domingo, diciembre 22, 2024
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17 minutos de teatro y tensión en MinDefensa

IBÉYISE PACHECO,

El día anterior había estrenado nuevo programa, “Con Maduro más”, previsto para todos los lunes. Los memes reactivos se habían enganchado con Siri, una moderadora de inteligencia artificial que lo acompañará en su show. La puesta en escena lo colocó saludando de pie, vestido de traje, tratando de mostrarse confiado, seguro, desenfadado, procurando aligerar el personaje adusto registrado por las cámaras desde que explotó la crisis con Tareck El Aissami.

El martes, al llegar al Ministerio de la Defensa, lo recibió la media marcha regular interpretada por la banda de guerra del Batallón Caracas. Maduro salió de cámara y se fue hacia el salón del Batallón Simón Bolívar. Entretanto la imagen se congeló en un vitral del Libertador. La agenda establecía hablar de las bricomiles, brigadas creadas para supuestamente abordar los problemas sociales en infraestructura y mantenimiento en áreas de salud y educación, pero hay dudas razonables de que esa lista de tareas del día fuese una coartada para el encuentro.

Cuando Maduro llegó al salón parecía un militar más. El mismo corte del traje, la misma barriga. La atención estaba sobre el director del Sebin, Gustavo González López, quien según protocolo no debía asistir. Se trataba de una reunión del estado mayor superior ampliado, comandantes de Redi y Zodi de la Fuerza Armada. El jefe del Sebin no cabía allí, ya que antes había sido pasado a retiro, aunque luego el comandante en jefe ordenó su reincorporación. Pero para esta reunión Maduro impuso su asistencia. Es cuestión de estrategia. Necesita empoderarlo, revestirlo de autoridad. Gustavo González López es el mismo que él había expulsado de Disip porque andaba alzado; pero después de aquel 30 de abril, Maduro tuvo que resignarse y devolverlo a su cargo. Y ahora le es imprescindible. Ha optado por dejar a un lado la desconfianza -al menos temporalmente- de saberlo ficha a muerte de Diosdado Cabello. González López es el ejecutor del operativo que ha llevado a prisión, hasta ahora, a unos 80 funcionarios entre civiles y militares por el caso de Pdvsa-Cripto y que obligó a la renuncia de Tareck El Aissami.

La cercanía con Tareck y sentirse traicionado afectaron inicialmente a Maduro, pero ahora quiere ver sangre. Ya se sabe que él es un hombre peligroso y calculador que escucha con atención a sus costosos asesores, para garantizar su permanencia en el poder. Se está recomponiendo y trata de apagar los fuegos que le amenazan.

La situación dentro de la Fuerza Armada es un tema no resuelto, lo que explica que el rostro de Maduro estuviese tenso. Tal vez la presencia de González López tenía más que ver con el miedo de enfrentar a decenas de hombres que lo hicieron a un lado, oficiales que no lo quieren. Su equipo de inteligencia detectó que la mayoría de los oficiales en tareas decisivas, reportaban o actuaban en sociedad con Tareck El Aissami. Y según esos informes, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, es sospechoso, así como el director de la DGCIM, Iván Hernández Dala. Pero por ahora, Maduro nada puede hacer.

Por su parte, su rival Diosdado Cabello acecha mientras hace el trabajo de alimentarle la paranoia.

Comienza el acto y las tomas sobre el rostro de González López no lo favorecen, parece asustado, abre demasiado los ojos sin pestañear, suda a mares. Usa un pañuelo sin cesar sobre su rostro como si restregara una olla. Mira a los lados, su espalda no llega a tocar la silla con miedo a que muy cerca, pudiese quemarlo el enemigo.

Tiene sentido su nerviosismo. La mayoría de esos oficiales lo desprecia. Encarna al verdugo que los está investigando, que los quiere cazar, que ha acusado a unos y que a otros ha agobiado en interrogatorios humillantes.

La presentación del evento queda en voz de Padrino López, quien tampoco se ve cómodo, y en saludo protocolar deja claro que González López es un invitado, no un miembro del Estado Mayor.

Y González López sigue sudando. En la transmisión una voz en off de una animadora de carne y hueso interrumpe la intervención de Padrino López. La expresión del director del Sebin contrasta con la cara de póker del resto de la asistencia vestida de verde.

Vuelve la transmisión a la intervención confusa del ministro de la Defensa. En el minuto 14, Padrino recurre a frases huecas: compromiso, la batalla, la dignidad de nuestro pueblo, la cohesión de la patria “y esa tarea como hormiguita, paso a paso, decisión tras decisión, acción tras acción”.

Y se refiere con enredo a la guerra: “Mi comandante, nos toca a nosotros, porque más allá de estos fuegos artificiales que se ven en el conflicto Rusia-Ucrania, esto pasa mucho más allá de ello, y definitivamente una vez que ese conflicto concluya vamos a ver un mundo dividido en dos partes, los que tienen petróleo y los que no. Y cuando vemos ese escenario, nosotros que somos un país con las mayores reservas internacionales vemos una coyuntura, una oportunidad”.

Padrino López parece decir, “pana, no me botes”.

Hasta ahí llegó la transmisión. Maduro no fue enfocado durante las palabras de su ministro de la Defensa. Habían transcurrido casi 17 minutos. La tensión apenas comenzaba.

Fuente: Diario las Américas

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