ellos arman su oficina para imponer una agenda política a la sociedad, a expensas del estado de derecho y la seguridad pública”, comentó DeSantis.

El 8 de mayo de 2021, un comité de acción política respaldado por el multimillonario George Soros, llamado Color of Change, respaldó a Alvin Bragg en la carrera por el Distrito de Manhattan, el que hoy pretende arrestar y condenar al expresidente Trump.

Soros prometió 1 millón de dólares para apoyar la elección del fiscal. Según documentos públicos, Soros donó 1 millón de dólares a Color of Change PAC el 14 de mayo. Pero este no fue el único aporte hecho por un controversial señor cuyas acciones -reconocidas por él mismo- se dedican abiertamente a destruir el sistema capitalista occidental y, en especial, corroer todas las instituciones federales de EEUU y su sistema democrático.

En un artículo de opinión en The Wall Street Journal en 2022, Soros admitió haber “apoyado la elección (y más recientemente la reelección) de fiscales” y fiscales de distrito blandos con la delincuencia y el crimen, todos de tendencia política mal llamada «progresista».

Todo lo anterior y el acoso constante de los medios de izquerda contra el expresidente Trump dieron crédito al entonces candidato presidencial demócrata Joe Biden para llegar a la Casa Blanca. Las ecuaciones manipuladas de la izquierda y la extrema izquierda lo daban por ganador. Biden no sólo dijo decenas de [alarmantes disparates] grabados en videos durante la campaña electoral, sino en sus dos años de mandato. Mientras, la prensa le «tira la toalla» y suprime de la vista pública cualquier fiasco y laguna mental del actual inquilino de la Oficina Oval.

Incluso, durante la visita reciente del presidente Francés a Washington, Emmanuel Macron, Biden tuvo que ser guiado varias veces por el propio invitado en actos públicos, cuando parecía totalmente perdido de la realidad. Videos, a los que no se refiere la prensa izquierdista, muestran a un Biden que -en el momento menos esperado- vuelve a poner en dudas su capacidad mental y física para dirigir el gobierno de EEUU.

El «show» mediático

Ahora, los medios se centran como [show propagandístico] en el terreno conservador entre el expresidente Trump y el actual gobernador DeSantis, y es que el banco azul parece autovetado o inexistente hasta este momento en la campaña para el 2024. Por el lado republicano, se esperan otros fuertes contendientes, todos con un historial probado y con suficientes méritos para el triunfo en la contienda roja. Oficialmente, Nikki Halley es -por ahora- la única contrincante de Trump.

Lo que la prensa de izquierda en EEUU dibuja como un espectáculo para subir audiencias, radica en la falta de contendientes del bando azul, donde los necesarios líderes del Partido después de Barack Obama siguen sin aparecer.

Los nuevos rostros con intenciones de llegar a la Presidencia forman parte del grupo que ha emprendido un brusco giro radical dentro del Partido Demócrata hacia una plataforma progresista (socialista). En ese punto, no es lo mismo hablar de conservadores de extrema derecha en defensa de los valores morales, éticos, culturales y económicos sobre los que se fundó la nación americana, que hablar de una extrema izquierda [socialista y comunista] que busca reformar y destruir el sistema económico capitalista estadounidense y la institucionalidad del gobierno federal.

La batalla por la investidura republicana ha comenzado como confirmación a la democracia, a las diferencias, a disentir en la manera de pensar o métodos, pero al final con un mismo propósito: devolver la grandeza de EEUU mediante la fortaleza económica, política, de seguridad y de unidad nacional. Entonces ahí aparecen Ron DeSantis, estrella ascendente del Partido Republicano, y el expresidente Donald Trump, cuyo liderazgo se mantiene como roca ante los incesantes ataques de la izquierda radical y la prensa alineada a esta tendencia e ideología.

Los dos hombres se conocen bien. Ambos viven en Florida y Trump le brindó a DeSantis un apoyo crucial desde la presidencia cuando el gobernador, entonces un desconocido congresista, se presentó por primera vez al cargo en 2018.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces. Aquel joven y leal trumpista se perfila ahora como el posible adversario de Trump en su carrera por la nominación republicana en 2024, antes incluso de anunciar su candidatura.

Su gestión de la pandemia de COVID-19, opuesta a las medidas sanitarias unilaterales de Biden, y sus políticas educativas contra la ideología progresista «woke» lo han convertido en una figura importante de los conservadores estadounidenses. Pero es que Trump también camina sobre la misma línea, de ahí el gran movimiento político MAGA (Make America Great Again) o Hacer Grande a América Otra Vez, cuyos fundamentos son los mismos a los que se unió DeSantis como gobernador.

Trump no ha tardado en sacar la artillería contra él y como suele hacer a su modo en un cuerpo a cuerpo. En un comunicado publicado la semana pasada, el expresidente criticó a DeSantis por imponer restricciones durante la pandemia y recordó que había apoyado recortes en un programa de seguridad social cuando era congresista en Washington. Pero en las batallas electorales, todos son «enemigos».

El gobernador de Florida ha empezado a responder a su manera, más sutil. En una entrevista reciente con el periodista inglés Piers Morgan, defendió su forma de gobierno «sin dramas cotidianos» en una aparente directa al expresidente y su singular personalidad, porque Trump, una vez más, sigue sin querer ser político, sino el gran americano que millones admiran a pesar del descrédito enfermizo de sus enemigos y de la mayoría de la prensa, minada por una tendencia partidista de izquierda y de extrema izquierda también.

Supuestos estilos enfrentados

DeSantis, de 44 años, y Trump, de 76, tienen en común su capacidad para seducir al electorado conservador y no como afirma la mayoría de la prensa «a los extremistas de derecha»; sus guerras culturales contra la izquierda radical y una tensa relación con medios que atacan constantemente a un solo bando: el de los conservadores. Muy lejos de la llamada objetividad periodística.

«Desde el punto de vista político, probablemente son muy similares. Comparten algunas de las políticas básicas en torno a la idea de America first (Estados Unidos primero)», dice Saul Anuzis, asesor político y expresidente del Partido Republicano de Michigan. «Pero su estilo, su forma de gobernar, ahí es donde está la gran diferencia», añade.

DeSantis, hijo de una familia de clase trabajadora, veterano de guerra y licenciado en Harvard y Yale, tiene un carácter muy distinto al del expresidente, heredero de un imperio inmobiliario nacido en Nueva York.

«Parece menos grandilocuente, más reflexivo, y al mismo tiempo está dispuesto a enfrentar también los medios de comunicación. No tiene miedo a pelear, pero lo hace de una manera más suave, más amable, por así decirlo», señala Anuzis.

Enfrente, Trump es «una figura populista exuberante, alguien cuya personalidad abruma todo lo demás», asegura Matthew Continetti, investigador del laboratorio de ideas American Enterprise Institute y autor de una historia sobre el movimiento conservador en Estados Unidos.

La diversidad en la democracia

Para este experto, DeSantis tiene más posibilidades de vencer al candidato demócrata en 2024. «Trump es un político notablemente impopular. Es muy popular entre su base de seguidores, pero dos tercios del país no quieren volver a verlo como presidente», opina. Sin embargo, la realidad dicta lo contrario.

El exmandatario, que afirma que le robaron las elecciones de 2020, enfrenta constantemente el acoso y las diversas distracciones para su desacreditar su trabajo como presidente, porque la espina de que Trump demostró en sus cuatro años todo lo contrario a los vaticinios de un desastre presidencial sigue clavada en muchas figuras públicas, la errática prensa y sus oponentes radicales de izquierda. Por tal mitivo, cada dedo, cada gesto y cada acción de Trump puede dar pie a un demán propagandístico.

Trump ha sido el único presidente de EEUU censurado y hostigado hasta la saciedad con dos intentos de destitución en su mandato, incongruentes y falsas acusaciones en complot, insólita e intensa búsqueda de motivos para condenarlo judicialmente y hasta el inusual y muy criticado allanamiento de su propiedad privada que luego se extendió extrañamente a Biden y al exvicepresidente Mike Pence a modo de justificar y poner sobre una balanza tan calumniosa y cuestionble acción.

Ahora el fiscal de distrito de Manhattan saca a la luz nuevamente la misma acusación que recibió el rechazo de varios fiscales por falta de pruebas. Incluso, le presenta cargos y lo convierten en el primer expresidente en ser acusado judicialmente. Pero el objetivo es que el daño moral público quede en la mente de los votantes, es la estrategia desde todos los ángulos contra Trump: acusaciones que lo condenen en el subconsciente de los electores y lo reafirmen como el ser depreciable que ve la izquierda, y no el verdadero Trump. Lo primero que no le perdonan es que denunció con vehemencia y reveló al mundo que verdaderamente existe el llamado Estado Profundo, una élite que gobierna en las sombras.

Y como encomienda, el ahora fiscal del distrito de Manhattan -financiado en su campaña electoral por George Soros- levanta otra cortina de humo sobre el caso del supuesto pago de 130.000 dólares por silencio a la actriz porno, Stormy Daniels, para inculpar a Trump, cuando no existen pruebas fehacientes, ni para un delito menor. Por eso ha sido desestimado en dos ocasiones.

Frente a un candidato tan singular, DeSantis tendrá que ser capaz de atraer a una audiencia nacional, explica Continetti.

El gobernador ha sabido utilizar Florida como una plataforma para promocionarse fuera del estado. Pero deberá mostrar un buen conocimiento de los asuntos nacionales e internacionales.

Como buen guerrero, al igual que Trump, DeSantis deberá sobrevivir a los ataques de exinquilino de la Casa Blanca, experto en la arena pública y que cuenta con decenas de millones de fieles seguidores.

«No creo que haya ningún beneficio para DeSantis en atacar verbalmente a Trump a estas alturas del partido», opina Azunis. «DeSantis ha fijado su propio calendario. Ha sido muy disciplinado hasta ahora y creo que esa disciplina le ha venido bien».

Por su parte, Trump ya conoce bien a Washington y las más puntuales debilidades de sus enemigos [reales] de la izquierda socialista.

El camino será sumamente escarpado para cualquier precandidato republicano, no por el adversario del lado azul en medio de una crisis de liderazgo, sino por el respaldo de una gigantesca maquinaria de propaganda y manipulación detrás de cada paso conservador.

Ahora, la defensa de los medios de prensa y figuras hasta de la izquierda se inclina hacia DeSantis, mañana -si llega finalmente a enfrentar a Biden u otro oponente como candidato republicano- esa hipócrita defensa debe convertirse en puñales por doquier, los mismos que ha tenido que enfrentar Trump.

lmorales@diariolasamericas.com

Fuente: Diario las Américas

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