Las declaraciones de Nicolás Petro, hijo del presidente de Colombia, son devastadoras: dinero del narcotráfico que entró en la campaña presidencial del 2022 violando, además, los topes de financiación de «Petro Presidente», lo que invalida la elección, según establece la Constitución.
Si Gustavo Petro sabía o no de estos ingresos sucios, poco importa, porque las leyes electorales colombianas responsabilizan al candidato y a su gerente del manejo financiero de la campaña. Esto es así luego de que Ernesto Samper argumentara «desconocimiento» para zafarse del denominado Proceso 8000.
Se trata, pues, de un escándalo mayúsculo y de una crisis sin precedentes en la historia de Colombia. Sin embargo, el Foro de Sao Paulo, siempre ávido de ver la paja en el ojo ajeno, guarda silencio ante esta viga en el ojo de su camarada Gustavo Petro.
La última nota publicada en la página www.forodesaopaulo.org está fechada el 26 de julio pasado y felicita al pueblo de Cuba al cumplirse un nuevo aniversario del asalto al cuartel Moncada; pero… ni una palabra sobre el escándalo que envuelve a Petro.
El Grupo de Puebla, en cambio, sí se pronunció para defender lo indefendible, obviando la realidad y afirmando que en Colombia estaba en marcha un plan de desestabilización. Advirtió que la detención de Nicolas Petro fue «una actuación sin fundamento jurídico por parte del Fiscal Barbosa, que se sustenta en fines políticos orientados a dificultar la acción del Gobierno en Colombia y a dañar la reputación del presidente Gustavo Petro a nivel internacional».
Este pronunciamiento del GdP fue antes de que Nicolás Petro decidiera colaborar con la Fiscalía de Colombia para incriminar a su propio padre, luego de lo cual el mencionado grupo decidió seguir los pasos del Foro de Sao Paulo, es decir, guardar silencio.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, siempre presto en salir en defensa de los dictadores y corruptos, se solidarizó públicamente con Petro, sin importar las abrumadoras pruebas en su contra. Pero ya AMLO hizo lo mismo con Evo Morales cuando perpetró un fraude en Bolivia, con Cristina Kirchner cuando estafó al fisco argentino y con Pedro Castillo cuando quiso perpetrar un golpe de Estado en Perú.
Pero la reacción más agresiva proviene de la Internacional Progresista -a cuya directiva pertenece Gustavo Petro- porque está por enviar a Colombia una delegación de once parlamentarios norteamericanos, encabezados por Alexandria Ocasio-Cortez, para apoyar a Petro en medio de la crisis.
Si los marxistas tuviesen algún pudor condenarían a Gustavo Petro y pedirían su renuncia, pero como se trata de uno de los suyos, lo protegen e intentan imponer su narrativa: la derecha es la culpable de la debacle petrista.
Esperemos que, como sugiere el Foro Madrid, las instituciones colombianas hagan cumplir la Constitución y destituyan al presidente Petro, antes de que siga destruyendo el país.