Unidad alrededor de sandinistas para «liderar» a la oposición en Nicaragua. Es la estrategia que promueven los antiguos aliados del dictador Daniel Ortega, pese a que no gozan de aceptación. Un hecho que, de concretarse, dejaría a los nicaragüenses sin opción y el camino libre a los que añoran rescatar la «revolución» de la década de 1980. Una oscura época de crímenes, represión y robos. Esta vez sin Ortega, con el que gobernaron durante la primera dictadura sandinista.
Pese a que, según las encuestas, más del 70% de los nicaragüenses son antisandinistas y no comulgan con ningún partido político, existe presión del sandinismo «disidente» a Ortega y algunos sectores alineados que cuentan con apoyo económico y mediático para lograr liderar la oposición y la llamada «unidad»: palabra empleada como eslogan también por la tiranía de Daniel Ortega.
Cinco años después de abril de 2018, la campaña para que Unamos, antes Movimiento Renovador Sandinista (MRS) — cuyos fundadores gobernaron durante la primera dictadura — y sus aliados sean el rostro de la oposición, no ha logrado ese objetivo pese al respaldo mediático con el que cuenta. Sin embargo, hay presión de la comunidad internacional para lograr la «unidad» y apoyarla con fondos.
La «unidad» estaría dirigida a concretarse próximamente a través de la organización Monte Verde, creada en Costa Rica por organizaciones en su mayoría de izquierda vinculadas al sandinismo disidente, sus aliados, y algunos políticos de centro derecha. El interés es presentarse a la comunidad internacional en un solo bloque para tener reconocimiento y conseguir ayuda financiera.
De acuerdo con una fuente cercana al grupo político y que pidió hablar en condición de anonimato, en un mes podrían realizar una convención. El propósito es crecer y presentarse como una opción política de oposición para Nicaragua y ante la comunidad internacional. Pero a lo interno hay diferencias, pues el sandinismo quiere imponerse. Hay un filtro de quién entra y la última palabra la tienen los sandinistas.
Hay hermetismo alrededor de las actividades del grupo que opera desde San José, Costa Rica.
Los invitados a la reunión
Para ese fin han invitado al primer bloque integrado por una treintena de personas, la mayoría de ellos expresos políticos desterrados por la dictadura de Daniel Ortega.
«De los invitados, Monte Verde aprobó el ingreso de 23 personas. De ellos 17 son de la Alianza Cívica y la Coalición, los otros seis son simpatizantes del MRS -la izquierda de nuevo- creando un desbalance que no tiene lógica», dijo la fuente.
Uno de los que confirmó la invitación a la que se refiere la fuente es el expreso político y excoordinador del Movimiento Campesino, Medardo Mairena, quien lo publicó en su cuenta en Twitter. «Firme en nuestro compromiso de buscar la unidad en acción, he aceptado para escuchar propuestas y exponer las nuestras. No soy, ni pretendo ser parte de Monte Verde», escribió.
La propuesta es invitar a otros grupos. Entre los planes también estaría cambiarle el nombre a la organización.
El excandidato al Congreso de Estados Unidos, Rafael Cárcamo, de origen nicaragüense, dijo que hay un plan para imponer como líderes de la oposición a sandinistas, y el objetivo es legitimar un liderazgo alrededor de ese sector.
«Ellos saben y entienden que es necesario la unidad», afirma. Aprovechando ese contexto, Cárcamo sostiene que están tratando de imponerse y que «cualquier organización que nazca tiene que unirse alrededor de los sandinistas obligadamente para ser parte de una estrategia a futuro para derrocar a Ortega. Eso no es posible, es lo contrario. Aquí cualquier organización que nazca que no sea sandinista es la que va a tener respaldo», subrayó.
«La gran mayoría de los nicaragüenses somos antisandinistas, las encuestas nos dicen que más del 70% de la población no cree en ningún partido político, ni en políticos, y posiblemente hay un 20% que abarcaría a todos los partidos políticos, incluyendo el Frente Sandinista», dijo Cárcamo.
La pugna por el poder
El conflicto surge porque diferentes grupos se han autonombrado representantes de la oposición, cada uno ha presentado diferentes propuestas a Estados Unidos y la Unión Europea, lo que «genera un conflicto. Están en el dilema de a quién hacerle caso, y quién tiene la mayor representatividad de la oposición», aseveró la fuente.
Para el exiliado Christiam Martínez, el sandinismo y sus aliados se venden en los pasillos de la OEA, las oficinas de congresistas y senadores y el Departamento de Estado, en Washington, como los líderes opositores y «salvadores» con el apoyo de líderes autonombrados y la campaña orquestada por la batería mediática del sandinismo establecida en Costa Rica y Estados Unidos.
Un segundo grupo que se estaría conformando que integraría a conservadores que trabajan organizándose con fondos propios, ha presentado también su propuesta.
«Las organizaciones que no son sandinistas no han tenido el respaldo que han tenido las organizaciones de izquierda, ellos obviamente viven de esto, han utilizado las organizaciones de la sociedad civil como trampolín para agendas personales y políticas. Cosa que no debe ser así, porque las organizaciones de la sociedad civil tienen un rol importante, pero no son para asuntos políticos que se forman las organizaciones de la sociedad civil. Y tras ellas hay gente señalada de crímenes de lesa humanidad en la década de los 80, que fueron parte del primer régimen con Ortega y ahora son ‘defensores’ de derechos humanos», aseveró Martínez.
Evaluar «logros»
La fuente dijo que grupos opositores de derecha han solicitado a la comunidad internacional evalúe la eficacia de la estrategia que implementaron los grupos sandinistas y aliados, y la que van a implementar «porque si siguen tratando de hacer lo mismo que fracasó, no habrá resultados diferentes y va a ser un nuevo fracaso».
Antes que la dictadura liberara a los presos políticos se estaba tratando de hacer un bloque opositor a través de Monte Verde, «integrado mayoritariamente por los sandinistas Unamos o MRS, pero cuando salieron los presos políticos, ese plan cambió para ver qué se hacía con los desterrados», sostiene Martínez.
Martínez estima que bajo la sombrilla de Monte Verde están tratando de revivir lo que era la Alianza Cívica.
Asegura que la estrategia del organismo que está canalizando la ayuda de Estados Unidos para la oposición, es el mismo que trató de unir previo a las elecciones presidenciales en 2021, a la Alianza Cívica y la Coalición Nacional, y que “resultó en un fracaso”. La primera estaba dominada por la empresa privada que hasta abril de 2018 fue aliada del régimen, y su precandidato presidencial era Juan Sebastián Chamorro; y la segunda, integrada mayoritariamente por el sandinismo y la izquierda aglutinada en oenegés, y uno de sus precandidatos era Félix Maradiaga.
Los siete precandidatos fueron encarcelados por el dictador Ortega a pocas semanas de la elección del candidato único de la oposición.
La intervención de María Elvira Salazar
Grupos de la oposición fueron convocados por el despacho de la representante María Elvira Salazar, conocedora del tema nicaragüense, que trata de «mediar» para resolver los conflictos a lo interno de la oposición.
Salazar es una de los congresistas que ha recibido reclamos de la oposición de línea conservadora por respaldar a organizaciones dominadas por la izquierda, que gobernaron con Ortega y fracasaron en su estrategia.
«La izquierda no representa a los nicaragüenses», afirma la fuente. De acuerdo con ella, se está gestando un nuevo grupo de «centro derecha» que no está de acuerdo con las propuestas de Monte Verde, y que la califica como «la versión 2.0» de la Alianza Cívica y la Coalición.
Asegura que quien coordina Monte Verde se llama Luis Carrión Cruz, quien es a su vez uno de los 9 comandantes de la «revolución» sandinista, exministro del Interior, y exfundador de la tenebrosa Seguridad del Estado, señalado de crímenes de lesa humanidad. También incluye a otros dirigentes del sandinismo como Dora María Téllez, la «comandante dos», que participó en el asalto al Palacio Nacional en 1978, y fue ministra de Salud durante la primera dictadura sandinista.
«Carrión es el asesor, está tras el telón, tiene contactos en Estados Unidos y en Europa», afirma la fuente, pero éste mantiene un perfil bajo debido a los señalamientos de crímenes durante el primer período de Ortega en el poder, entre1979 y 1990. Es además fundador del MRS-Unamos.
Para Cárcamo los principales promotores de la división son los sandinistas. «La política de los sandinistas no orteguistas es que si no son ellos no es nadie y eso hace mucho más difícil la unidad porque evita que otras organizaciones puedan crecer y desarrollarse porque quieren imponer su voluntad política y eso va a ser muy difícil», aseguró.
Y mientras tanto, la incógnita sobre la mesa es si habrá unidad con sandinistas.