El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, echó por tierra toda posibilidad de retomar acciones que desemboquen en la paz con Ucrania, cuando este domingo dijo que “no necesitamos ningún diálogo. El enemigo debe venir arrastrándose de rodillas, suplicando clemencia”.
Las palabras de Medvédev son lapidarias, muestran el desinterés absoluto de Rusia por buscar un fin a la invasión que impulsó Putin en febrero del año pasado. Durante una reunión de una treintena de países celebrada en la ciudad saudí de Yeda, el ruso quien también es expresidente de la nación, acentuó que “es difícil criticar en deseo a poner fin a una guerra”.
Con estos términos, el político conocido como uno de los “halcones” de Rusia marcó distancia de la treintena de oradores que representaban a los países invitados, si éstos diferían de la opinión que él exponía en el mencionado encuentro. Asimismo, indicó que cualquier propuesta de paz sólo puede ser exitosa si cumple tres condiciones básicas.
“La primera: la participación de ambas partes del conflicto, algo que no sucede” ya que Rusia no fue invitada a dicha reunión (…) la segunda: tomar en cuenta el contexto histórico y es el siguiente: Ucrania no existía como país antes de 1991. Es una esquirla del Imperio ruso” y para cerrar concluyó que la tercera sería “tomar en cuenta la realidad actual”. ¿Qué quiso decir con esto?, que, en su opinión, “Ucrania está en una fase de semidescomposición y parte de sus territorios retornaron a Rusia”.
“El intermediario que esté dispuesto a reconocer estos aspectos evidentes, tiene oportunidad para el éxito. El resto, ninguna”, recalcó.
Rusia, que ha mostrado sus ansias de controlar Ucrania en múltiples ocasiones, mantiene paralizadas las negociaciones de paz que iniciaron de Estambul de abril de 2022. El país regido por Vladímir Putin se opone de forma tajante al diálogo con Ucrania para poner fin al conflicto.
Mientras tanto, Ucrania, al mando de Volodímir Zelenski, exige como condición para el inicio de las negociaciones la retirada de las tropas rusas a las fronteras de 1991, que incluirían la anexionada península de Crimea, liberación de todos los prisioneros de guerras y considerables reparaciones. Como es de esperarse, las peticiones antes mencionadas son algo que Rusia considera inadmisible.