domingo, noviembre 24, 2024
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Con Petro, exportación de cocaína se encamina a sustituir al petróleo

El negocio del narcotráfico en Colombia toma una bocanada de aire bajo el mandato de Gustavo Petro. No podía ser de otra manera, ya que el mandatario se ha declarado defensor de la cocaína al punto de que hace un año mencionaba esta droga en su discurso ante la ONU, llegando a minimizar sus consecuencias para alimentar su relato de que el petróleo y el carbón son más venenoso, como una manera de justificar la agenda ambientalista que usa como instrumento político para ganar aceptación y liderazgo internacional.

Esa idea la ha llevado a la práctica con una postura más complaciente frente a los grupos narcotraficantes y con una nueva política que pretende ejecutar en varias fases, aunque el enfoque no traiga nada novedoso. Por el contrario, especialistas la tildan de laxa. El problema está creciendo de tal manera que las exportaciones de cocaína podrían superar a las del petróleo este 2023.

En cifras, las exportaciones de cocaína aumentaron a 18.200 millones de dólares en 2022, de acuerdo con estimaciones de Bloomberg Economics. Esto guarda relación con números recientemente publicados por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, que identificaron un “máximo histórico” de 230.000 hectáreas cultivadas de coca en Colombia. Es decir, en lugar de frenar esta actividad ilícita que sirve de financiamiento para grupos terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o el Ejército de Liberación Nacional (ELN), bajo el gobierno de Petro, el aumento de los cultivos no se ha detenido, y con ello, también se ha incrementado la producción potencial de clorhidrato de cocaína, pues el año pasado fue de 1.738 toneladas y en 2021 había sido de 1.400 toneladas.

Sube la cocaína y bajan los combustibles
La estimación de que este año las exportaciones de cocaína podrían superar a las del petróleo, hechas por Bloomberg, parten del hecho de que el año pasado los barriles de crudo que salieron del país se tradujeron en 19.100 millones de dólares. Si se compara esa cifra con los 18.200 millones de dólares de la cocaína, resulta que no hay mucha diferencia.

A eso se suma que mientras la tendencia del comercio de la cocaína sube, la de los hidrocarburos baja. Es que en julio pasado, las ventas externas del país disminuyeron 30,8 % en relación con julio de 2022; un resultado que de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) se debió principalmente a la caída de 43,3 % en las ventas externas de combustibles y productos de las industrias extractivas.

Podría decirse que Petro está cumpliendo con su anhelo de disminuir la fuerza de la industria petrolera colombiana, que considera dañina para el ambiente, pero sin poner el mismo énfasis en acabar con el negocio de la droga. Igual de importante es el hecho de que el desmantelamiento de laboratorios que lleva adelante su gobierno resulta inefectiva. “Está destruyendo laboratorios donde las hojas de coca se transforman en cocaína, pero eso no ha impedido que la producción se expanda”, completa el balance del medio.

Las débiles promesas de Petro
Desde que llegó a la Casa de Nariño, Gustavo Petro asomó su política permisiva con el narcotráfico. Justamente el año pasado suspendió las fumigaciones con glifosato (útil para contrarrestar los cultivos ilícitos) y prohibió los bombardeos contra campamentos ilegales con la excusa de no afectar a los menores reclutados forzosamente por los grupos guerrilleros. Las advertencias respecto a que el mandatario “tiene la voluntad expresa de entregar el país a los narcotraficantes”, no han cesado desde entonces.

En este sentido, aunque en 2022 el cultivo de coca alcanzó un máximo histórico en Colombia por segundo año consecutivo, también está el hecho de que esta tendencia no se detiene con la gestión de Petro que inició en agosto del año pasado. Ahí es cuando recaen los cuestionamientos sobre su gestión, pues insiste en entablar diálogos con grupos narcotraficantes, pero sus políticas laxas no auguran solución al problema. Por el contrario, lo exacerban.

Irónicamente, el mandatario hizo una intervención durante la clausura de la reciente Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas. Allí dijo que “fracasó” la lucha contra el narcotráfico desde el punto de vista militar y por eso trae a la mesa su estrategia llamada “Sembrando vida desterramos el narcotráfico”. Apunta a reducir 90.000 hectáreas de coca de uso ilícito para 2026. De esa cifra, 69.000 se erradicarían “de forma voluntaria”. Sin embargo, las promesas de Petro pierden validez cuando se observa el crecimiento de los cultivo y las exportaciones de cocaína.

Fuente: Panampost

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