Arturo McFields Yescas,
La izquierda latinoamericana pareciera estar empecinada en resolver problemas ajenos y descuidar los propios. El Presidente Lula busca solucionar la guerra de Putin en Ucrania, mientras Petro intenta arreglar la Venezuela convulsa y empobrecida por Nicolás Maduro.
Este martes inicia en Bogotá una Cumbre para abordar la situación venezolana. El elefante blanco en la habitación, los temas prohibidos, son los presos políticos, el ecocidio minero, el narcotráfico y sobre todo los crímenes de lesa humanidad.
Tiempo, oxígeno y legitimidad
Maduro, al igual que lo ha hecho Ortega en Nicaragua, pareciera estar jugando una estrategia para ganar tiempo, recuperar dinero y construir una falsa legitimidad. La teoría de que es mejor un mal arreglo antes que un buen pleito, no puede ser la única alternativa para millones de venezolanos que reclaman una transición democrática.
La líder opositora Corina Machado lo ha dicho de forma contundente: “No son dos o tres; van 15 iniciativas de diálogo. La pregunta es para qué es este nuevo encuentro, ahora con Petro, y a quién favorece. Mucho cuidado con intentar bloquear las primarias”.
La Cumbre organizada por el presidente Petro es muy sui géneris. Es un encuentro de alto nivel sobre Venezuela, en el que participan 20 países, incluidos Sudáfrica y Turquía, pero no Venezuela, el principal motivo de la cita. La Cancillería colombiana emitió este lunes un comunicado sentenciando que el opositor Juan Guaidó no está invitado y no aceptarán su participación en la Cumbre.
Los presos políticos fuera del radar
La Coalición de Derechos Humanos y Democracia también se ha pronunciado. Han solicitado al Presidente Gustavo Petro que interceda en favor de los presos políticos, cuya cifra supera ya los 295. Al igual que en Nicaragua o en Cuba, ellos están presos injustamente, sin garantías judiciales y en un contexto de irrespeto total a los derechos humanos más esenciales, incluyendo las Leyes Mandela.
“Más democracia y cero sanciones”
Petro no decepciona y sigue fiel a su falsa narrativa de que en Venezuela ya existe democracia y que solo se trata de hacer cambios cosméticos. Ignora o quiere ignorar, que la dictadura ha desmantelado todos los poderes del estado y los ha sometido a intereses partidarios. Se omite también que la Corte Penal Internacional y una docena de organismos de derechos humanos han señalado que el régimen de Maduro estaría involucrado en torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y represión sistemática de miles de venezolanos. Eso jamás puede considerarse democracia.
Seis encuentros con el dictador y ninguno con las víctimas del régimen.
El presidente Petro desde que llegó al poder ha promovido acercamientos con el dictador venezolano, pero ha sido incapaz de sentarse con las madres de los desaparecidos y encarcelados. Esto lo hace un mediador dudoso y oprobioso.
La Cumbre convocada por Petro es una Cumbre borrascosa
Lejos de abrir las puertas a la democracia, se corre el riesgo de cimentar y oxigenar a una dictadura pura y dura. Una cleptocracia que ya no esta para el Sistema Interamericano sino para la Corte Penal Internacional.
Hoy más que nunca se precisa de una ruta clara hacia la democracia y un proceso inclusivo de diálogo, que considere a todos los actores y tome en cuenta todos los temas, incluso a aquellos que le son incomodos al régimen y a sus colaboradores.
Venezuela necesita urgentemente un diálogo para recuperar la democracia y no para rescatar tiranos.