RICARDO TORRES CASTRO,
or estos días he tenido la oportunidad de conversar con algunos amantes de las palabras que han trabajado en universidades. La pregunta, ¿qué palabras se han introducido en el argot universitario y, precisamente en las universidades, perdieron su sentido original?
Otros dirían que esas palabras se resignificaron en las universidades, lo cierto es que la conversación se detuvo en el purismo de las palabras y no en sus múltiples interpretaciones e igual pasa con esta columna. Muchas de esas palabras son traídas de la administración, del derecho, la diplomacia, del emprendimiento y hasta de la moda. Veamos algunas:
Cohorte
En las universidades, estas se entienden como los grupos de estudiantes que ingresan a un determinado programa académico. Este lenguaje es muy común en los posgrados que tienen muchas cohortes de estudiantes. En la antigüedad, se refería al cuerpo de infantería del ejército romano compuesto por varias centurias, como la cohorte pretoriana. Con la conformación de las diferentes monarquías, un conjunto de personas era seleccionado para acompañar a los reyes, y se le llamaba la cohorte real.
Si lo vemos desde las ciencias sociales, las cohortes son grupos familiares, clanes, que se distinguen por su condición socioeconómica del resto de la población. Al parecer, en las universidades, el concepto puro dista mucho de su uso.
Estudio de mercado
Desde que a las universidades, por una época, les exigían hacer estudios de mercado, estas perdieron el foco y empezaron a crear burocracia innecesaria y fueron vil mente engañadas: del dicho al hecho resultaba ser un fiasco.
En mi tiempo de rector, tuve la oportunidad de conversar con algunos colegas de otras universidades y todos coincidíamos en que dichos estudios, aparte de costosos e innecesarios, resultaban bastante mentirosos y, por lo mismo, generaban muchas frustraciones institucionales.
Tan mal estábamos, que el concepto de pertinencia se agotaba con un estudio de mercado. Lo cierto es que la administración moderna se ha enfocado más en las tendencias de consumo, la capacidad instalada de las organizaciones, los análisis de competitividad, la data que arrojan las plataformas digitales y menos en el mercado como lo entienden las universidades, ya que este hoy es cambiante, voluble, poco estable.
Un estudio de mercado sirve para lo que sirven los bonsáis en una casa.
Inclusive, si algo nos está enseñando la era de la transformación digital es a testear y pivotear, bien sea para reciclar, desechar o acelerar los productos.
Ya no hay tiempo para estudios que mientras se hacen, se presentan a los diferentes consejos, se radican en el sufriente Sistema de Aseguramiento de la Calidad de Educación Superior (Saces) del Ministerio de Educación, el mercado y las condiciones cambian y los estudios quedan archivados en bibliotecas, luciendo bonitos, como un bonsái.
Transparencia
Si bien este concepto es importante, ya que representa una actitud que muestra, sin silenciar u ocultar la realidad de los hechos, muchas veces esta se confunde con procesos de comunicación efectiva. Es triste, pero el concepto de transparencia, tan ligado a la gobernabilidad de las instituciones, se ve reducido y muchas veces se vuelve un slogan más, máxime cuando a los grupos de interés de las instituciones se les desconoce u oculta la realidad.
Vendemos un proceso comunicativo de hechos irrelevantes como transparencia. Basta con entrar a las redes sociales de las universidades, llenas de mensajes poco atrayentes y cargadas de actividades que en nada contribuyen al sector. ¿Y lo fundamental?
Prospectiva
Siendo este un asunto tan serio y vital para las instituciones, la prospectiva estudia las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno, y la previsión de las situaciones que podrían derivarse de sus influencias conjugadas.
Sin embargo, he sido testigo de como la gente usa la palabra para hablar de lo que le toca hacer, o de actividades ya planeadas o consecuencia del trabajo realizado, como si fuera una anticipación del futuro.
Para otros se convirtió en una disculpa: cuando no quiero hacer nada todo entra en la prospectiva.
Y hay muchas más palabras. Creo que tenemos que hacer una reflexión en torno al uso del lenguaje que muchas veces no corresponde a la naturaleza del sector universitario y ha desplazado u olvidado otros términos que orientaban el sentido y nos hacían retornar a lo fundamental de la universidad como lugar y reflejo de la sociedad.