RICARDO RUIZ DE LA SERNA,
El Centro de Estudios, Formación y Análisis Social del CEU, ha publicado un interesantísimo informe titulado La influencia china en Iberoamérica que firman los investigadores Guillermo Moya García-Renedo y Eduardo Puig de la Bellacasa Aznar, responsable para Iberoamérica de CEU-CEFAS. A lo largo de 40 páginas, se analizan los vínculos comerciales y políticos que la República Popular China ha ido estableciendo en todo el continente. El documento es profuso en datos. Por ejemplo, se dirigen a China el 14% de todas las exportaciones iberoamericanas, incluyendo un tercio del petróleo y la minería allí producida. El comercio entre la República Popular e Iberoamérica está disparado: desde 2000, ha crecido a un ritmo seis veces mayor que el habido con Estados Unidos y la Unión Europea. China ya ha adelantado a la Unión Europea como el segundo mayor socio comercial de Iberoamérica y —exceptuando a México— es su principal socio comercial desde 2018. De hecho, el inmenso espacio de la Iberosfera americana es estratégico para el país asiático, que importa el 74% de la soja, el 68% del cobre, el 43% de la carne, el 22% del hierro y el 10% del petróleo.
El informe recoge una consideración política interesante: «Pekín no incorpora grandes exigencias financieras, democráticas o medioambientales a sus préstamos, llegando a incluir, en algunos casos, cláusulas de alineamiento político o tecnológico con China». A diferencia de la influencia de la Unión Europea o los Estados Unidos, la República Popular China no trata de imponer una determinada agenda política interna ni un modelo de sociedad. Es una de las razones de su creciente influencia en África. La excepción, claro está, es la aceptación de la política de «una sola China» entendida como la necesidad de reconocer únicamente a la República Popular China y no a Taiwán.
El apoyo chino resultó clave para países que atravesaban gravísimas dificultades económicas y financieras. En efecto, las entidades financieras chinas han sido, para Argentina, Ecuador o Venezuela, «la principal alternativa de acceso a los mercados de deuda cuando las exigencias en materia de corrupción, fundamentales económicos del país o limitación al exceso de deuda, les cerraban otras fuentes de financiación. Las entidades financieras chinas cubrían sus riesgos mediante mecanismos de cobro preferente y garantías colaterales vinculadas a los ingresos públicos o a los recursos naturales del deudor, añadiendo, en ocasiones, cláusulas de alineamiento político con la República Popular China o de reducción de barreras a la implantación de redes 5G por empresas chinas».
La incorporación de algunos países iberoamericanos a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el gran proyecto de desarrollo económico global liderado por Pekín, ha brindado oportunidades de financiación para empresas argentinas y brasileñas: «los cinco grandes bancos comerciales chinos, controlados por el gobierno, firmaron 62 contratos de préstamo con deudores iberoamericanos, fundamentalmente argentinos y brasileños, para la financiación de proyectos de infraestructura energética y de transporte destacando los puertos y los proyectos ferroviarios».
No es exagerado ver que la República Popular China está sustituyendo a los Estados Unidos como potencia de mayor influencia en Brasil, Venezuela y Argentina. Esto no significa que sea el referente político —el informe ya señala que, en relación con la calidad democrática y el modelo de desarrollo, los ciudadanos iberoamericanos prefieren a Estados Unidos y los países europeos frente a China— pero sí es interesante que sea en este plano, y no en el económico, en el que Occidente sigue teniendo ventaja. En general, los iberoamericanos prefieren las democracias occidentales al modelo comunista chino.
Sin embargo, son precisamente las democracias occidentales las que están socavando sus propios fundamentos a través de las políticas identitarias, la Agenda 2030 y, más en general, la traición a sus fundamentos filosóficos y morales. Los sistemas democráticos existen como herencia de una tradición de pensamiento inspirado en la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. A medida que las políticas de la izquierda woke horadan esos fundamentos, las democracias son cada vez más débiles.
En la Iberosfera, el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, cuyas extensiones llegan hasta Europa, son agentes activos de esa estrategia de voladura de las democracias occidentales. Los gobiernos que los apoyan están entre los beneficiarios de esa actividad china que no impone una agenda política y, por lo tanto, está dispuesta a establecer relaciones con cualquier Estado gobierne quien gobierne. Como puede deducirse del propio informe, sin el apoyo financiero de la República Popular China, el régimen de Chávez y Maduro, por ejemplo, hubiese tenido muchas más dificultades para sobrevivir a las sanciones.
Cualquier estrategia política en la Iberosfera, pues, habrá de tener en cuenta la importancia de esta influencia china, que el informe de CEU-CEFAS analiza.