MIAMI- Las políticas económicas del gobierno de Joe Biden después del impacto de la pandemia de COVID-19, el favoritismo judicial al crimen organizado junto al robo y el vandalismo en negocios privados, han causado en el comercio minorista un caos sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Desde el 2021, la cadena de farmacias CVS Health se vio obligada a cerrar casi 1,000 establecimientos; el dato representa el 9% de las farmacias en EEUU.
Las causas son múltiples. Entre ellas se destacan la alta y persistente inflación, el incremento de los robos y la delincuencia en los estados gobernados por sectores progresistas (socialistas) debido en gran parte a las acciones de fiscales que amparan el crimen organizado, nuevas imposiciones fiscales, cambios en la justicia local y estatal y las pérdidas por la caída del consumo como consecuencia también de esas políticas.
Otro de los minoristas farmacéuticos Rite Aid también ha prescindido de más de 60 locales para reducir costos frente a los altos precios y la disminución del consumo.
La legendaria compañía Macy’s ha bajado las cortinas de más de 100 tiendas desde el 2021 al 2023. Y luego de 130 años de existencia, Modell’s Sporting Goods se fue a bancarrota a principios del 2021, después de que los intentos de vender las más de 150 tiendas de la cadena no tuvieron éxito.
En el 2022 las ventas de JCPenney y Neiman Marcus cayeron un 3,4% (7.600 millones de dólares), tras declararse en bancarrota en mayo de 2020. Un año después, la compañía había eliminado más de 255 tiendas
Inflación y delincuencia: pérdidas multimillonarias y cierres
Por el incremento de la violencia en la ciudad de San Francisco (California), Walgreens y Target clausuraron en 2021 más de 15 establecimientos, luego de que la fiscal de distrito, Chesa Boudin, despenalizó los robos por debajo de los 950 dólares. Lo mismo ocurrió en ciudades como Los Ángeles, Chicago, Portland, Nueva York, Seattle, todas bajo mandato de la izquierda y de la extrema izquierda.
Amazon también erradicó en abril de este año ocho de sus 50 tiendas de conveniencia GO en el país y detuvo la expansión de sus supermercados Fresh. Los locales estaban en Seattle, San Francisco y Nueva York.
Más de 20 directores ejecutivos de cadenas estadounidenses enviaron al Congreso en Washington una carta de solicitud de medidas para enfrentar el “impacto creciente del crimen organizado contra los negocios, los empleados y las comunidades minoristas”. Entre los firmantes del documento estuvieron directivos de Home Depot, Best Buy y CVS.
La reconocida tienda californiana de ropa GAP cerró las puertas de 175 inmuebles en EEUU y otras decenas en Europa. A finales de 2021, la empresa extrajo de los centros comerciales estadounidenses el 80% del total de sus espacios comerciales junto a la reducción del 20% de sus surtidos.
Si bien el auge de los gigantes minoristas de internet y el impacto de la pandemia contribuyeron de manera directa a esta hecatombe económica, la inflación récord que en junio de 2022 llegó a 9,1% agravó la situación creada por el gobierno de Biden-Obama, la cual comenzó con la guerra a las petroleras estadounidenses y se agravó con la inacción de la Reserva Federal durante más de un año.
Durante la administración Biden, connotados minoristas como Walmart, Starbucks, Nordstrom y otros han tenido que cerrar la mayoría de sus tiendas en las grandes ciudades de la nación por la inseguridad y las dificultades para encontrar empleados. Walmart, por ejemplo, ha prescindido de más de 40 tiendas entre 2021 y 2022, al tiempo que Nordstrom clausuró 15.
Muchos analistas afirman que el comercio minorista por internet y la pandemia son las causas principales del cierre de los espacios tradicionales; sin embargo, en el último trimestre de 2022, el comercio online solo representó el 14,2% de las ventas totales en EEUU.
El declive del mercado minorista se consolidó durante el gobierno de Barack Obama, un férreo partidario de la transformación económica de EEUU y un gestor de las supuestas luchas por la «discriminación racial» y los derechos de las minorías presuntamente coartados. El momento álgido llegó en el 2014 con una estela de violentas protestas en Ferguson, Missouri, que se extendieron por casi todo el país y provocaron asaltos a negocios, atracos, asesinatos a dueños de pequeñas empresas y que se repitieron en el 2020 durante el gobierno de Donald Trump y el año de elecciones presidenciales.
La violencia fue impulsada por grupos extremistas de izquierda como Black Lives Matter, Antifa y otros como Black Riders Liberation Party y Brigada de la Juventud Comunista Revolucionaria.
Todos estos grupos cuentan con un propósito común: desestabilizar el sistema político y socioeconómico estadounidense y atacar la clase pudiente, además de destrozar la propiedad privada.
Durante el actual gobierno, una prolongación de la administración Obama-Biden, las acciones directas e indirectas contra la clase media y los ricos ha continuado como una prioridad junto a incentivar conflictos armados internacionales. El lamentable legado de Obama fueron ocho años de guerra continua, el primer presidente que mantiene a la nación en guerra por más tiempo. Biden ha continuado con lo mismo: la guerra patrocinada en Ucrania, el conflicto a punto de estallar en Taiwán, la crisis en Yemen y Afganistán tras la caótica salida, además de la desestabilización general en el Medio Oriente.
Todo lo anterior y las acciones estratégicas comerciales y geopolíticas de China, acrecentadas con el actual gabinete en la Casa Blanca, han profundizado la llamada «apocalipsis minorista» en EEUU con una extensa lista de compañías declarándose en bancarrota. Entre las más recientes se encuentran BuyBuy BABY y Bed Bad & Beyond. Ambas suman 480 tiendas en EEUU, que por ahora permanecen abiertas y con todos sus productos en liquidación.
Las rebajas entre el 40% y el 80% de las cadenas en quiebra o cierre definitivo aumentan las cifras de ventas minoristas en el país. Son datos reales, pero a su vez ofrecen una percepción ficticia del verdadero estado de la economía y del consumo.
La debacle de los restaurantes
Un capítulo aparte en los últimos dos años lo conforman las grandes cadenas de restaurantes en Estados Unidos. Una crisis verdaderamente alarmante.
Entre el 2021 y 2023, las cadenas de restaurantes se desmoronan a gran velocidad. En la extensa lista se encuentran Burguer King, McDonald’s, Red Lobster, Hard Rock Cafe. Le siguen Ihop, fundada en 1958, ya ha cerrado más de 200 locales y casi la mitad en los últimos 30 meses; Applebee’s, Chipotle, la cadena de pizzas, Sbarro; Pizza Hot, Hooters; Buffalo Wild Wins, Taco Bell, Cheesecake Factory, BJ’S, TGI Fridays y Subways (la cadena de comida rápida más grande en EEUU que ha cerrado el 35% de sus locales y piensa vender antes de desaparecer, frente a su crítica situación financiera agravada en los ultimos 12 meses).
En el caso de Red Lobster, contaba en 2021 con más de 700 locales y desde entonces más de 50 han cerrado definitivamente y la tendencia continúa en 2023.
Hard Rock Cafe, una de las cadenas de comida rápida más antigua del mundo y propiedad de casinos y hoteles, ha cerrado gran parte de sus restaurantes en los últimos años.
Applebee’s hará desaparecer casi 30 locales en los próximos meses y se esperan más cierres antes de fin de 2023; mientras que el popular restaurante Cheesecake Factory ha eliminado el 38% de sus locales (más del 10% en los últimos tres años.
Por su parte, Buffalo Wild Wins, el famoso bar deportivo y restaurante de pollo, es una de las últimas víctimas de la catástrofe del comercio minorista. Con 1.333 locales en el 2019, solo 1240 siguen en pie en 2023.
Algunos productos de Taco Bell subieron hasta un 25% sus precios. Las redes sociales están llenas de quejas por el alto costo de sus ofertas en entre finales de 2021 y 2023. Recientemente la empresa, sin mucho aviso, cerró una docena de establecimientos, una señal de alerta para una cadena que ha pasado años en crecimiento y evolución.
TGI Fridays está clausurando el 20% de su capacidad de 386 negocios. Actualmente quedan en funcionamiento 289.
Boston Market pasó de más de 1.200 locales en 1990 en EEUU a 330. En 2021 la escasez de mano de obra presionó a los trabajdores y condujo a una huelga que causó el cierre del 10% de los establecimientos. Y como parte también de la crisis, se sumó Benihana, muy popular por su estilo de cocinar frente al cliente.
El sector minorista emplea a uno de cada 4 estadounidenses activos laboralmente y contribuye con 3,9 billones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) del país, según la Federación Nacional de Minoristas de EEUU (NRF).
En 2021, más de 47 millones de empleados (23% de la fuerza laboral de EEUU) dejaron sus puestos de trabajo y en 2022, la cifra se ubicó en unos 38 millones.
Las conclusiones de las entidades federales y luego la propaganda de los grandes medios de prensa de izquierda -alineados a la Casa Blanca- señalan que lo hicieron en busca de mejores opciones. En parte, es así, pero en otra los motivos no son tan optimistas.
Una gran porción de esa cifra se acogió a las desorbitantes, cautivadoras e innecesarias ayudas que entregó la administración Biden con el dinero de los contribuyentes como parte de dos paquetes: uno de 900.000 millones de dólares aprobados en diciembre de 2020 y otro de 1,9 billones de dólares aprobado de forma unilateral por el Partido Demócrata, con el respaldo de una legislación de excepción de emergencia sanitaria por la pandemia, también utilizada por ellos como pretexto.
Otros, ante el alto costo de vida, decidieron emprender negocios individuales y familiares o cambiarse al mundo de la tecnología como Google, YouTube, Amazon, Uber, Lyft y otras. Pero la mayoría escapó a lo que divisaron en sus antiguos empleos: una gran incertidumbre económica en el país sin un liderazgo en Washington, cierres de empresas, quiebras de cadenas de tiendas y restaurantes y pequeños negocios que no iban a subsistir.
No obstante a muchos la alegría les duró poco. Entre diciembre de 2022 y los dos primeros meses de 2023, las grandes tecnológicas despidieron a más de 100,000 empleados y -entre ellos- las recientes adquisiciones.
La mayoría vio la singular diferencia en el éxito económico de la administración Trump en el 2020 y todo lo que ha destruido Biden desde su comienzo en la Oficina Oval.
La asombrosa recuperación económica de EEUU, después de la recesión causada por la pandemia, ocurrió gracias a las brillantes medidas de urgencia emprendidas por el gobierno de Trump como la reducción a 0-0,25% de las tasas de interés, la compra masiva de bonos mensuales del Tesoro por parte de la Reserva Federal y la autorización de compraventa a los grandes bancos; las más de cuatro grandes inyecciones de liquidez al sistema financiero estadounidense; los paquetes de ayudas a las pequeñas y medianas empresas; mantener bajo el precio de los combustibles por la independencia energética, entre otras medidas. Toda esa recuperación, impensable en apenas meses, la echó por tierra el gobierno de Biden en sus primeras tres semanas mediante la firma de más de 75 órdenes ejecutivas.
A partir de ese momento, la realidad cambió y la Casa Blanca provocó la peor inflación en cinco décadas, con el precio promedio de gasolina por encima de los 5 dólares el galón regular. En algunos estados como California, los consumidores pagaron sobre los 7 dólares.
Después de más de dos años y medio del gobierno de Joe Biden, las perspectivas para los estadounidenses siguen siendo muy poco halagüeñas. Más de un 60% de los norteamericanos, según estudios recientes, subsiste con el uso del crédito y por consiguiente un endeudamiento que se inclina hacia altas cifras de impagos, por el desgaste financiero de los consumidores frente al altísimo costo de vida y altas tasas de interés.
En las últimas encuestas, entre un 28% y un 33% de los estadounidenses apenas aprueba la gestión de Biden. Este es el peor respaldo popular a un presidente en la historia de EEUU.