lunes, noviembre 25, 2024
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Cifras oficiales de inflación contradicen realidad en EEUU

MIAMI– Las cifras de la reducción de la inflación en Estados Unidos (EEUU) que ha entregado en los últimos meses la Reserva Federal (Fed o Banco Central) tienen muy poco que ver con la realidad que experimentan los estadounidenses a la hora de comprar o invertir.

Con precios similares a los actuales, los niveles inflacionarios en el 2022 se mantenían por encima del 8% si tomamos como referencia el precio de los alimentos y la gasolina, que ahora excluye la Fed en su análisis sobre la inflación. Una medida que se anunció después de varias subidas consecutivas de las tasas de interés, mientras los precios de consumo continuaban en ascenso.

Los productos cárnicos, entre ellos los embutidos, la carne de res y de cerdo, mantienen prácticamente los mismos precios que en el año anterior. Ni hablar del valor de los vehículos en venta, usados y nuevos.

Otro paréntesis con signo de exclamación sigue siendo el precio de las viviendas y de las rentas junto al de los seguros (laboral, casa, salud, autos, vida).

Para una referencia simple adicional basta la botella de dos litros de Coca-Cola, que hace apenas tres años atrás costaba entre 1.29 y 1.79 y hoy el consumidor debe pagar por encima de los 3 dólares la misma botella.

Pero lo peor viene ahora. Según el Departamento de Comercio, la economía de EEUU creció un 2,4% en el segundo trimestre y que el gasto de los consumidores creció 1,6%, entre otras cosas, por los elevados precios y el cierre de cadenas de tiendas con grandes descuentos de liquidación.

Para los economistas honestos esto es prácticamente imposible; después del impacto de una pandemia, medidas contraproducentes para la economía que ha ejecutado el gobierno de Joe Biden, 11 subidas consecutivas de las tasas de interés que han contribuido a las crisis bancaria e hipotecaria, alta y persistente inflación por casi tres años, deuda pública récord que roza los 32 billones, déficit comercial histórico desde hace más de dos años, actividad manufacturera en contracción desde hace 9 meses; consumo mermado, duplicación de las cifras de impagos de tarjetas de créditos y otros préstamos. Y para concluir, el patrocinio financiero de más de 150.000 millones de dólares en la guerra en Ucrania y otros varios cientos de miles de millones extras en gastos de los contribuyentes en el caótico actuar de la Casa Blanca en la frontera sur del país desde enero de 2021. Es que hasta Hollywood está en huelga.

Los asesores del presidente Biden dijeron en un comunicado que «la economía crece y nosotros (la izquierda) reducimos los gastos para las familias». Suena como un gran chiste, pero desafortunadamente representa el irrespeto de la actual administración al pueblo estadounidense y al sufrimiento de decenas de millones de familias que apenas llegan a fin de mes y viven con el mínimo de recursos, frente a la inflación fomentada por la Casa Blanca.

El supuesto freno a la inflación

El precio promedio nacional de la gasolina ronda los 3.90 dólares y en estados más al norte el valor sobrepasa los 4.25 dólares el galón regular.

La Reserva Federal acaba de subir las tasas de interés de referencia al rango más alto en 22 años (5,25%-5,50%) en medio de un mercado inmobiliario que sigue marcando su recesión con ventas en picada durante más de año y medio. Sin embargo, el término sobrevuela como un fantasma no mencionable en los grandes medios de prensa y agencias de noticias, mucho menos dentro de los predios de la Casa Blanca y Wall Street.

La reciente acción del Banco Central confirma que para ellos tampoco las cifras son convincentes y los datos de la inflación se dividen en dos segmentos: los que se ofrecen al público (para no crear pánico) y los verdaderos que estudia la Fed.

Y a pesar de que los precios en la venta de propiedades han descendido respecto a los máximos históricos de 2021 y 2022, aún se mantienen bastante altos en la mayoría de los estados del país y en dependencia de cada localidad o región.

Redfin, empresa especializada en bienes raíces, asegura que el precio promedio de compraventa de viviendas bajará antes de fin de año a 368.000 dólares, e incluso menos; desde los 450.000 dólares en octubre del 2022.

Por su parte, diarios como Chicago Tribune predijeron a comienzos de año que el tiempo de una propiedad a la venta se triplicarían en 2023.

Las predicciones -en gran parte- se han cumplido, con excepción de algunos estados como Florida y Texas, y determinadas zonas urbanas en el país como ocurre tradicionalmente desde hace décadas y bajo causas específicas.

Las estadísticas y los consumidores

Los datos de inflación por debajo del 5% que hoy cita la Reserva Federal parecen extraídos de un lugar muy diferente a EEUU, donde el impago de las mensualidades de tarjetas de crédito y otros préstamos se ha disparado desde finales de 2022 debido al desgaste financiero de los consumidores con casi tres años de precios insostenibles para la mayoría de los estadounidenses.

En estos momentos, un comprador necesita dar más de 3.000 dólares de down payment (fondo adelantado) por un vehículo SUV básico de renta (lease) de marcas como Hyundai, Nissan, Toyota, General Motors o Ford para pagos mensuales por encima de los 400 o 500 dólares, casi el valor de autos de lujo en el 2019 y 2020 de firmas como Cadillac, Mercedes Benz, Infiniti o Lexus por citar algunas. Si desea comprarlos, el precio sube hasta más de 200 dólares.

El dealer fee (cargo de venta del concesionario) se ha duplicado. En el 2019, el monto era de unos 700 u 800 dólares promedio; hoy supera los 1.400 dólares.

Los ejemplos se suman dentro de un amplio abanico de productos que van desde utensilios para el hogar y herramientas y materiales de construcción hasta los más esenciales: aseo e higiene, limpieza, medicamentos y alimentos.

Nada ha cambiado para el consumidor promedio desde que comenzó la escalada de precios a mediados de 2021, dos meses después de que el presidente Joe Biden firmara más de 75 órdenes ejecutivas en menos de tres semanas de mandato. Entre ellas, varias destinadas a frenar la exploración, inversiones, producción y exportaciones de petróleo y sus derivados; una de las causas principales que provocaron la peor inflación en casi cinco décadas en EEUU.

Y al parecer, la Oficina de Asuntos Presupuestarios del Congreso (CBO) camina sobre la misma cuerda que la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y la Casa Blanca, donde las previsiones se alejan cada vez más de la realidad y vuelan hacia la imaginación en medio de la campaña electoral para la Presidencia de EEUU y cifras que desaprueban por amplia mayoría la gestión de Biden.

El “crecimiento económico” y laboral en EEUU en lo que va de año ha sido mejor que lo pronosticado en febrero, pero un reporte actualizado prevé que algunos sectores de la economía se debilitarán en 2024, indicó un reciente informe de CBO citado por la agencia Associated Press (AP).

El pronóstico económico y presupuestal que elabora la entidad supuestamente no partidista “muestra lo difícil que es prever hacia dónde marcha la economía estadounidense después de la pandemia”, según AP, que hasta ahora casi nunca enumera o analiza los errores de la política económica de la administración Biden con un efecto similar o peor que la crisis sanitaria de 2020.

Como termómetro de la situación real, el importante banco de inversión Goldman Sachs reportó una caída de sus ingresos del 62% respecto al segundo trimestre del año anterior, en medio de su lucha contra un mercado anémico de fusiones y adquisiciones y la debilidad en el ámbito comercial.

El caos en la economía estadounidense

Goldman Sachs también sufrió una caída en su otra gran división, la gestión de activos y patrimonio, y citó como causas las pérdidas netas y rebajas en el sector inmobiliario.

En una entrevista a finales de junio con la cadena CNBC, el director ejecutivo de Goldman Sachs, David Solomon, advirtió sobre el impacto en los bienes raíces comerciales a raíz de las altas tasas de interés, el cambio al trabajo remoto y el impacto de medidas contraproducentes de la administración Biden.

Las políticas económicas del gobierno de Joe Biden, más allá del impacto de la pandemia de COVID-19, el favoritismo judicial al crimen organizado junto al robo y el vandalismo en negocios privados, han causado en el comercio minorista un caos sin precedentes junto a una contracción histórica de la actividad manufacturera durante 9 meses.

Desde el 2021, la cadena de farmacias CVS Health se vio obligada a cerrar casi 1,000 establecimientos; el dato representa el 9% de las farmacias en EEUU.

La legendaria compañía Macy’s ha bajado las cortinas de más de 100 tiendas desde el 2021 al 2023. Y luego de 130 años de existencia, Modell’s Sporting Goods se fue a bancarrota a principios del 2021, después de que los intentos de vender las más de 150 tiendas de la cadena no tuvieron éxito.

En el 2022 las ventas de JCPenney y Neiman Marcus cayeron un 3,4% (7.600 millones de dólares), tras declararse en bancarrota en mayo de 2020. Un año después, la compañía había eliminado más de 255 tiendas.

La reconocida tienda californiana de ropa GAP cerró las puertas de 175 inmuebles en EEUU y otras decenas en Europa. A finales de 2021, la empresa extrajo de los centros comerciales estadounidenses el 80% del total de sus espacios comerciales junto a la reducción del 20% de sus surtidos.

Si bien el auge de los gigantes minoristas de internet y el impacto de la pandemia contribuyeron de manera directa a esta hecatombe económica, la inflación récord que en junio de 2022 llegó a 9,1% agravó la situación creada por el gobierno de Biden-Obama, la cual comenzó con la guerra a las petroleras estadounidenses y se agravó con la inacción de la Reserva Federal durante más de un año.

Durante la administración Biden, connotados minoristas como Walmart, Starbucks, Nordstrom y otros han tenido que cerrar la mayoría de sus tiendas en las grandes ciudades de la nación por la inseguridad y las dificultades para encontrar empleados.

De igual manera ha ocurrido con las grandes cadenas de restaurantes. Ninguna escapa a las cuantiosas pérdidas en los últimos casi tres años de mandato de los nuevos demócratas en Washington.

Entre el 2021 y 2023, las cadenas de restaurantes se desmoronan a gran velocidad. En la extensa lista se encuentran Burguer King, McDonald’s, Red Lobster, Hard Rock Cafe. Le siguen Ihop, fundada en 1958, que ya ha cerrado más de 200 locales y casi la mitad en los últimos 30 meses; Applebee’s, Chipotle, la cadena de pizzas, Sbarro; Pizza Hot, Hooters; Buffalo Wild Wins, Taco Bell, Cheesecake Factory, BJ’S, TGI Fridays y Subways (la cadena de comida rápida más grande en EEUU que ha cerrado el 35% de sus locales y piensa vender antes de desaparecer, frente a su crítica situación financiera agravada en los ultimos 12 meses).

En el caso de Red Lobster, contaba en 2021 con más de 700 locales y desde entonces más de 50 han cerrado definitivamente y la tendencia continúa en 2023.

Hard Rock Cafe, una de las cadenas de comida rápida más antigua del mundo y propiedad de casinos y hoteles, ha cerrado gran parte de sus restaurantes en los últimos años.

Este es el panorama real en EEUU y no el que difunden las grandes cadenas de televisión alineadas a la Casa Blanca. Por tales razones, es muy difícil entender las cifras de inflación que ofrece la Reserva Federal, y mucho menos el descenso de precios a que se refiere el Departamento de Comercio en Washington.

lmorales@diariolasamericas.com

Fuente: Diario las Américas

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