lunes, noviembre 25, 2024
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Ni para imprimir dinero hay papel en Cuba

Un artículo de Rafaela Cruz para DIARIO DE CUBA expone la crisis que se vive en la isla. Reproducimos el texto:

Se cuenta que durante la hiperinflación alemana de entreguerras un hombre necesitaba llevar una carretilla de dinero para comprar pan, y si al llegar encontraba demasiada cola, lo que significaba que tardaría en ser atendido, debía regresar a casa a por otra carretilla de efectivo pues, mientras esperaba, los precios podían duplicarse.

En tiempos más cercanos, la hiperinflación venezolana nos dejó otras curiosas imágenes —estas aún visibles en YouTube— de personas empapelando paredes con billetes bolivarianos, o haciendo manualidades y artesanías con bolívares para venderlas en dólares.

Lo que queremos destacar de ambas anécdotas es que, aun bajo procesos inflacionarios mucho más acelerados, profundos y violentos que el que está padeciendo Cuba, nunca se quedaron sin papel moneda, mientras que acá hoy todos repiten aquella melodía que popularizó Don Francisco: «¿Dónde está el billete, dónde está la plata? Tráiganle el dinero que ganó»… pues ni para cobrar salarios y pensiones se encuentra dinero efectivo en bancos y cajeros automáticos.

Y es que en Cuba la crisis supera por mucho al ámbito financiero, es un proceso multidimensional o, más llanamente, el barco está haciendo aguas por todas partes. Desvestir un santo para cubrir otro, que es como «ha ido tirando» el castrismo los últimos 30 años, tiene el efecto maligno de terminar dejando expuestas todas las vergüenzas al mismo tiempo, y ahora, cada vez que mueven recursos de un lado para otro atajando alguna de las muchas urgencias que enfrenta el país, crean una crisis aún mayor.

Pero en todo caso, ¿dónde está el dinero? ¿Por qué no hay efectivo en bancos y cajeros? ¿Por qué a las empresas, incluso estatales, se les dificulta pagar nóminas y facturas? ¿Por qué toda extracción superior a 100.000 pesos (500usd) debe ser autorizada por un director provincial? No hay misterio, es tan simple como que el dinero sale de los bancos —por aumento de su demanda— y no regresa a estos ni circula en la economía.

Hasta hace pocos meses la situación era diferente porque el Banco Central tenía reservas de billetes impresos. Según averiguaciones —no oficiales ni confirmadas— el último lote de papel moneda llegó a Cuba en 2016 y estuvo saliendo hasta 2021. Esto es plausible pues hasta esa fecha los cajeros automáticos regurgitaban, con enorme frecuencia, billetes nuevos de alta denominación —200, 500, 1000—, pero parece que esas reservas se agotaron y no queda dinero ni para hacer dinero cuando más se le necesita.

Sucede que, debido a la inflación, la demanda de dinero ha aumentado por lo que Keynes denominó motivo transacción; es decir, la gente requiere más cantidad de dinero para pagar precios más altos aun cuando su nivel de consumo se mantenga o, como es el caso cubano, esté disminuyendo.

Otra razón del aumento de la demanda monetaria, igualmente adelantada por el economista británico, es el motivo precaución, que es el deseo de las personas de mantener liquidez para hacer frente a gastos no planeados e inesperados, un tipo de gasto que aumenta exponencialmente en tiempos inciertos de inflación y crisis, cuando no se sabe cuánto costará mañana la comida o la gasolina.

Este aumento de liquidez puede no ser problemático en países bancarizados donde los bancos mantienen circulando el efectivo, pero en Cuba el Banco Central lleva una política de tipos de interés negativos —interés bancario pasivo muy inferior a la inflación— que hace que mantener dinero en el banco en vez de dar dividendos salga caro, lo que desincentiva los depósitos, más cuando el Banco Central y sus sucursales son estatales y tienen cero independencia, por lo tanto, sirven a los intereses del Gobierno y no al de los clientes —como muchas veces han demostrado—, lo que hace muy difícil creer que el dinero estará más seguro en las bóvedas que bajo el colchón.

La última razón de aumento de la tenencia de dinero descrita por Keynes es el motivo especulación, que nace de la incertidumbre acerca de los indicadores macroeconómicos. Los agentes económicos —en el caso cubano principalmente individuos y MIPYMES— demandan dinero previendo que siga devaluándose; racionalmente, tratan de conseguir la mayor cantidad posible de efectivo —vendiendo otros activos— para adquirir las divisas que en contraste se están valorizando a diario y serán más caras en el futuro.

Esta falta de efectivo no es mera anécdota. El dinero es como el aceite de la economía y, si no fluye, los engranajes se enlentecen hasta detenerse. Que no haya dinero circulando es tan dañino como que falte electricidad, pues las empresas no pueden cobrar o pagar, con lo que la producción colapsa, y los directivos se vuelven conservadores con respecto al crédito, ralentizando los procesos económicos.

Por otra parte, todo aumento de la demanda de dinero tiene como contrapartida una devaluación de activos fijos ilíquidos, fenómeno muy nítido en Cuba donde, en medio de una inflación brutal de los productos más básicos, se ha desplomado sin embargo el precio de casas y automóviles, lo que hace patrimonialmente más pobres a todos los cubanos.

Explicado el por qué y esbozadas algunas de las peligrosas consecuencias de esta falta de dinero, lo que hay que destacar es que este es otro síntoma de cuán profunda y diferente es la actual agudización de la crisis económica comenzada en 1959; lo que implica que, aunque el castrismo haya logrado sortear empeoramientos anteriores, no significa que podrá sortear el actual, ni siquiera prostituyéndose con Putin.

FUENTE: Diario las Américas

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