WASHINGTON- Los republicanos y millones de estadounidenses opinan que el presidente Joe Biden debe ser destituido y por eso este jueves comenzaron la investigación oficial por «corrupción» contra el inquilino de la Casa Blanca.
Esta vez los republicanos se basan en pruebas de la participación directa y la influencia de Joe Biden como vicepresidente de Estados Unidos en los negocios turbios de su hijo Hunter en Ucrania y China. En esta ocasión no hay campañas de la prensa de izquierda ni argumentos y testigos fabricados como hicieron los demócratas mediante la gran farsa de Rusia y los supuestos vínculos de la campaña del presidente Donald Trump con Moscú; todo desmentido y desemascarado por un informe conclusivo de casi 300 páginas, luego de una pesquisa durante cuatro años del fiscal especial, John Durham.
Los conservadores, con mayoría en la Cámara de Representantes desde enero, acusan al líder demócrata de haber «mentido» al pueblo estadounidense sobre los negocios de su hijo Hunter Biden en el extranjero bajo una «cultura consagrada de corrupción».
La investigación se convierte en un dolor de cabeza para la Casa Blanca antes de las elecciones presidenciales de 2024 para las cuales se presenta a Biden como candidato único y se pasa por alto al resto de sus «invisibles oponentes». Y el propio Partido Demócrata se encarga por sí mismo de mantenerlos en los ostracismo, a pesar de las innumerables señales de la limitada capacidad mental y física del actual mandatario demócrata.
La campaña presidencial de Robert F. Kennedy Jr. alegó que el Comité Nacional Demócrata está tratando de evitar que desafíe al a Joe Biden y así permitir que el titular gane cómodamente la nominación de 2024.
En un comunicado de prensa, el ex congresista de Ohio y candidato presidencial demócrata, Dennis Kucinich, afirmó que cree que el Comité Nacional Demócrata (DNC) «ha creado una clase de delegados comprometidos, llamados líderes del partido y funcionarios electos que son esencialmente los mismos que superdelegados, debido al grado de control que el partido ejerce sobre los funcionarios electos».
«Esto coloca al Comité Nacional Demócrata, una vez más, en la posición de anular la voluntad de los votantes en Estados Unidos. No está claro cómo al anular el voto mayoritario de la nación eso podría interpretarse como democracia y confianaza en el pueblo», dijo Kucinich, quien se desempeña como director de campaña de Kennedy.
Pruebas contra Biden y su familia
El jefe del comité de investigación de la Cámara de Representantes, James Comer, asegura haber encontrado «una abrumadora cantidad de pruebas que demuestran que el presidente Joe Biden abusó de su cargo público para beneficiar financieramente a su familia».
«Sobre estas pruebas, el Congreso tiene el deber de abrir una investigación de juicio político sobre la corrupción del Presidente Biden», explicó en un comunicado el líder republicano.
«Un disparate», afirma Ian Sams, portavoz de la Casa Blanca, que acusa a los republicanos de celebrar esta audiencia el jueves para desviar la atención de la crisis hacia la que se dirige el país ante la incapacidad del Congreso de aprobar un presupuesto.
Pero precisamente eso es lo que ha hecho la Casa Blanca con sus diferentes intereses partidistas, entre ellos el show sobre los acontecimientos del Capitolio el 6 de enero y sus acusaciones contra el Presidente 45 de la nación.
La izquierda y la extrema izquierda en el poder desvían la atención desde el 2021 de las fallidas políticas económicas y de las crisis creadas por ellos como la caótica situación en la frontera sur desde hace casi tres años.
Las imputaciones a Trump han servido para entretener y mantener ocupados los medios de prensa liberales cuando el país se encuentra inmerso en serios problemas de crisis hipotecaria, crisis bancaria, crisis económica con una inflación sostenida desde hace más de dos años y precios que han cercenado el poder adquisitivo de la clase media y el de las familias de bajos ingresos, fundamentalmente. Y luego la lista de obstáculos creados en política nacional y exterior resulta extensa.
Sólo la guerra en Ucrania sobrepasa los 150.000 millones de dólares y la cuenta sigue.
La carrera de supuestos delitos graves y de corrupción del hijo menor del presidente, un exempresario de 53 años, se ha convertido en el principal blanco de los republicanos por sus serias implicaciones en la seguridad nacional de EEUU.
Los congresistas le acusan de haber realizado negocios turbios en Ucrania y China mientras Joe Biden era vicepresidente de Barack Obama (2009-2017), aprovechando el nombre y los contactos de su padre.
La Constitución de Estados Unidos establece que el Congreso puede destituir al Presidente por traición, corrupción y otros delitos graves.
El procedimiento se desarrolla en dos etapas.
Después de concluir la investigación, la Cámara de Representantes vota, por mayoría simple, los artículos de acusación que detallan los hechos contra el Presidente: es lo que se conoce como un juicio político o «impeachment» en inglés.
En caso de acusación, el Senado, la Cámara Alta del Congreso, enjuicia al Presidente. De llegar a esta etapa es altamente probable que Biden sea absuelto, porque su partido tiene mayoría en la Cámara Alta.
Otras imputaciones al hijo de Biden
El presidente, de 80 años, siempre ha apoyado públicamente a su hijo, que arrastra un pasado de adicciones y en la actualidad está envuelto en problemas legales, acusado de posesión ilegal de un arma de fuego y de fraude al Departamento de Impuestos Internos (IRS). Pero hasta ahora, el Departamento de Justicia ha sido bastante benévolo con Hunter en las acusaciones y en investigaciones que supuestamente mantiene el Buró Federal de Investigaciones (FBI) al hijo del mandatario.
«Me despierto cada día (…) sin centrarme en el «impeachment». Tengo un trabajo que hacer. Tengo que ocuparme de los problemas que afectan al pueblo estadounidense cada día», dijo en septiembre. Pero el camino escogido por Biden, o impuesto por un sector progresista o socialista que ha minado al Partido Demócrata, es bastante cuestionable.
Los republicanos piden desde hace meses la apertura de un procedimiento de destitución contra Biden.
Un grupo, calificado siempre de extremista por la prensa liberal, exige defender al país de la nueva tendencia socialista dentro de EEUU y de las institciones estatales y federales. Este grupo obligó al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a comprometerse a enfrentar con acciones reales y con dureza la actual situación.
Sin embargo, en la historia de Estados Unidos ningún presidente ha sido destituido. Los nuevos demócratas lo intentaron dos veces en el mandato de Trump. La presidenta de la Cámara Baja en ese entonces, la acérrima enemiga jurada del Presidente, no cesó ni un día en el empeño de inhabilitar a Trump. Su única misión durante los 4 años fue desacreditar al presidente de la nación y utilizar todos los medios posibles para sacarlo de la Casa Blanca. Y este es el mismo Partido que hoy pide compasión para Joe Biden.
Varios Presidentes se han visto sometidos a un juicio político: Andrew Johnson en 1868, Bill Clinton en 1998 y Donald Trump en 2019 y 2021, pero fueron absueltos.
Por su parte, Richard Nixon prefirió dimitir en 1974 para evitar una posible destitución por parte del Congreso, debido al escándalo Watergate.