SONIA SCHOTT,
Por una razón u otra, todos en algún momento, enfrentamos desafíos inesperados sin precedentes, ya sean sociales, económicos, políticos o bélicos.
Un blog del Fondo Monetario Internacional, de Pierre-Olvier Gourinchas, de julio de 2023, sostenía que, la economía mundial continuaba recuperándose gradualmente de la pandemia y de la invasión rusa de Ucrania.
“Según nuestro pronóstico de referencia, el crecimiento se desacelerará del 3,5 por ciento del año pasado al 3 por ciento este año y el próximo, una mejora de 0,2 puntos porcentuales para 2023 con respecto a nuestras proyecciones de abril. Se proyecta que la inflación global disminuirá del 8,7 por ciento el año pasado al 6,8 por ciento este año, una revisión a la baja de 0,2 puntos porcentuales, y al 5,2 por ciento en 2024” aunque advertía que era todavía pronto para celebrar.
Cuan cierto estaba.
Ahora, la inesperada y brutal incursión del grupo terrorista Hamas en Israel, que provocó los ataques aéreos israelíes contra Gaza, llenó de incertidumbre el panorama geopolítico y elevó la preocupación de que las milicias en el Líbano y Siria, que apoyan a Hamás, se unan a los combates.
Según Jeffrey Feltman del Instituto Brookings en Washington “El hecho de no anticipar la letal infiltración de Hamas el 7 de octubre recuerda la conmoción de Israel ante el ataque conjunto sirio-egipcio de 1973, hace 50 años. Sin embargo, a pesar de todos los horrores infligidos a las comunidades israelíes cercanas a Gaza, a diferencia de 1973, Israel no enfrenta una amenaza existencial inmediata, de Hamás. Un peligro mucho mayor son los 150.000 cohetes y misiles que Hezbolá ha almacenado en el Líbano.
Si bien Estados Unidos, apoya a Israel, busca mantener canales de diálogo en el Medio Oriente, para evitar una escalada del conflicto.
Ante este nuevo desarrollo, los más recientes temores económicos hablan de una potencial subida de los precios del petróleo, hasta 150 dólares el barril.
«Si los precios de la energía aumentan y se mantienen altos, eso tendrá un efecto en el gasto, y puede tener un efecto en las expectativas de inflación de los consumidores”, ha dicho el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell.
Pero mas allá de las perturbaciones económicas, la gran preocupación nacional surge por un Congreso paralizado por una pequeña minoría del Partido Republicano, en momentos en que debemos enfrentar otras formas de extremismo.
Y es que un grupo de republicanos, liderados por el representante Matt Gaetz, de Florida se las arregló para destituir a Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes, mientras los desafíos que asechan a Estados Unidos se multiplican.
Si bien la política en Washington siempre ha estado marcada por divisiones, estas parecen alcanzar nuevos niveles.
¿No sería este el momento para que Estados Unidos, en su papel de líder mundial, demostrara unidad ante las adversidades?
Las fracturas políticas en el Congreso envían un mensaje equivocado: el extremismo político funciona.
De la misma manera, el senador Tommy Tuberville, republicano de Alabama, continúa retrasando los ascensos del Pentágono al negarse a confirmar las nominaciones propuestas por la administración de Joe Biden hasta que, el departamento de Defensa cambie sus reglas de permitir que los militares que requieran abortos o interrupciones reciban financiación y tiempo libre para viajar a Estados que todavía lo permiten.
El senador Tuberville, ha estado librando su campaña unipersonal durante meses, desde que la Corte Suprema desestimó el antiguo fallo, Roe vs Wade, que confirmaba el derecho constitucional de las mujeres a solicitar abortos.
Por su parte, McCarthy sólo logró ser elegido presidente mediante acuerdos con Gaetz y sus partidarios, el más radical de los cuales fue que en el futuro sólo se necesitaría un miembro de la Cámara para forzar una votación para destituirlo.
Entonces, ¿continuaremos a merced del extremismo político de turno?
Gaetz exigió la votación para vacar a McCarthy luego de que este negociara con los demócratas para detener el cierre del gobierno. Esto fue considerado una traición.
Si bien, uno de los temas centrales es la reducción del gasto público, la batalla por el papel del presidente de la Cámara debería girar en torno a la negociación, el consenso y el compromiso, en cambio, tenemos ultimátum y demandas y una minoría que impone sus deseos a la mayoría.