CARACAS.- Los ciudadanos en Venezuela, desde hace más de 10 años, son víctimas de la desinformación oficial. No tienen información de la población del país, de la morbilidad o de la mortalidad infantil o de los sectores productivos, porque simplemente no existe.
Desde 2011, los regímenes del chavismo comenzaron a omitir la data esencial que permite insertar al país en la escena global, y también a desconocer el mandato constitucional de respetar los derechos humanos.
Por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística no hizo nunca más el censo nacional que permite conocer los segmentos y estratos sociales de la población, aunque desde 2009 el ministerio de Finanzas hizo desaparecer de sus plataformas todas las cifras de gestión fiscal y la deuda pública, reportó la organización Transparencia Venezuela. También el Banco Central dejó de publicar regularmente las cifras macroeconómicas y la inflación.
Sin embargo, la opacidad informativa más grave es la que mantiene el ministerio de Salud desde 2015 y que exige que organismos foráneos pongan su lupa para una investigación internacional, dicen investigadores.
Como desde hace siete años el régimen no informa a las Naciones Unidas sobre las tasas de mortalidad infantil, la OPS-OMS está haciendo estimaciones que no responden a la realidad nacional y pueden incurrir en error, señala el médico Marino González, investigador asociado de la Universidad de Rioja, en España, y profesor de la venezolana Universidad Simón Bolívar.
“La OPS-OMS estimó que la data de 2021 es de 21,06 que es la misma que Venezuela registraba para 2016. Esto amerita una investigación internacional de alto calibre. Las tasas tienen unos siete años de retraso”, precisó.
Indicó que en el país pueden ocurrir dos circunstancias: que se haga un boletín de datos que no hace público, y la otra que se omite la información. A pesar de que la información básica de un sistema de salud es de qué se enferma y muere la gente, en Venezuela “estamos en un cuarto oscuro que impide que el sistema actúe con efectividad”.
“Hay una política claramente intencional de no informar, para hacer desaparecer este tipo de datos de la agenda pública”.
“En Venezuela se ha cometido un genocidio estadístico”, advierte el economista José Guerra, diputado de la Asamblea Nacional 2015.
“La política de esconder las cifras es muy grave. Acabó con la reputación del Banco Central que siempre publicó las cifras desde que se fundó en 1938, y eso dejó al país básicamente ciego, para tratar de ocultar la cifra que el mismo gobierno generó”.
Esta situación ha impedido generar políticas públicas, ocasionando un daño significativo al BCV y a los ciudadanos que quedaron sin información, explica Guerra, que trabajó en el ente emisor hasta 2004.
La desinformación se agrava
Pero desde hace cuatro años, una ONG estableció que en Venezuela existe otro modo de crear desinformación. El Observatorio Venezolano de Fakes News, que un grupo de periodistas fundó en 2019, detectó 2.743 fakes o “bulos” (término español) o noticias falsas, hasta julio pasado.
“Los bulos están agravando la desinformación en el país”, afirma Mariela Torrealba, una de las fundadoras de la ONG, quien aclara que este fenómeno que ocurre en el mundo tiene un efecto demoledor ante el precario ecosistema mediático que existe en el país, donde cada mes se cierra al menos un medio de comunicación, en los últimos tiempos.
“La gente está más huérfana de información en este país”.
Torrealba indica que han hallado un promedio de 30 fakes al mes y los “picos” son preocupantes.
“En 2023 hemos encontrado dos picos: el primero relacionado con el aumento salarial y desde mayo otro vinculado con los candidatos de las primarias, pero los más recurrentes desde 2019 tienen que ver con los pensionados, con el robo de órganos de niños en periodo vacacional, con el clima o con los servicios de agua, gasolina y electricidad”.
Las informaciones, corroboradas como falsas por el equipo periodístico de verificación, corren en un 60% por la red WhatsAap, pero no pueden establecer el origen porque no han incluido ese aspecto en su metodología. “Sería muy atrevido afirmar que detrás está el gobierno”.