OMAR ESTACIO Z.,
Los valerosos generalotes de la RoboLución están en pie de guerra (de guerra contra el Pueblo desarmado ¡por supuesto!).
Oigamos la soflama cuartelaria que lanzó uno de los madrinos más madrinos de nuestro alto mando militar. Nos referimos al Comandante de la Guardia Nacional Bolivariana: “El intento de elegir en las primarias un candidato opositor inhabilitado y financiado con fondos desconocidos, de posible origen ilícito, es una incitación al desorden y la subversión (…) la oposición venezolana desconocerá el nombramiento de los nuevos integrantes del Consejo Nacional Electoral con el objetivo de deslegitimar la institucionalidad y apoyar la tesis del Estado fallido”.
Otro de los sargentones, para no quedarse atrás en el servilismo, tampoco se anduvo con rodeos: Amenazó a la precandidata María Corina Machado con sacarla a “¡A puñetazos!” (En realidad la palabrota espetada por matón fue otra) de la jurisdicción del estado Trujillo, de atreverse a horadar el suelo que creemos patrio, pero que para el citado chupamedias está vedado a los opositores.
¿Y qué dicen de semejante agresión contra una mujer, las parlamentarias roboLucionarias, supuestas adalides de la lucha contra la violencia de género?
La camarada “Puño ´e Dientes” -¿por qué la llamarán así? No hay derecho- integrante de tal bancada, se excusó de salirle al paso a ese nuevo atentado contra la igualdad de sus congéneres. Está muy atareada en su empeño de despojarnos, a los opositores -al estilo Daniel Ortega y Rosario Murillo- de nuestra nacionalidad venezolana. Sí, ya lo sabemos. En la RoboLución, la única ley, es que no hay ley. Además misión imposible, hacerle entender a la promovente del desatino, que con la Constitución siempre han barrido el piso. No obstante, nuestro país (¿O ipso facto, ya no es nuestro país?) es signatario de varias convenciones internacionales que proscriben la apatridia y que amenazar con esta última, por revanchas políticas, no hace más que engrosar el ya engrosado prontuario de crímenes de lesa humanidad del señor Maduro y demás integrantes de su gavilla.
Dinamitar las Primarias de la oposición ya es una decisión tomada por quienes usurpan el Poder en Venezuela. Practican la violencia para incitar a la violencia, tener un pretexto para reprimir y, después velar nuestros muertos bailando salsa.
Restaría, tan solo, determinar cuándo y qué tipo de violencia emplearán para frustrar, en definitiva, las referidas primarias y unas elecciones generales limpias aunque sea a medias. Saben que si esto último ocurre, perderán el Poder por avalancha y el señor Maduro, tendrá que largarse al Imperio a hacerle compañía a su carnal y paisano “Otoniel” en la SuperMax de Florence, Colorado, EE. UU..
Por lo pronto, seguirán aplicando, la violencia, física, jurídica, administrativa, policial o judicial; militar o civil, esta última por los Colectivos de la “Paz” o a manos de los convictos de la “señora” Varela; con la utilización de sicarios nacionales o extranjeros, de las FARC, cubanos del G-2, del Hezbollah, del alto pana Prigozhin, de los cárteles de Sinaloa o del Golfo.
Sobornar encuestadores – alias “La Gritona”, de primero en la fila- para inflar precandidaturas postizas, es violencia. Infiltrar candidatos alacranes, cuenta chistes procaces o payasos de cara seria, pero de faltriquera rochelera, también es violencia.
Crearle grave crisis a la frágil unidad opositora, para dividirla o forzarla a decantarse por un candidato opositor “de consenso”, pero sumiso, esquirol, malinche, colaboracionista con la tiranía, es violencia pura y dura. Ya hay dos en campaña, el uno, septuagenario con rostro de momia, presa a ojos vista, de alguna afección supranuclear progresiva y, el segundo, octogenario, que se ha levantado de la mecedora de sus cuarteles de invierno, con ínfulas de Lucio Quincio Cincinato. Muy ansiosos, ambos, de “sacrificarse” por la Patria.
Guapos cuando se sienten sobreseguros, pero correlones y asustadizos en el lance hombre a hombre. Esquivos en asumir las consecuencias de sus actos. Así son los sedicentes roboLucionarios. Lo corroboran los hechos siempre tercos. Lo vimos, días atrás, en la caminata interrumpida de forma abrupta en Maracaibo. Venía muy agarrado de manos con la «legal». Pero una rechifla, bastó y sobró para el “patas pa´ qué las tengo”. A saber:
- Comandanto en Jefe, Comandanto en Jefe, ejecutemos una maniobra de “vuelvan caras” pues en nuestro carrerón, hemos dejado sola, triste, abandonada y a merced de los enemigos de la Robolución, a la Primera Comandanta
- ¿Vuelvan queeé? Ni yo soy el general Páez ni estamos en las Queseras del Medio. Mejor viudo que cadáver. ¡Esa vieja, que se j…! (sic).