lunes, noviembre 25, 2024
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Drogas, Ecuador y Colombia un destino común

Francisco Santos,

Para entender lo que hoy le sucede a Ecuador con la violencia producto del negocio de la droga hay que regresar 13 años atrás al país vecino, Colombia. En el 2010 terminaba el gobierno de Alvaro Uribe con gran éxito en la lucha contra las organizaciones terroristas Farc y Eln y el desmonte de los paramilitares con la mayoría de sus líderes extraditados a Estados Unidos.

El éxito de esta lucha contra la criminalidad y por supuesto su negocio principal el del narcotráfico tuvo dos efectos. El primero fue que muchas de las organizaciones criminales se asentaron en países vecinos. Las Farc en Venezuela y en Ecuador con aquiescencia de ambos gobiernos y el Eln en Venezuela donde se ha convertido en la primera organización terrorista multinacional del continente.

El segundo efecto se dio por la exitosa lucha contra los cultivos de coca que en 8 años bajaron de 168 mil a 62 mil hectáreas. Esto llevó a un traslado y concentración del negocio del cultivo en 3 regiones, dos de ellas fronterizas con el Ecuador, Putumayo y Nariño. La tercera fue el Catatumbo vecina a Venezuela. No es coincidencia pues que los cultivos se trasladen a las fronteras con estas organizaciones criminales asentadas tranquilamente en los países vecinos.

Con más del 50 por ciento del cultivo en la frontera con Ecuador era obvio que las organizaciones criminales optaran por utilizar ese país para mover y exportar la coca. Una policía débil y sin capacidad paras enfrentar estas poderosas organizaciones y un gobierno populista cuya postura antiamericana le impedía cooperar en la lucha contra el narcotráfico eran el escenario ideal para este proceso que creció intensamente y fortaleció las organizaciones criminales ecuatorianas.

Si a este hecho se suman la dolarización de la economía y la apertura a la migración que abrió las puertas a organizaciones criminales albanesas y mejicanas, el escenario ideal pasó a ser el escenario perfecto. Las condiciones para un gran negocio criminal en Ecuador estaban dadas. Solo faltaba una ultima decisión que tomó el siguiente Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos en el 2013.

En ese año las hectáreas de coca estaban en 48 mil. Pero la negociación con las Farc solo avanzaría se si cambiaba el modelo de lucha contra la coca. El gobierno dejó de lado la fumigación con glifosfato y apoyó su restricción legal. Además, redujo los activos y recursos con los que enfrentaba este negocio ilegal. En el 2018 durante el empalme entre gobiernos se vio el daño que se le había hecho a la lucha contra el narcotráfico. La infantería de marina, encargada del control de los ríos, operaba apenas al 15 por ciento de su capacidad. Los ríos, la ruta fundamental en toda la cadena de producción del negocio de la coca, eran autopistas sin control alguno del estado.

El resultado se vio rápidamente. En solo 5 años la coca pasó de 48 mil a 200 mil hectáreas en Colombia. El negocio floreció de nuevo y Ecuador ahora era un gran jugador en el traslado y exportación. Las trazas de lanchas rápidas que salían de todo el pacífico ecuatoriano por el sur de Galápagos se multiplicaron. Ecuador se convirtió en una “autopista de la cocaína hacia Estados Unidos y Europa”, escribió InsightCrime.

Lo que siguió casi que es predecible. Primero, el control territorial de las organizaciones criminales. Hoy gran parte del Pacífico ecuatoriano está en manos de estas organizaciones. Guayas o Esmeraldas son territorio vedado para las agencias de seguridad. Y el epicentro de la violencia es Guayaquil foco de exportación por el puerto y su capacidad logística y escenario de disputas entre bandas dedicadas al microtráfico.

Esto último es el otro efecto esperado. Muchas de las organizaciones criminales ven el negocio del consumo como una línea obvia de acción. Las organizaciones transnacionales, los albaneses y los mejicanos con presencia en Ecuador, subcontratan con bandas ecuatorianas y les pagan muchas veces en coca. Ahí crece el microtráfico y el consumo y nacen las disputas violentas por el territorio. En el mismo Guayaquil tanto en el sur como en la periferia el control de estas organizaciones criminales es casi total.

Y viene un tercer efecto que es incluso más visible. Estas bandas criminales, con recursos inmensos producto del narcotráfico se expanden a otras acciones delictivas como el secuestro, la extorsión y el asalto armado sofisticado a centros residenciales. Esto ya se ve en Guayaquil y seguramente se trasladará a otras ciudades. La tranquilidad de Ecuador y la seguridad de sus ciudadanos comienza a ser cosa del pasado y si el Estado no toma acciones correctivas con recursos, fortalecimiento institucional, planeación estratégica y cooperación internacional lo que han vivido hasta ahora, que es apenas el comienzo, se volverá inmanejable.

Ecuador enfrenta una situación similar a la de Colombia a finales del siglo pasado. Sin criminalidad terrorista como las Farc y el Eln pero si con organizaciones criminales sofisticadas que se nutren del narcotráfico y se expanden a otros negocios. Colombia fortaleció su Policía y su justicia en cooperación con Estados Unidos y con Inglaterra y de estar a las puertas de ser un estado fallido logró derrotar a muchas de las organizaciones criminales, incrementar su costo de operación y así limitar su posibilidades y crecimiento.

Claro, el liderazgo de Alvaro Uribe en esos 8 años fue fundamental pero sin una institucionalidad fortalecida poco se habría podido hacer. La prioridad en esos dos gobiernos como base de todo lo demás fue la seguridad para generar confianza que permitió el crecimiento económico.

Los narcos ecuatorianos la tienen clara. No en vano destruyeron el radar que podía dañarles un pedazo del negocio. Y no nos digamos mentiras van ganando la batalla. Si la sociedad ecuatoriana no se levanta, como lo hizo la sociedad colombiana muchas veces en las peores épocas, y si no hay un gran liderazgo Presidencial con recursos, con objetivos y con seguimiento detallado a toda una nueva política de seguridad -que hoy no existe- veremos a Ecuador convertirse en un narco estado como hoy es Venezuela o como va serlo Mexico si sigue en el camino que va.

Fuente: InterAmerican Institute for Democracy

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