Si algo resonó en el primer día de la cumbre que reúne a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), en Johannesburgo, Sudáfrica, fue el discurso que dio el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El motivo es que sus palabras no fueron precisamente armónicas en cuanto a su amiguismo con otros gobiernos alineados a los objetivos anti-Estados Unidos del bloque. Por el contrario, sirvieron para sacar otra vez a colación las diferencias que existen entre él y el mandatario colombiano, Gustavo Petro.
Desde mediados de julio pasado se sabe que ambos apuntan en direcciones diferentes en materia económica y medioambiental. Mientras Gustavo Petro insiste con “dejar de usar petróleo, carbón y gas”; su homólogo brasileño habla de permitir la exploración y explotación de estos recursos en la Amazonía. Esas incongruencias fueron las que generaron roces al momento de redactar el documento final de la pasada Cumbre de la Amazonía y son las que también prometen caldear los ánimos en este nueva oportunidad.
De manera que Lula repitió su premisa: “No podemos aceptar un neocolonialismo verde que impone barreras comerciales y medidas discriminatorias, bajo el pretexto de proteger el medioambiente”. Aunque no mencionó nombres, se sabe que el mensaje estuvo dirigido a su par colombiano. Es decir, los presidentes no pueden ponerse de acuerdo, a pesar de sus ansias por crear un contrapeso frente a Estados Unidos, acompañados de los autoritarismos de Xi Jinping y Vladímir Putin.
Gustavo Petro vs. los hidrocarburos
Desde que hacía campaña por la presidencia, Gustavo Petro presiona por abandonar los hidrocarburos como el petróleo, el carbón y el gas, a través de un discurso romantizado que solo ha generado fuertes preocupaciones por las futuras consecuencias, dado que cerca de 60 % de la economía colombiana está basada en éstos. Solamente el petróleo representa el 40 % de lo que la nación latinoamericana vende al mundo. Sin embargo, Petro se esfuerza por promocionar energías “limpias”, sin detallar cómo reemplazará las que actualmente mantienen en pie al país.
Considerando este escenario, ahora enfrenta su punto de vista con su homólogo brasileño y por las señales que ambos dan, es claro que están lejos de solucionar sus diferencias. Mientras esas fisuras ocupan tanto a Lula da Silva como a Petro, en la cumbre BRICS se conversa sobre la necesidad de países enemigos de EE. UU. para abandonar el dólar.
El presidente ruso, Vladímir Putin, tuvo que hablar por videoconferencia debido a la orden de arresto internacional que emitió en su contra la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra en Ucrania. No le quedó de otra que intervenir por medio de una pantalla para remarcar la “irreversible” renuncia a la moneda estadounidense, a lo que sumó que su uso en las operaciones comerciales “disminuyó el año pasado a 28,7 %”.
No solo mencionó estar a favor de estrechar relaciones con sus cómplices del bloque, sino que habló de “cooperación” a cambio de suministrar combustible, productos agrícolas y fertilizantes. Sus declaraciones también dejan ver que posiblemente no apoye las urgencias de Petro por abandonar los hidrocarburos.
Lula dice que “no son contrapunto al G7”
Aunque la cumbre aún no termina, no es difícil ver que los países que asisten a la cumbre BRICS apuntan a un mapa geopolítico diferente, donde EE. UU. o la Unión Europea no sean vistos como líderes de Occidente, sino sus declarados enemigos China y Rusia.
Las dictaduras latinoamericanas apoyan esos planes, especialmente Venezuela que elevó su solicitud formal de ingreso al bloque. Adicionalmente, el Gobierno de Sudáfrica asegura que ha recibido “expresiones formales de interés de los líderes de 23 países” para sumarse.
A pesar de las evidentes intenciones, Lula da Silva se esforzó al asegurar que los BRICS “no son un contrapunto al G7, ni al G20, ni contra nadie”. Dijo que quieren “organizarse como Sur Global” y estar “en pie de igualdad con la Unión Europea y Estados Unidos”.