SONIA SCHOTT,
Durante las elecciones de mitad de período de 1858, el éxito del Partido Republicano fue especialmente notable porque sólo tenía cuatro años de existencia.
Según los archivos del Senado estadounidense “Mientras los votantes aportaban la ira, los líderes políticos aportaban la organización. Un liderazgo superior fue vital para el éxito del Partido Republicano”, escribió el historiador William Gienapp, “ya que la tarea de unir a un conjunto tan dispar de… facciones era enorme” y así, los republicanos celebraron una convención nacional en 1856, abrazando la ideología de “Tierra libre, Trabajo libre, Hombres libres”, pero fueron necesarios otros dos años y una serie de acontecimientos dramáticos para impulsar el movimiento hacia el éxito electoral.
Desde 1980, el Partido Republicano ha celebrado debates entre candidatos durante la temporada de elecciones primarias, pero a diferencia de los debates entre candidatos nominados por partidos, organizados por la Comisión bipartidista de Debates Presidenciales, desde 1988 los debates entre candidatos para la nominación son organizados por los medios de comunicación.
El segundo debate televisivo realizado el pasado miércoles, subrayó lo mucho que les cuesta al resto de candidatos republicanos, el acercarse a Trump, quien sigue en la delantera para candidato a la nominación.
Una de las razones es que, salvo el exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ninguno de ellos se atrevió a desafiar al expresidente.
Los candidatos que participaron en California sabían que si atacaban a Trump obtendrían una respuesta negativa de la audiencia.
De hecho, eso fue lo que le sucedió a Christie cuando comparó a Trump con un personaje de Disney.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, criticó a Trump, pero sólo por su ausencia del debate mientras Trump, optó por dar un discurso en Detroit, Michigan, durante la huelga de los trabajadores de empresas automotrices, sentando una vez más la diferencia sobre su manera de hacer política.
A pesar de las críticas de DeSantis, la decisión de Trump de mantenerse alejado fue comprensible ya que está muy por delante en popularidad.
Sin embargo, su calculada estrategia de ausentarse de los debates resulta decepcionante por la falta de oportunidad para abordar diferentes temas políticos.
Por ejemplo, el extraordinario enfrentamiento entre Trump y el jefe del Estado Mayor Conjunto, General Mark Milley, quien pasó a retiro el sábado pasado, después de cuatro turbulentos años en el alto puesto militar.
Milley fue el principal asesor militar del presidente durante la administración Trump y continuó en ese rol con Joe Biden.
Pero Trump atacó su historial y dijo que habría sido acusado de traición y ejecutado en otro período de la historia.
El magnate se refería a las dos llamadas telefónicas que Milley hizo a su homólogo chino en octubre de 2020 y enero de 2021, dos días después del asalto al Capitolio, por parte de leales a Trump, para asegurarle a China de que Estados Unidos no tenía planes de atacarla.
En el libro titulado “Peligro”, escrito por los reporteros del Washington Post, Bob Woodward y Robert Costa, incluso se afirma que Milley estaba tan preocupado por las posibles acciones de Trump, en las últimas semanas de su presidencia, que le dijo a Pekín que le comunicaría antes, en caso de un ataque estadounidense.
Trump estaba furioso con las llamadas de Milley y dijo que nunca tuvo la intención de atacar a China.
Ahora que Milley se ha jubilado, se comenta en Washington que Trump podría tomar venganza si vuelve a ser presidente, especialmente luego de que ex alto oficial militar reveló en una entrevista que había adoptado medidas de seguridad para protegerse, tanto a él como a su familia, de cualquier amenaza.
Si bien todo esto puede considerarse una exageración política, es el tipo de tema que podría haberse debatido también, la semana pasada.
El exvicepresidente, Mike Pence, uno de los candidatos en el debate, dijo a CNN que “no hay necesidad de ese tipo de lenguaje dirigido a alguien que ha usado el uniforme de Estados Unidos y ha servido con distinción”.
Dado que ninguno de los otros candidatos tiene un impacto significativo, parece probable que Trump continue liderando las preferencias.
Así, cada vez, hay más incertidumbre sobre una victoria de Biden para un segundo mandato y más seguridad del regreso de Trump a la Casa Blanca.