jueves, noviembre 28, 2024

Barrera

IVÁN VÉLEZ,

La noticia de que Vicente Barrera será el próximo vicepresidente de la Comunidad Valenciana pero, sobre todo, el nuevo consejero de Cultura, ha causado un enorme y previsible revuelo ligado a la burda caricaturización que se hace del partido en el que milita el ex matador de toros: Vox.

Como es sabido, en España los graciosos subvencionados, siempre fieles a la mano que les da de comer, son grandes configuradores y propagadores de las doctrinas políticamente correctas, es decir, de aquellas que apuntalan el régimen de desigualdades y cuotas implantado oficialmente. Dichos graciosos son también, ¡en 2023!, ardorosos combatientes antifranquistas, ficción que mantienen presuponiendo que las esencias de aquella España persistirían, camufladas en su ADN, al decir de los más genetistas, en la ultraderecha o la extrema derecha. Ignoran tan guionizados cómicos que las persistencias son muy diversas y que, en muchas ocasiones, esos hilos conducen precisamente, aunque no sólo, a la mitificada II República (española). Entre dichas constantes destaca sobremanera la tauromaquia alrededor de la cual orbitó no sólo Ortega y Gasset, perejil de todas las salsas transitológicas y europeístas, sino también, y de manera sobresaliente, Federico García Lorca, cuyo llanto por Sánchez Mejías acaso acabe siendo enjugado por el absorbente papel oficial.

García Lorca, cuya orientación sexual, unida a su confesada afición taurina, es materia controvertida, pues ambas cuestiones suelen ir unidas en el lote normativo, siempre apuntalado por sus palmeros, elaborado por las izquierdas. Un lote, vocablo muy empleado en la tauromaquia en referencia a los toros que le tocan a cada matador en una corrida, que se conmueve con la llegada de nada menos que un extorero a toda una sacrosanta Consejería de Cultura. Barrera, a pesar de andar subido en la ola reaccionaria, sería compatible con un Lorca instrumentalizado por las izquierdas hispanas, que manejan una muy particular teoría acerca de su muerte.

Barrera, cuya vocación taurina sólo pudo hacerse realidad a partir de los 24 años, una vez terminada su carrera de Derecho, se cortó la coleta en 2011, sin embargo, los ataques recibidos parecen ignorar esa circunstancia tanto como su formación académica, comúnmente omitida. Según esta visión, torero, entendido como un pecado imposible de limpiar, se es toda la vida. Sin embargo, esas mismas facciones que llegan a llamar asesinos a los toreros, demostrando de este modo su falta de un manejo preciso del idioma, se apresuran a vaporizar el pasado de los etarras que, al parecer, habrían dejado de serlo tras pasar por prisión. En la España obsesionada con la Guerra Civil que concluyó en 1939, llamar etarra a alguien que ha militado en ETA puede acarrear serios problemas pues son muchos los intereses que concurren a favor del olvido de los horrores cometidos por la banda terrorista que trocó los tiros en la nuca y las bombas lapa por la moqueta y la agenda que prefiere nacioncillas sostenibles y manejeras, aunque en «Euskal Herria» persisten las astadas barreras de Bilbao y Pamplona, a estados nación fuertes con intereses propios.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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