WASHINGTON — Donald Trump anunció recientemente una nueva propuesta en su campaña para la inmigración en Estados Unidos: prohibir la entrada de “comunistas” y “marxistas” al país.
El expresidente republicano, que busca su regreso a la Casa Blanca en 2024, dijo que utilizaría la “sección 212 (f) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad” para “negar la entrada a todos los comunistas y a todos los marxistas a EEUU”.
“Quienes vienen a disfrutar de nuestro país deben amar a nuestro país», dijo Trump durante un discurso en una conferencia de la Coalición Fe y Libertad en Washington, añadiendo que “vamos a mantener a los comunistas, marxistas y socialistas extranjeros que odian a los cristianos fuera de Estados Unidos».
Además, apuntó que se necesita una “nueva ley” para hacer frente a los comunistas y marxistas que crecieron en el país, pero no ofreció más detalles.
La propuesta de Trump plantea reactivar una ley con décadas de antigüedad que impide la entrada de todos los migrantes comunistas y marxistas al país.
¿Qué dice la ley vigente?
La ley migratoria de Estados Unidos prohíbe que los miembros de un Partido Comunista se conviertan en ciudadanos naturalizados o tengan residencia permanente, dijo Andrew Arthur, exjuez de inmigración y miembro del Centro de Estudios de Inmigración, un instituto con sede en Washington D.C. que aboga por reducir la inmigración al país.
Pero a lo que se refiere Trump es que en los últimos años esa ley se ha visto vulnerada y en algunos casos, desechada consciente o inconscientemente.
La legislación establece que cualquier persona “que sea o haya sido miembro o afiliado al Partido Comunista o de cualquier otro partido totalitario (o subdivisión o afiliado del mismo), nacional o extranjero, es inadmisible”.
El origen de esta norma se remonta a 1918, cuando el gobierno empezó a preocuparse por las “amenazas externas del anarquismo y el comunismo”, según el manual de política del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos. En aquel momento, que coincidía con el final de la Primera Guerra Mundial, el comunismo se asentaba en la entonces Unión Soviética y Washington impondría pronto estrictas cuotas migratorias.
Pero contempla algunas excepciones, por ejemplo, quienes hayan tenido que afiliarse al Partido Comunista para obtener un empleo, o si la membresía se expidió cuando eran menores de 16 años, según el código migratorio.
La prohibición tampoco se aplica a quienes quieren visitar el país, ya sea con una visa de turista o como estudiante.
Trump dijo que utilizaría la sección 212 (f) de la Ley para vetar a “todos los comunistas y a todos los marxistas”. Ese epígrafe concede una amplia autoridad para prohibir la entrada al país de personas sin la ciudadanía estadounidense si su ingreso fuese “perjudicial para los intereses de EEUU”.
Algunos precedentes
Las palabras de Trump acerca de prohibir la entrada a los comunistas y marxistas recuerdan a una de las medidas de su gobierno sobre el veto a los viajes de ciertos países musulmanes enemigos de EEUU, que fue catalogado como una medida discriminatoria.
La Corte Suprema le dio luz verde a Trump. El presidente del Máximo Tribunal, John Roberts, explicó que los jueces no valoraron si se trataba de una buena o mala política, sino si entraba dentro de la autoridad presidencial sobre inmigración y su responsabilidad para mantener la seguridad en el país.
Arthur dijo que el caso era un indicador claro que le hacía pensar que Trump estaría en terreno legal sólido si tratase de impedir la entrada de comunistas y marxistas al país. Además, apuntó que los ciudadanos extranjeros que intentar ingresar al país tienen muy pocos de los derechos que la Constitución concede a los estadounidenses.
Trump no fue el primer presidente en emplear este poder migratorio específico para limitar el acceso. Un reporte del Servicio de Investigación de Congreso de 2020 señaló casos en los que otros presidentes habían recurrido a él, pero indicó que Trump lo utilizó para imponer restricciones más amplias que sus predecesores.
Sobre cómo funcionaría
Bill Hing, profesor de la Universidad de San Francisco y consejero general del Centro de Recursos Legales para Migrantes, con sede en California, considera que Trump se metería en un terreno legal complicado. Sin embargo, otros presidentes también lo han hecho con la autoridad que le concede la ley y su poder ejecutivo.
Según Hing, en las restricciones de entrada que ratificó la Corte Suprema, el tribunal puso especial atención a las medidas del gobierno para comprobar con sus embajadas en el extranjero si podían garantizar que quienes procedían de esas naciones no serían una amenaza para Estados Unidos.
“Tiene que tener alguna justificación», indicó Hing.
Allen Orr, abogado especializado en migración y expresidente de la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración, con sede en Washington, D.C., se hizo eco de esa opinión y agregó que la versión del texto que llegó al alto tribunal incluía “toda una lista de excepciones”.
“No es una prohibición general si hay un montón de excepciones», afirmó.
Si Trump sale electo Presidente, ¿a quiénes afectaría la ley?
Los analistas señalan directamente a un país: China, donde decenas de millones de personas son miembros del Partido Comunista. Pero al final no es sólo Pekín, sino los que se «infiltran» desde La Habana, Caracas, Managua, Buenos Aires, Moscú y otros.
Cuba ha sido el mejor ejemplo en la región de la expansión y desarrollo de grupos y personas afines con el comunismo que actúan deliberadamente con la influencia de su ideología política en centros laborales, educativos, Cortes y en oficinas de gobiernos locales, estatales y federales.
Bates Gill, director ejecutivo del Centro para Análisis de China del Asia Society, dijo que una medida de este tipo afectaría sobre todo a China y debería analizarse desde esa perspectiva.
Más allá del gran número de afiliados que son funcionarios del gobierno chino, la membresía ha sido tradicionalmente una vía de ascenso para ciudadanos a menudo bien educados, procedentes de entornos urbanos y con un perfil internacional. Desde finales de la década de 1990, también los empresarios se han unido al partido, apuntó.
“En esencia, se estaría impidiendo la entrada de la élite china a Estados Unidos», dijo. “Sería inmenso y arrollador y, por supuesto, muy perjudicial para la relación con China”.
Sin embargo, en la balanza habría que poner las prioridades para la seguridad nacional de EEUU y su hegemonía económica y militar, ahora en grave peligro por la escalada de las acciones del régimen comunista de China en los últimos tres años y sus abiertas intenciones de derrocar el poderío estadounidense.
El avance de los comunistas dentro de EEUU cada vez se hace más notable e influenciador, a pesar de que los analisas -de manera ingenua- se guíen por las estadísticas de las reducidas afiliaciones al Partido Comunista en EEUU.
La labor encubierta del comunismo dentro de EEUU
La inmensa mayoría de los comunistas o quienes comparten esta tendencia perfilan sus influencias en las sombras, insertados en todas las esferas de la sociedad estadounidense y como parte invisible en datos oficiales de la creciente corriente de la extrema izquierda en el país. Muchos de ellos entraron a EEUU siendo niños y adolescentes (con un pasado de ascendecia socialista) que nunca perdieron; por el contrario, lo afianzaron dentro de sus familias, en las instituciones académicas y en especial en las universidades estadounidenses, donde la corriente socialista y marxista ha crecido vertiginosamente por años durante décadas, al propio estilo de naciones latinoamericanas.
Hoy, el resultado ha sido un amplio sector progresista (socialista) en EEUU desde las instancias judiciales hasta los servicios de inteligencia, pasando por los centros educacionales y las élites empresariales.
China, Cuba, Rusia y otros gobiernos latinoamericanos se encargaron de enviar y adentrar sus focos socialistas en la sociedad estadounidense.
Los informes de inteligencia desde la década de 1960 confirman esas acciones y hay decenas de miles de expedientes abiertos durante décadas por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otras agencias que han quedado en un limbo por falta de personal para las investigaciones pertinentes o sin poseer argumentos suficientes para expulsarlos del país o llevarlos a una corte judicial por acciones de espionaje y subversión.
El mayor éxito de los comunistas dentro de Estados Unidos ha sido pasar de la acción directa de espionaje a la acción directa de subversión silenciosa y adoctrinamiento encubierto.
Miles se encuentran hoy en puestos claves del país y dirigen grandes empresas o consorcios que trabajan directamente con el Pentágono o el resto de las instituciones federales, estatales y locales en cada estado.
El cáncer del comunismo se encuentra ahora arraigado dentro del mayor país anticomunista y ha sido un proceso durante años de manera suspicaz, fraguando toda una poderosa estructura sociopolítica interna con una capacidad actual espeluznante. Y es parte central del llamado «Estado Profundo», que reveló Trump al mundo; de ahí que no le perdonen.
El Partido Comunista
El Partido Comunista estadounidense tiene unas 15.000 personas en su listado de miembros, dijo su copresidente, Joe Sims. La lista se “revisa regularmente”, añadió, pero algunos podrían no ser miembros activos.
El partido está creciendo entre 2.000 y 3.000 nuevos miembros al año, y ha presentado algunos candidatos en distritos escolares o municipalías, agregó Sims.
El Partido no tiene representantes en cargos electos federales o estatales y no presenta candidatos a la presidencia desde mediados de la década de 1980, indicó Sims.
Pero lo que no dice Sims es que su labor se concentra desde hace más de 30 años en los adolescentes y jóvenes, bajo el adoctrinamiento que ejercen profesores dentro del sistema educacional estadounidense junto a otras fuentes de influencias, aparentemente inocuas.
Gran parte de los estadounidenses se han dado cuenta de que los tentáculos del comunismo ya no son una mera amenaza para la nación, sino que son una amenaza real.
Aunque tal vez no existen todas las condiciones para Estados Unidos pueda convertirse pronto en un “régimen marxista del tercer mundo”, como ha sugerido Trump, el peligro es cada vez mayor en medio del auge de los llamados «progresistas», jueces y fiscales cuyas contribuciones provienen de George Soros o comités de recadudación que adoran y adornan sus metas socialistas y agencias de inteligencia que han dado muestras de un interés partidista no conservador.
Toda esta situación la aprovecha muy bien Trump, que en estos momentos es la principial víctima y blanco de la extrema izquierda en EEUU. Por tal razón, las aseveraciones del expresidente, que no son desacertadas ni absurdas como piensan algunos, le han ayudado a avivar las emociones de los votantes en un país con un largo historial de sentimiento anticomunista.
La táctica también le ha ayudado también a atraer a inmigrantes o hijos de inmigrantes cuyas familias sufrieron la constante opresión y persecución política bajo regímenes comunistas en países como Cuba, Venezuela, Vietnam, Nicaragua, Argentina, Chile y otros.
Trump también se ha referido a sus rivales demócratas con esos términos desde que apareció en la escena política, al tiempo que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el gobernador de Texas, Greg Abbott y otros republicanos se han sumado al mismo pensamiento en el centro de las políticas “woke” (liberales) en el país, que forman parte de una agenda marxista bien delimitada.
Algunos expertos demócratas afirman que es falso sugerir que las principales instituciones estadounidenses están gobernadas por comunistas o marxistas, pero la realidad demuestra lo opuesto en los ultimos años de dominio en Washington de los nuevos demócratas que se destaparon durante el gobierno de Barack Hussein Obama y continúan con una extensión en la administración Biden.
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