IBÉYISE PACHECO,
El escenario menos deseado, el que le aterroriza, la pesadilla recurrente que le genera taquicardia y que desnuda su realidad es una elección democrática, limpia, verificable. Nicolás Maduro no puede medirse con ningún candidato opositor que esté de primero o último en las encuestas. Maduro no resiste una consulta ni en su propio partido. Él sabe que en su pozo séptico duerme con caimanes que están conspirando convencidos de que ya no da más, de que él puede arruinarles el negocio, hacerles perder todo por su culpa, por sus errores, por su avaricia, por no querer ceder el paso a un sucesor que les garantice a todos sus negocios y que además evite exponerlos ante la justicia local e internacional.
El caso de Tareck El Aissami y el asalto a más de 20 mil millones de dólares obligaron a Maduro a mover las piezas en su tablero. Las militares y las civiles que han contribuido a mantenerlo en el poder. Han sido meses en los que Maduro tragando grueso tuvo que entregar a sus enemigos el acceso al Sebin y congelar la confianza que tenía en el director de Inteligencia Militar.
Entretanto, en la medida que se acercan las elecciones presidenciales, Diosdado Cabello presiona desde el partido oficialista para obligar a Maduro a radicalizarse. Es Diosdado quien activa centenares de agresiones contra los precandidatos a las primarias, y también fastidia a Maduro desde el lado militar usando al Sebin.
A diferencia de Maduro, Diosdado Cabello ha entendido que él no ganaría una elección ni dentro de su familia, así que se dedica a malponer a Maduro entre los suyos, haciendo ver que está quebrado, que es un estorbo, que es débil ante el peligro opositor. Cuenta alguien de su entorno que siempre trata de empujar a Nicolás hacia el abismo de la equivocación.
En ese callejón se encuentra Maduro quien aún no decide qué trampa aplicará para boicotear las primarias y luego evadir las elecciones presidenciales. Además, le urge el dinero que no podrá obtener si no cumple con la apariencia de un demócrata. Así que mientras viaja para buscar fondos, sabe que está en la cuenta regresiva de un proceso electoral opositor que para su sorpresa ha generado mayor entusiasmo del esperado. Y lo peor para él: de donde ha surgido una candidata que lo tiene desequilibrado. Ella es su contraste. Y María Corina Machado está completamente fuera de su control.
Las primarias están en jaque porque Maduro teme lo peor. Le teme a su realización, le teme a María Corina, pero le teme especialmente a que la gente con o sin primarias, parece decidida a votar masivamente en su contra en el 2024.
El mundo opositor, sí, es verdad, a trompicones, con diferencias internas, sin poder evitar interferencias del régimen que compra, extorsiona, sabotea, persigue, y también sin dinero, ha seguido tercamente en unidad, organizándose para medirse electoralmente.
El régimen ha fabricado todo tipo de obstáculos contra las primarias y lo seguirá haciendo. Apeló a María Carolina Uzcátegui una exmiembro de la Comisión Organizadora para que desacredite el proceso y no le funcionó. Bloqueó el buscador de los centros de votación a través de las empresas de telefonía en Venezuela, y eso terminará siendo activador. Multiplica los alacranes y ya nadie les hace caso. Maduro invita al Conde del Guácharo para que se mida, alienta a Manuel Rosales, trata de crear candidaturas que enreden el proceso y que le eviten dar el paso que lo dejará en evidencia: utilizar al Tribunal Supremo de Justicia para convertir el proceso en un delito y prohibir su realización. Ésa, sin embargo, es una jugada que confirmará su miedo y destruirá su discurso bajo el que intenta parecer democrático y que le alejaría la posibilidad de recuperar dinero perdido.
Me contaba un colega que ha estado presente en varias giras de María Corina Machado que no se explica cómo la gente se entera de su visita en los pueblos del interior del país donde está prohibido mencionarla. Pero el boca a boca, los deseos de cambio, el desprecio a Maduro, el renacer de la esperanza, han venido ganando, hasta ahora.
La dirigencia opositora debe prepararse (y yo creo que lo ha hecho) ante el peor escenario. Sabemos que a Maduro no le importa mancharse las manos de sangre. Tampoco dejar morir a los presos políticos incluyendo algunos de sus amigos. No es casual que su íntimo entorno militar este soportado en oficiales sanguinarios premiados con ascensos y botines.
Sin embargo, las primarias han seguido su propio y modesto camino. Si la gente mantiene su voluntad tal como las señales van indicando, la historia podrá cambiar.