Las próximas maletas que alistará el presidente de Chile, Gabriel Boric, serán para viajar a China. El mandatario tiene en su itinerario más próximo participar del III Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta que se realizará en Pekín en octubre. La cita, que aún no tiene fecha oficial, representa un desafío para su política exterior, la cual defiende los derechos humanos de forma “transversal”. Esto se debe a que pisará el terreno de un régimen acusado de torturas en contra de los uigures, por predicar su fe musulmana.
En su primera visita a China, el relato bajo el que se ha arropado Boric para hacerse una imagen de paladín que defiende los derechos humanos se verá retado por la represión de al menos 2884 uigures detenidos en los últimos cinco años por los secuaces de Xi Jinping y el pronóstico de Naciones Unidas de un incremento en la cifra, por las maniobras que apuntan a una asimilación forzada del idioma mandarín y la cultura han (etnia mayoritaria de China) entre las minorías.
¿Condenará los campos de reeducación con fachada de “centros de capacitación vocacional”? Antes de aterrizar, a Boric le tocará definir el tono, y hasta el cómo, si pretende mantener su discurso. Un breve “sí” responde hasta ahora el presidente, al ser consultado por su arribo en Pekín, sin precisar la forma u argumentos.
“No estoy bajo ninguna presión para hacer algo que no me gustaría hacer o para alinear nuestras políticas con las de China”, vocifera el mandatario. Sin embargo, las finanzas de su administración podrían sepultar sus palabras. Es que en este momento, China es el primer socio comercial de Chile, pero la nación austral enfrenta una caída de los ingresos provenientes de la explotación del litio, debido a la contracción económica en el país asiático que incide sobre la oferta y demanda del mineral clave para los autos eléctricos, así como también la fabricación de baterías.
Un negocio a la baja
Según datos de la Dirección de Presupuestos y el Consejo Fiscal Autónomo de Chile, el año pasado las arcas fiscales recibieron 5000 millones de dólares adicionales en recaudación fiscal gracias al mineral. Sin embargo, las variaciones en el mercado spot de China, su principal centro de consumo mundial, está volviendo imposible que la suma vuelva a repetirse este año.
Las tendencias de las cotizaciones hablan solas. De acuerdo con la plataforma financiera Investing citada por La Tercera, “la tonelada métrica de carbonato de litio se transó a 21301 dólares el 22 de septiembre. Si bien el nivel no marca aún el mínimo anual ―el 25 de abril se cotizó en 20890 dólares la tonelada― está muy cerca de igualarlo. El último precio de septiembre es 73 % más bajo que el peak de noviembre de 2022, cuando se llegó a cotizar a 80.000 dólares”.
¿Lo hablará Boric en China con Xi? Debería porque el actual nivel de precios es el más bajo en casi dos años considerando que en septiembre de 2021, el valor promediaba los US$ 19.300. Este mes, el valor promedio es de 24.000, mucho menos que los 63.750 dólares que promedió en todo 2022, el mejor año de la historia.
Además, la media este año es de 37.748 dólares que equivale a 40 % menos. Sin embargo, las probabilidades de una discusión al respecto son vagas. Esta es la primera visita oficial de Boric a Pekín, evitar las tensiones es casi una estrategia obvia.
Sin motivos para ser condescendiente
Una indulgencia de Boric con Pekín sería un error grave de su política exterior. Sería letal cuando el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) y la Armada de Chile denuncia las operaciones de 350 barcos chinos que arriban a los sobreexplotados caladeros de pesca antárticos y pacíficos desde el Océano Atlántico. Estas operaciones tienen como fin atrapar calamares gigantes o potas, que se capturan en alta mar con el “sistema jigging”, una forma de pesca con señuelos de plomo que permite tentar presas desde grandes profundidades causando daños en el suelo marino.
“Este comportamiento plantea preocupaciones sobre la legalidad y trazabilidad del calamar capturado por estos barcos, especialmente por la dificultad de monitorear las operaciones de pesca de calamar y el transbordo en alta mar” advierte desde el año pasado la C4ADS —una organización dedicada a proporcionar análisis basados en datos sobre conflictos globales y problemas de seguridad transnacional- en un informe donde además confirma que de 140 embarcaciones vinculadas a esta pesca ilícita en el Pacífico Sur, 133 (95 %) pertenecen a China, cuatro (3 %) a Taiwán y tres (2%) a Corea del Sur.
Si el presidente apuesta por la mesura diplomática dejaría también a un lado el resultado de la investigación del organismo de derechos humanos Safeguard Defenders, difundida por la revista estadounidense Newsweek, que reveló la instalación de una estación policial china en Viña del Mar para espionaje, sabotaje y repatriaciones.
No será un viaje cómodo -por ningún lado que se mire- porque incluso, tiene encima que la firma del Tratado de Libre Comercio de Chile con China cumplirá 20 años en 2025. Mantener la dependencia obliga al silencio.