Con un Javier Milei más que competitivo para ganar la Presidencia, el oficialismo apunta todos sus cañones contra el libertario: “Viene por tus derechos”. ¿Es verdad?
Aunque todo es muy reciente, es clara la estrategia que el kirchnerismo desarrollará de aquí a las elecciones de octubre. Luego de la victoria de Milei en las primarias, el oficialismo ha decidido intensificar una estrategia que mucho resultado no le ha dado. Los voceros del gobierno y sus partidarios no pierden oportunidad para resaltar que el candidato libertario es un “antiderechos” y que su eventual victoria significaría una pérdida de “derechos” para los argentinos.
La primera que reconoció el escenario de tres tercios, y que incluso advirtió que cualquiera podría salir tercero, fue la misma Cristina Fernández de Kirchner. Hace unos meses, la vicepresidente señaló que, por ahora, el gobierno debía limitarse a un humilde objetivo: garantizar su lugar en un balotaje. Desde el seno del mismo peronismo, muchos la cuestionaron duramente. Pero los números del domingo demostraron que es una posibilidad concreta una segunda vuelta sin el oficialismo, algo inédito en la historia argentina. Con el escenario adverso confirmado, el kirchnerismo ahora prácticamente ignora a Patricia Bullrich y apunta todos sus cañones contra Milei, al que califican como el candidato “antiderechos”.
Lo primero que hay que advertir es que, afortunadamente, la opinión pública parece (al menos por ahora) estar “inoculada” contra las amenazas del populismo. Esto se percibe, sobre todo, viendo la enorme cantidad de votos que sacó el candidato liberal en los segmentos de menores recursos del país. Por ahora, el único “derecho” que se robó Milei fue el “derecho” que tenía el peronismo de hacer uso y abuso de los más necesitados.
Vale aclarar que lo que el gobierno señala como derechos, la mayoría de las veces no lo son. En los últimos años, se “conquistaron” (como les gusta decir) algunos nuevos derechos. Por ejemplo, la posibilidad que dos personas del mismo sexo puedan casarse o la novedad que se pueda tramitar un divorcio de forma unilateral, sin la histórica necesidad de conseguir la firma y el acuerdo de la contraparte. Cabe destacar que estas cuestiones no han sido iniciativas exclusivamente kirchneristas y que se han aprobado con la amplitud de bloques transversales. Aunque muchos no lo saben o recuerdan, por ejemplo, con el matrimonio gay, muchos legisladores kirchneristas del interior votaron en contra. Igualmente, es necesario aclarar que no está en el programa de La Libertad Avanza ninguna derogación en materia de derechos.
El caso que merece un párrafo aparte y aclaración es el del aborto, puesto que el candidato libertario considera que no es un derecho, ya que, desde su perspectiva, además de la cuestión de la elección de la madre está el derecho a la vida del bebé en su vientre. Lo que el kirchnerismo no dice tampoco es que en sus propias filas muchos legisladores también votaron en contra del aborto, que los corta transversalmente, como ocurre con esta cuestión dentro del liberalismo. Pero en materia de verdaderos derechos, es decir, garantías personales que no afectan a terceros, no hay en la plataforma de Milei ninguna propuesta de “eliminación”. Esto que suena ridículo aclararlo, parece necesario en el marco de una gran campaña sucia, de difamación y mentiras.
Lo que sí se terminaría en el marco de un gobierno liberal no son los derechos, que se fortalecerían sin lugar a duda, sino las prebendas y los privilegios disfrazados de derechos. Es decir, la utilización de fondos y recursos públicos para comprar voluntades. Por ejemplo, con la excusa del “derecho a la cultura”, existe en Argentina un organismo que cobra lo que sería una especie de tasa a cada entrada del cine. Los fondos se utilizan discrecionalmente para subsidiar proyectos que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales considera. Además de la injusticia, que no hace otra cosa que encarecer las entradas para los argentinos de menores recursos, los proyectos suelen estar orientados a producciones afines políticamente. Como ocurre con tantos otros subsidios y prebendas, aquí el único derecho que hay es el del público a que le quiten este impuesto, para poder pagar las entradas al cine más baratas. Sin embargo, los burócratas privilegiados y vendedores de prebendas se llenan la boca diciendo, que, si gana Milei, los argentinos perderán, por ejemplo, “el derecho a la cultura”. Una estupidez supina por donde se lo mire.
Paradójicamente, sí existió en la política reciente un abominable caso de “antiderechos”. Hablamos del kirchnerismo en la pandemia del COVID-19, con las aberrantes detenciones ilegales e inconstitucionales que tuvieron lugar en la provincia del Chaco. Sin ningún derecho, valga la redundancia, el gobernador peronista encerró en contra de su voluntad a mucha gente, hasta que consideró que podrían recuperar la libertad. De más está decir que se trataba de centros de detención en condiciones absolutamente inhumanas. Cuando el debate estalló en Buenos Aires, el senador José Mayans dijo, impunemente, que “en pandemia no hay derechos”. Este ser repugnante siguió ocupando su banca en la Cámara alta con toda impunidad. Que no haya sido eyectado automáticamente de su cargo habla muy mal, no solamente de la clase política, sino de la mayoría de los argentinos.
Resumiendo, aunque la campaña sucia no le funcione al oficialismo, es necesario recordar que en la propuesta liberal no hay más que eliminación de privilegios y no de derechos. Los “antiderechos”, en estas elecciones, son ellos. Había uno más, que fue cómplice de todas las arbitrariedades de Alberto Fernández, pero afortunadamente ya quedó en el camino.