Sin sorpresas. La cumbre de líderes de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebró en Bruselas, Bélgica, se vislumbró desde el principio como una vitrina para pedir el levantamiento de sanciones a los regímenes totalitarios. Y así fue. La canciller mexicana, Alicia Bárcena, defendió este martes el “fin del bloqueo” de Estados Unidos a Cuba y Venezuela, olvidando que ambos países viven bajo brutales dictaduras donde se ha impuesto el fracasado modelo socialista que junto con una desbordada corrupción tienen a sus habitantes en la miseria.
“Subrayo la tradición mexicana de abogar por la solución pacífica de los conflictos y de profundizar la cooperación sobre la base de la mediación, la reciprocidad y el respeto. Abogamos por poner fin al bloqueo a Cuba y Venezuela”, dijo la secretaria de Relaciones Exteriores del Gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador durante su intervención en la sesión plenaria de la cumbre.
La complicidad del Gobierno mexicano con las dictaduras de la región ha llegado a tal punto que el año pasado López Obrador se negó a asistir a la Cumbre de las Américas que se celebró en Los Ángeles, EE. UU., como protesta ante la “exclusión” de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Las tiranías a sus anchas en Bruselas
El encuentro fue una tribuna para blanquear a la izquierda totalitaria, pues no solo se recibió con honores a las delegaciones de las dictaduras de Cuba y Venezuela sino que además se acordó en la declaración final pedir el fin del “embargo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba”, agregando que mantener a la nación caribeña en la lista de patrocinadores del terrorismo “obstaculiza las transacciones financieras internacionales”.
Paradójicamente, Nicaragua, la tercera tiranía de la región, no suscribió la resolución aprobada por discrepar de la “profunda preocupación” sobre la guerra contra Ucrania incluida en el documento. De esta manera, el régimen de Daniel Ortega prefirió alinearse con su aliado ruso Vladímir Putin que con los dictadores caribeños Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro.
Los representantes de la izquierda estuvieron en Bruselas a sus anchas. Al pedido de México de poner fin al “bloqueo” a Cuba y Venezuela se sumaron el propio canciller del régimen chavista, Yván Gil; el presidente de Colombia, Gustavo Petro; y el mandatario de Bolivia, Luis Arce, quienes no desaprovecharon la tribuna para culpar al capitalismo de las crisis económicas en la región.