Luis Beltrán Guerra,
Federico Ramírez termina su carrera en leyes con máximas calificaciones. Su tesis de grado, “Constitución y Democracia en EE. UU. y Venezuela” es premiada, acordándose su publicación. La universidad le provee asimismo de los recursos a fin de que viaje a Nueva York para que escriba un ensayo acerca de “la justicia constitucional”.
El distinguido graduando no consigue como agradecer al Señor, pues, en “The New York County Supreme Court” se adelanta un proceso para juzgar a Donald Trump, quien ejerciera la Presidencia desde el mediodía del viernes 20 de enero de 2017, concluyéndola el mismo día y mes de 2021. Esto es, 4 años, como dispone el Texto Fundamental, vigente desde el 17 de septiembre de 1787. Visita al juez Juan Merchan, nacido en Colombia, pero desde los 6 años en los EE. UU., logrando un pase para la audiencia del martes 4 de abril, el de la comparecencia del expresidente imputado. Federico, católico practicante, pide a Dios que el magistrado se inspire, ese Martes Santo, en las palabras de Jesús “Dad, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Pero, dada la inmensa responsabilidad que le atañe, que la complemente expresándose a sí mismo: “Lo que tienes que hacer hazlo en seguida”, como Jesús a Judas. Ramírez, rosario en mano, reza, pues se trata de formular cargos al expresidente Donald Trump, con capacidad de convocatoria en lo que a sus seguidores respecta y con un “net worth of USD 2.5 billion”. También, la reacción del magnate ante las imputaciones: “Es un ataque a nuestro país”, “persecución política”, “interferencia electoral al más alto nivel”, “Estados Unidos es ahora un país del tercer mundo”, “cacería de brujas”. Y refrendadas en todas las redes sociales, sin excepción.
En la audiencia, el fiscal del Distrito de Manhattan, Alvin Bragg, para extrañeza del visitante, imputa responsabilidad penal al expresidente por 34 cargos, relacionados, como se lee, con el pago por el silencio de una exactriz porno, con la que supuestamente mantuvo una relación, conducta que si se hubiese hecho pública hubiera dañado la imagen de Mr. Donald como candidato presidencial. El mandatario de Trump, abogado Michael Cohen, confirmó en estrados haber hecho la entrega por encargo de su poderdante. Adicionalmente, Bragg denuncia que el referido gasto fue incluido en la declaración tributaria del conglomerado empresarial “Trump”.
Al jurista caraqueño no deja de sorprenderle cómo un tema tan complejo, como el enjuiciamiento de un jefe de Estado y poseedor, además, de billones de dólares, se tramite sin la algarabía, el farrago y el desconcierto, propios de otros países. Donald Trump salió de Mar-a-Lago, su “oasis y cuartel general”, en avión propio con capacidad para 200 pasajeros, regresando por la misma vía un rato después. Agradeceríamos a Dios que nos indujera a creer en la resurrección, como en esta hazaña. Y a comprender que “la igualdad ante la Ley” tiene algunas excepciones, como la del indiciado “opulento”.
A Rodríguez no deja de alarmar, asimismo, que destacados dirigentes del Partido Republicano hayan cuestionado el proceso judicial, manifestación para algunos negativa para sus probables postulaciones presidenciales al terminar el mandato de Joe Biden, incluyendo al exvicepresidente Mike Pence y al gobernador de Florida Ron DeSantis, quienes suenan como candidatos a competir con Trump. No le suena que en una de las democracias más estables del mundo, se engendren “caudillos, generalísimos, furhers y duces”.
La pariente del juez Merchan que coadyuvó para que el venezolano asistiera al tribunal lo invita a despedirse del magistrado, quien tiene en su escritorio el libro “People Vs. Donald Trump”, de la autoría del abogado Mark Pomerantz, quien trabajara como asistente especial del fiscal del condado de New York, Cyrus Vance Jr., para que auxiliara en la investigación criminal de la referida oficina con respecto a las finanzas de Donald Trump. Pomerantz concluyó que había “pruebas suficientes para establecer la culpabilidad del señor Trump más allá de toda duda razonable”. Se lee que Pomerantz expresó su frustración por la decisión del nuevo fiscal de distrito de Manhattan, precisamente, Alvin Bragg, de no procesar a Trump. Pomerantz dijo que había “pruebas suficientes para establecer la culpabilidad del señor Trump más allá de toda duda razonable” y que “el interés público justifica el enjuiciamiento penal del señor Trump”. La lectura prosigue… Cerrando su carta, Pomerantz escribió: “Me temo que su decisión significa que el Sr. Trump no será plenamente responsable de sus crímenes. He trabajado demasiado como abogado, y durante mucho tiempo, ahora para convertirme en un participante pasivo en lo que creo que es una grave falta de justicia. Por lo tanto, renuncio de mi puesto como asistente especial del fiscal de distrito, con efecto inmediato”. En abril de 2022, Pomerantz volvió a Paul Weiss, como abogado en su departamento de litigios.
El venezolano no descarta que la defensa de Trump plantee, a fin de eludir “una inhabilitación para el ejercicio de la primera magistratura”, la necesidad de que el juez defina en qué medida la falta imputable (la relación con Karen McDougal), se haya convertido en un “delito grave”, como consecuencia de incluir lo pagado en los asientos contables en las declaraciones de impuestos del expresidente. También, pasa por su mente, la integración actual de la Corte Suprema de Estados Unidos, con mayoría de magistrados con tendencia republicana.
Un meditabundo Federico Rodríguez regresa caminando al departamento que había arrendado cercano a the School of Law of New York University, convencido de haber seleccionado la ciudad más compatible para analizar el interesante tema de “la justicia constitucional”, pero en la especificidad del ejercicio de la primera magistratura, pues Dios le ha brindado la ocasión de morar dentro de la propia fuente de la problemática. Y mucho más cuando lee el artículo del profesor chileno Ricardo Israel, quien califica al “episodio Trump” como una manifestación más de la “latinoamericanización de la política estadunidense”.
La acotación hace revivir en la mente del venezolano la defenestración “contraria a derecho” del presidente Carlos Andrés Pérez y las desastrosas consecuencias que trajeron. Un país sin rumbo, por no decir, al cual le falta poco para su total degradación.
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