Si el término “justicia social” es un dislate total, que decir del nuevo “justicia menstrual”. Sin embargo, es una de las últimas proclamas del kirchnerismo en retirada. Esta tarde, la ministra de “Mujeres, Género y Diversidad”, cartera que debería desaparecer el primer día del próximo gobierno, lanzó un programa donde mezcla la menstruación de las mujeres con cosas que nada tienen que ver con la política y la justicia. Claro, que servirá de excusa para más gasto y más intervención estatal. Es decir, más del principal problema argentino.
“Que una persona menstruante tenga que faltar a la escuela o no pueda ir a trabajar o no pueda comprarse los productos necesarios, son cuestiones que debemos revertir. No puede haber justicia social si no hay justicia menstrual”. Las palabras pertenecen a la ministra de Mujeres, Género y Diversidad, Ayelén Mazzina. Claro que el nuevo programa gubernamental incluirá una vez más nuevas compras arbitrarias a los empresarios que ellos buscan beneficiar. Como ya se ha demostrado en otras oportunidades, suelen aparecer en estos casos (aunque se hayan realizado licitaciones o no) compras millonarias a empresas cercanas al gobierno kirchnerista y sus funcionarios.
El programa en cuestión fue bautizado como “MenstruAR” y en su presentación no faltó ninguno de los lugares comunes y los delirios de género que fomenta este inútil ministerio. Con la excusa de las personas con escasos recursos (que son las más perjudicadas por este estatismo exacerbado), la ministra Mazzina señaló:
“Esta iniciativa nacional continúa el trabajo que venimos haciendo junto a compañeras y compañeres para deconstruir ciertos patrones culturales que tienen a la menstruación como un factor de desigualdad y un tema tabú. Menstruar es un derecho al que muchas mujeres, varones trans y personas no binarias no pueden acceder, porque sus salarios no llegan a cubrir los productos o no cuentan con la información adecuada”.
En pleno año electoral, y en medio de una grave crisis económica, el kirchnerismo parece aferrado a seguir el fracasado guion de la izquierda española, que acaba de sufrir un duro golpe en las urnas. Mientras se acercaba la fecha de las elecciones de este fin de semana, la agenda en la que insistía Podemos (con un ministerio equivalente) parecía garantía de un suicidio político. Así fue. Completamente a contramano de las necesidades del electorado español, el espacio progresista decidió dar un predecible salto al vacío. En Argentina es muy probable que en las primarias de agosto, y luego en las generales de octubre, suceda algo parecido.